Capítulo 34

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Hemos llegado al hotel, Clara está conmigo en la habitación.

Sigue igual de pensativa desde que salimos de Escocia, no ha dicho ni una sola palabra, es como si estuviera en otra parte.

En su vida pasada, sigue recordando a su amado, y eso me entristece mucho.

Entiendo perfectamente el sufrimiento que está sintiendo.

Me gustaría ayudarla, a poder encontrar un día el alma de su guerrero, eso la haría feliz, aliviaría parte de su dolor.

Seguimos sentadas una en frente de la otra, pero creo que se ha olvidado de que sigo aquí, con ella, ni siquiera me ha mirado una sola vez desde que hemos llegado.

—Clara, dime algo, estás empezando a preocuparme, ¿estás bien?

—No lo entiendo, estoy pensando... dame solo unos minutos, ¿vale? —contesta aturdida.

—Mis pensamientos ahora están lejos, estoy preocupada por esas almas, por lo que me has dicho, y por lo que has visto. No sé por dónde empezar. ¡No sé como voy a explicarte quién es Elatha, de verdad, estoy bastante sorprendida con lo que te dijo Annis! —expresa con temor en su mirada.

—Lo puedo ver en tu cara, pero no pienses en esas almas ahora. Te prometo que buscaremos una solución, te prometo que buscaré a tu amado y le daré su descanso. Pero antes tenemos que hablar con ese Elatha, debemos reunirnos con él —admito, para que se relaje un poco.

—No lo entiendes, jamás hubiese imaginado este final, creo que Annis ha sido muy explícita. ¡Piénsalo, piensa en sus palabras! ¿Sigues sin entenderlo?

—¡Joder!... todo esto me ha dejado mal. ¡Claro que sigo sin entenderlo!, lo siento, no me mires así, llevo mucho tiempo sin poder dormir ocho horas seguidas —le contesto ofuscada, ya que no entiendo nada.

—Está bien, allá voy, Elatha es un dios... y es tu padre, Annis te lo dijo porque necesitas saber la clase de poder que tienes, y sabe mejor que nadie, que solo él puede ayudarte.

—¡Perfecto!, ya conozco su nombre, y ya te dije que me da igual quién sea él, ellos me dan exactamente igual. ¡Si vamos a volver a lo mismo, creo que esta conversación se ha terminado aquí! —le advierto, levantándome rápidamente de la silla.

—¡No, escúchame Sorcha!, tu padre no es un dios de luz como lo es tu madre, el pertenece a los Fomorianos, no tienen nada que ver con el panteón del dios Dagda. ¡Es el enemigo de ellos, son enemigos, luz y oscuridad!, ¿me sigues?

—Sé que llevo oscuridad en mi, el rey Oberón lo supo desde el primer momento, no conozco nada sobre esos dioses. Kellan no me habló de ellos, nadie lo ha hecho, ¿por qué? —le pregunto enfadada.

—Si no lo hicieron, es porque no creo que se les pasase por la cabeza que tu madre se acostaría con el enemigo —confiesa alucinada.

—Bueno, ¿y eso ahora que más da?, no voy a conocerlo, y sé la fama que tiene ella, Wings hizo un comentario sobre eso la noche que Kellan me lo presentó.

—¡No lo entiendes, pero es que hay mucho más, no es tan simple! —protesta ella con su mirada fija en la mía.

—Entiendo que no quieras conocerlos... pero tienes que saber tantas cosas. Elatha tiene un hijo, y es tu hermano. Pero ese es el menor de tus problemas ahora mismo. ¡No puedes volver al mundo de Morgana, tengo que reunirme con los druidas, tenemos que hablarles de lo que sabemos! —expresa con inquietud, haciendo que sienta a su nerviosismo, ésta camina de un lado a otro ensimismada en sus pensamientos.

—¡No, de ninguna manera, nadie va a saber eso! Lo primero que preguntaran es de cómo te has enterado, y no vamos a decirle a nadie que hemos salido del hotel, ¿lo recuerdas? Kellan se enfadará con nosotras, he roto mi promesa, prometí que no saldría del hotel.

Entre Luces y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora