Debería estar acostumbrado, siempre seguimos el mismo orden. Yo me enamoro de ti, tu orbitas a mi alrededor, como un astro divino visible en mi atmósfera, inalcanzable, provocando oleajes y anclándome en una misma posición; inocente me obligas a seguir sintiendo. Luego te enamoras, fugaces cometas que siguen su camino mientras tú los persigues, los manipulas a tu antojo, hasta que tus raíces penetren en su fría superficie y te dejen, de nuevo en mi orbita, obligándome a ver tus nuevos cráteres, moviendo de nuevo mis aguas. Eres quien genera mis mareas, mantienes mi océano en movimiento, por culpa del oleaje se llenó mi superficie de naturaleza muerta.