Sal.

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Deja que el mar siga envuelto en llamas, deja que arda, que su sal invada el aire y que las medusas incandescentes se muevan bajo esta lluvia de ceniza, deja que al carbón le crezcan cristales salados. Deja que el aire salado invada los bosques, que la humedad de sus flores desaparezca y que los árboles besen la tierra, que de su corteza los años vuelen convertidos en mariposas, que se unan al viento; son solo mariposas de alas saladas. Deja que el batir de sus alas te duerma, deja que su sal entre por tus ojos, por tu templo, que te cambie, te seque; total, si por dejar arder el mar dejaste morir al bosque.

No Todo Es BonitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora