Soy de los pocos extraños a los que no enamorarse por accidente. Todo el mundo te tiene por sinónimo de belleza, pero tú modestia te impide aprovecharte de ella. Todo aquel al que conozco dice haberse enamorado de ti, puede que por tu atractivo, tu personalidad, o incluso tu pequeña y enigmática cicatriz de patética historia. Te admiro, no sé por qué. Puede que por no ser el típico engreído, el rompecorazones sin alma que finge querer para poder aliviarse, que no ve nada más allá de unas piernas bonitas pegadas a un trozo de carne sin nombre. No he podido quererte, no he tenido ocasión de hacerlo; no llegaste a tiempo.