Capítulo 10

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-¿Qué?

-¡Que te cases conmigo Kagome! – repitió alto Inuyasha sin soltar la mano de su sexy secretaria, a centímetros de rosar sus cuerpos.

Kagome nuevamente ignoro el golpeteo en su pecho y con fingida tranquilidad acorto la distancia, haciendo puntillas y con su mano libre la elevo hasta tocar una mejilla de su jefe, Inuyasha extrañado pero cómodo con el toque permaneció inmóvil.

-¿Se encuentra bien señor? – pregunto Kagome, Inuyasha se quería caer, desmayarse del bochorno que estaba pasando.

¿Por qué su atractiva secretaria preguntaba aquello? ¿Acaso no podía uno, pedirle que se casará con él?

-Estoy perfectamente bien Kagome – exclamo con indignación – Cásate conmigo – volvió a demandar.

-Tal vez Kaede le agregó algo de alcohol a la comida, usted es muy débil con eso – dijo ignorando nuevamente la propuesta de su jefe, retiro la mano de la mejilla de su jefe y sonrió.

Al ser retirada la mano de su secretaria de su mejilla, Inuyasha sintió como un pedazo de él, muy esencial, se alejaba. Esa sensación la detesto.

-Qué estoy bien Kagome. Casa...- Kagome lo interrumpió, no estaba dispuesta a volver a escucharlo, tal vez y para sorpresa de ella, terminaría aceptando.

-Cuando llegue a su casa, por favor prepárese una taza de café, tal vez eso baje un poco su borrachera, y, maneje con cuidado señor – le indico en tono profesional y nada titubeante, aunque, en su mente tartamudeaba todo lo que pensaba.

-¡Dios! ¡Que no estoy borracho! – exclamo y Kagome lo sabía perfectamente.

-Por favor señor cuídese y nos vemos mañana – entonces Kagome volteo, se soltó del agarre de su jefe y con rapidez se dirigió al interior del edificio.

Inuyasha, parado, mirando su mano que anteriormente estaba siendo entrelazada con la de su secretaria, nuevamente sentía aquella sensación de abandono y esa necesidad de tener a Kagome muy junto a él, de todas las maneras posibles.

Kagome ingreso a su departamento con rapidez, agitada y exaltada ¿Por qué su jefe soltaba proposiciones así nada más? ¿Qué es lo que le pasaba a Inuyasha Taisho?

¿Qué es lo que le pasaba a ella?

Se cacheteaba internamente por los sentimientos que de apoco iba encontrando hacía su querido jefe, en especial esta noche, hace unos minutos atrás, cuando Inuyasha Taisho se le propuso- lo que muy seguramente había sido una broma- casarse con él. En ese momento su corazón palpitaba a mil y había hecho un esfuerzo sobre humano al no poder sonrojarse o hasta casi poder llorar por sus sentimientos, llorar por su confusión.

°°°

-¿Le propusiste casarse contigo? – incrédulo, Miroku le exclamo con los ojos abiertos como platos sentado al frente de su amigo peli plata.

Inuyasha después de haber estado como diez minutos parado como estatua frente al edificio del departamento de Kagome, se marchó con la intención de contarle lo ocurrido a su consejero, compinche y mejor amigo. Hasta el no comprendía sus acciones estás últimas semanas.

Todo ese comportamiento extraño para él, había comenzado desde que Kagome había anunciado su renuncia.

-Sí, es la segunda vez que preguntas – fastidiado respondió Inuyasha sirviéndose todo el líquido restante que quedaba en la botella de licor.

-Y ella te dijo que no – soltó aguantando una sonora carcajada.

-¡Cállate! – furioso y en tono borracho le grito.

-¡Hey! Aquí yo mando, estás en mi casa – advirtió su amigo señalándolo.

-Maldito – balbuceo el peli plata.

-Supongo te quedarás a dormir, no pienso llevarte hasta tu casa – le informo Miroku al ver como el alcohol invadía al débil de su mejor amigo.

