Tiñes mis palabras de azul, mis paredes y ropa; avanzan los días, los meses y los años, siento como el reloj hace tictac sin perder el tiempo mientras que yo, el chico azul, sigue sentado en las migajas de tu amor, alimentándome con las motas de polvo que caen de los besos que le das al viento. Le guardo rencor al aire, solo por poder tocarte cuando y donde quiera, solo para luego poder decirme que te ha hecho, mientras yo miro las rosas azules que crecen a la sombra del silencio, el cual crece y crece, imparable, como el paso del tiempo. Ahora llora, admira mis azules labios, ojos, dedos; admira mi azulado cuerpo, admira la muda de lo que una vez te quiso, pues yo ya he salido volando, me he vestido de rojo. Ahora todo lo que te quiso empezará a odiarte.
