Por aquella vez que le recé al reloj para que fuera más lento, por todas esas horas perdidas mirando a la Luna, por todo aquello a lo que ame sin saberlo; por todo eso, lo siento. Por todas las flores que arranqué para entregarte y, lamentablemente, acabaron secas entre las hojas de mis libros; por aquellas miradas fugaces, antojadas eternas para mí estúpida cabeza, lo siento.
Siento que mi amor no te bastase, que ni siquiera quisieras verlo, que todo lo que sentí y sigo sintiendo no signifique nada para ti.
Te pido perdón, perdón por amarte.
No podré parar de hacerlo.