-Llamaré a Kagome, aún es mi secretaria y debe de cuidar de mí – dijo arrastrando las palabras mientras sacaba su celular del bolsillo de su pantalón.

-Es tú secretaría no tú niñera amigo – se carcajeo Miroku.

-Por 5 años me cuido, no se puede quejar ahora – apretó su celular táctil tres veces para después ponerlo en su oreja, tenía su número en marcación rápida – Señorita Higurashi – borracho exclamo cuando escuchó la voz de su secretaría del otro lado, con torpeza movió su celular activando el alta voz.

-¿Señor Taisho está borracho? – con el tono de voz molesta Kagome respondió. Inuyasha la maginaba con su ceño y labios fruncidos, imaginación que le encanto y embobado sonrió.

-Me encuentro con Miroku, ven a buscarme Kagome – meloso soltó. Miroku escuchaba y miraba todo en silencio, su amigo Inuyasha aún no se daba cuenta, pero el que estaba siendo conquistado era él y no su secretaria.

-Señor...- algo aturdida murmuro, ese tono le había puesto sus bellos de punta – Mañana le reprochare al señor Miroku por dejarlo beber de esa manera – soltó ahora más molesta.

-¡¿Y yo porque?! ¡Kagome sabes que está bestia hace solo lo que él quiere! – Miroku sintiéndose ofendido se hizo notar.

-¿Estoy en alta voz? ¡Señor Miroku, contrólelo y llévelo usted a su casa! – Inuyasha lo fulmino y con la mirada le obligo a su amigo a negarse.

-¡Imposible! ¡Yo también estoy bolacho! – fingió su tono de voz, cumpliendo el favor de su amigo.

-En 10 minutos estoy allí señor – con un notorio suspiro Kagome acepto no quedándole de otra. Inuyasha cortó satisfecho y miro la hora en su celular.

-Son las 1:35, si llega antes es porque me quiere – embobado se dirigió a su amigo.

-Seguro amigo. Oh tal vez es responsable – Miroku respondió con una sonrisa, si le decía a su amigo que existía la probabilidad de que él estuviera enamorado de su secretaría, mañana muy seguramente quedaría sin trabajo.

-No, no, no. Me quiere – se sentó mucho más cómodo en el sofá y siguió tomando un poco más de licor, el alcohol claramente era una debilidad suya.

-¿Qué pasaría si Kagome se casará...? – Inuyasha sonrió - ¿Con alguien más y no contigo? – cauteloso pregunto, su amigo estaba borracho por lo que podía aprovecharse de él.

Inuyasha inmediatamente al escuchar la oración completa borró la sonrisa.

-Ella no lo hará ¡No puede hacerlo! No puede engañarme así – con sus ojos perdidos empezó a meditar – Ella no puede engañarme...

-Técnicamente ella no te engaña ni te estará engañando porque ustedes dos no son nada – Inuyasha en silencio se puso de pie y sigiloso camino hacía su amigo, formo su mano en puño y le atino con fuerza en la nuca de Miroku -¡Carajo! – exclamo Miroku al recibir el golpe.

-¡Cuida tus palabras! – rugió Inuyasha volviendo a su asiento tambaleante.

-¡Solo dije la verdad bestia!

-¡Kagome me prometió que no me engañaría! – exclamo recordando las palabras de esta tarde de su secretaria, ella había prometido no engañarlo y mucho menos con su rival Bankotsu en empresas y ahora-creía- rival en algo más.

Miroku guardo silencio al ver la alteración, desesperación y el temor en las palabras y mirada de su amigo.

¿Inuyasha tenía miedo de perder a Kagome no solo como secretaria sino como algo más?

-Ya pasaron 13 minutos – dijo Miroku al mismo tiempo en el que el timbre de su casa sonaba. Inuyasha con la mirada hacia abajo sonrió.

-Me quiere un poco – murmuro.

°°°

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¡Nos leemos!

ᴛᴇ ɴᴇᴄᴇꜱɪᴛᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora