Jardín de espinas y pies descalzos, busco origen a mi dolor y solo te veo a ti, sonriente; sin saberlo me haces daño. Espero quieto, paciente, arrancando mariposas muertas de mi piel, tristes, apagadas, cansadas de llorar. Recuérdame, recuerda aquellos momentos en los que intentamos ser felices, aquellos momentos a los que llamábamos por su nombre.