Capítulo 8

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No sé cuantas horas he dormido, pero por la suavidad de las sábanas, sé que estoy en casa y en mi cama

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No sé cuantas horas he dormido, pero por la suavidad de las sábanas, sé que estoy en casa y en mi cama.

Me duele mucho la cabeza, no recuerdo como llegué aquí, solo recuerdo que me quedé dormida apoyada en aquel árbol. ¿Fue un sueño? Sentí a Alma, fue en mi busca. No, no es un sueño, ¿y el búho?, ¿se quedó conmigo?

—No fue un sueño bruji, ¿cómo te sientes? —pregunta con pena en su mirada y sentada en la cama.

—Mejor de lo que merezco... ¿Fuiste a buscarme?

—Lo hice, pero cuando llegué allí no había ningún búho contigo, realmente estabas sola —me advierte al leer mis pensamientos.

—¿Dónde está mi hermana?

—Salió a comprar, no tardará en llegar ¿Quieres comer algo?, ¿te preparo un café?

—Si, un café será perfecto, ¿cuánto llevo dormida? —pregunto algo confusa por el dolor de cabeza que tengo.

—Unas cuantas horas, no quise dejarte más para que pudieras descansar esta noche. Mañana tienes la entrevista, y no es bueno que llegues tarde.

—Parece que llevo durmiendo toda una vida, gracias bruji, por todo. No sé que haría sin ti, viniste a por mi —admito llena de vergüenza.

—¿Realmente quieres hablar de ello? —puntualiza al ver mi mirada.

—No, déjalo ir, no quiero recordar este día tan nefasto —aclaro sabiendo qué sabe de lo que hablo.

—Lo entiendo, pero creo que fue parte de mi culpa. No debí llevarte al local, casi te obligué y mira lo que ha pasado.

—No digas eso, no fue culpa tuya, yo fui la que se emborrachó y dije todas esas locuras. No le digas nada a mi hermana, ¿vale?

—No lo haré, tampoco te preguntaré más, a no ser qué quieras hablar. Sabes que estoy aquí para lo que necesites. Tengo que salir ahora, si me necesitas ya sabes, solo tienes que sentirme y estaré a tu lado.

—Gracias por todo, solo necesito una ducha, cenar y dormir. Me duele mucho la cabeza, no me mires así, estoy bien.

Acabo de volver a mentir a mi amiga, pero no quiero preocuparla por algo que ya me advirtió en su día.

Me siento mal por ella, no me gusta mentir, pero acabo de hacerlo.

Dios, entre antes olvido este fin de semana... será lo mejor para mi, espero que mañana me acompañe algo de suerte, la voy a necesitar.

No me siento con ganas de nada, solo quiero dormir, despertar sin acordarme de que nada de esto ha pasado.

—No te sientas mal por mi, sabes que no puedes mentirme, y se te nota bruji. Estamos conectadas, ¿lo recuerdas? —me advierte con media sonrisa.

—Lo siento mucho, sabes que no quiero ocultarte nada, y ya me lo advertiste —confirmo angustiada.

—¡Hola hermanita!, ¿cómo estás? —puntualiza dándome una mirada de las de ella.

—Cansada, necesito irme a la cama lo antes posible.

—¿Vaya fin de semana que te has metido, no? Llevas durmiendo horas, pandita. ¿Quieres cenar algo antes de irte a dormir? —pregunta con esa expresión en sus ojos de que algo me pasa.

—Si, pero algo ligero, mañana me levanto muy temprano, si como algo pesado me costará quedarme dormida. Alma me ha preparado un café, así que con unas tostadas tengo.

—¿Un café? ¡Estás loca! ¿Cómo pretendes dormir con un café? —me regaña con una mano en su cintura  y como si fuese la hermana mayor de las dos

—No te preocupes por eso, mi cuerpo pide una cura de sueño. Y desde que ponga mi cabeza en la almohada, caeré rendida —comento dando un largo suspiro al ver en sus ojos sus nuevas intenciones.

—¿Y se puede saber con quién has estado para que te dejara así de cansada? Tendrás que contarnos, no te vayas a hacer la loca que te conocemos —confirma lo que yo ya sabía con una sonrisa en sus labios.

—Otro día hermanita, hoy no puedo ni con mi alma, de verdad.

—¡Vaya, vaya! Ese hombre tiene que ser un dios todopoderoso para dejarte tan mal. ¿No crees lo mismo que yo, Alma?

—Déjala, que se vaya a descansar, lo necesita, mañana tiene que estar fresca como una rosa —le advierte ésta al ver mis ojos como platos.

—Cuídate esas ojeras, maquíllate bien e intenta disimularlas, te he preparado la ropa para la entrevista, tienes todo en la sala. ¿Quién será el causante de tu mal estado?, ¿no piensas decirnos su nombre? Dame una pista —insiste ella al ver que sigo igual de callada.

—Gracias, buenas noches chicas, te lo contaré en otro momento, ¿vale?

—Está bien, no insisto más, suerte hermanita. Te dejo la cafetera preparada, así no tendrás que prepararla, te he dejado mis zapatos de color nude, vas a estar muy guapa —dice dándome un gran abrazo.

—Gracias chicas, me voy a la cama, Morfeo me está reclamando —me despido de ellas dejándolas solas.

—¿Qué le pasa a mi hermana? ¿No sabes con quién se fue del local? —pregunta extrañada.

—Sinceramente no lo sé, tampoco voy a preguntarle, es demasiado reservada. Ya la conoces, espera a que ella lo cuente, y si no lo hace, no insistas, sabes que no le sacarás nada.

(...)

—¡Venga, dímelo ya!... ¿Has sido seleccionada, verdad? —pregunta mi hermana desesperada a través del teléfono.

—Si, ha salido como me dijiste, estoy dentro y empiezo mañana, tengo el uniforme y ya voy para casa —contesto igual de entusiasmada que ella.

—¡Lo sabía! Hice un buen trabajo maquillándote, estabas espectacular, Sorcha.

—Gracias, no sé que hubiera sido de mi si no me hubieras maquillado esta mañana. ¿Alma sigue durmiendo?

—Si, cuando llegues la despiertas y le das la noticia.

—Voy a pasarme por el supermercado, compraré unas botellas de vino para celebrarlo. ¿Quieres qué lleve algo más?

—No, prepararé para comer algo de pasta y así lo celebramos, no tardes, quiero darte un gran abrazo, pandita.

—No sabes lo contenta que estoy en estos momentos, por fin algo me sale bien, pensé que me había mirado un tuerto —le confieso entre bromas y sin aún poder creer que mañana empiece a trabajar.

—No seas tonta, vales mucho, estaba claro que ese trabajo era para ti —admite ella orgullosa de mi.

—Te quiero Ana, nos vemos dentro de un ratito, no tardo nada.

Entre Luces y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora