Puedo hablarte de lo que sea, puedo insultarte, alabarte, reírme contigo, de ti, sonreírte y mirarte como si fueras lo único de este mundo. Pero cuando llega la hora de decirte lo que siento, se me rompen los labios. Sangro, mis palabras teñidas de rojo se traban entre mis dientes y los rompen, deformándose en el aire y convirtiéndose en simples frases, que no significan nada. ¿Por qué, por qué se llenan mis ventanas de lágrimas, infinitas a tus ojos, y aún así soy incapaz de decirlo? Me duelen los labios, sangran cada vez que me los muerdo reteniendo mis te quieros, como seres conscientes que buscan su alimento en tus oídos, y yo, soy el cazador que dispara desde la distancia a cada palabra, para devorarlas y dejar que mueran ahí, desangrándose en el aire. Me sangran los labios, las palabras me los romperán y terminarán por llegar a tus oídos. Temo que por su culpa tu también me los rompas.