Capítulo 30

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El amanecer ha llegado, y como todas las mañanas, yo sigo despertando a su lado.

Hoy hace una semana que estamos en el reino de Oberón.

Una semana que lo traje de vuelta a casa, y sigo sin poder creérmelo.
—Estás aquí conmigo, despierta cariño, tienes que despertar porque te necesito. Eres libre mi amor, despierta —le susurro al oído.

En su cuerpo ya no quedan marcas de los colmillos de Morgana, apenas se pueden distinguir.

La rabia se apoderaba de mi cada vez que veía esas malditas mordidas, mis remordimientos se hacían mayor.

Me sentía impotente, debilitada y acabada.

Pero eso ha cambiado, ya no me siento de esa manera.

Ahora mi instinto habla por mi, me dice qué la mataré por hacerle eso a él, a su hermoso cuerpo.

Ha profanado lo que es mío, y no voy a permitir que viva un día más.

Vuelve a tener ese color de piel que tanto me gusta.

Como cada mañana, lo he bañado en su cama, con mucho esmero y amor.

He besado cada parte de su piel cómo si no hubiese un mañana.

No me ha servido de nada, su estado sigue siendo el mismo.

Él sigue en su profundo sueño, y dudo que sienta mis caricias.

Hoy tengo que reunirme con los druidas, Oberón ha convocado una reunión.

Saben como despertarlo, ha pedido ayuda a los dioses del panteón irlandés.

Estoy ansiosa porque despierte, pero también estoy terriblemente nerviosa ya que estarán esos dioses, y ellos serán los encargados de hacerlo.

Me acerco a sus labios, y le doy un beso tierno, —no puedes ni imaginar como echo de menos a tu voz— vuelvo a susurrarle.

Todos los días hago lo mismo, todos los días es el mismo ritual.

Apenas he salido de su habitación desde que llegamos, mi hermana se ha encargado de traerme la comida para no dejarlo solo.

Ella me ha acompañado todos estos días y hasta ha comido conmigo, no me ha dejado sola en ningún momento.

Entiendo perfectamente que esté preocupada por mi, y que necesite hacerme miles de preguntas.

También sé que se siente culpable por haberse marchado, pero eso será en otro momento, ahora solo quiero que vuelva Kellan, en cuerpo y alma.

Wings y Hands han venido a buscarlo, yo los acompaño en silencio, no pienso dejarlo solo, me he prometido no hacerlo, así que todos nos dirigimos directamente al salón.

El rey Oberón nos espera en su trono, toda la sala está completamente llena de druidas, les acompañan sus mujeres.

Ellas son las sacerdotisas de algunos dioses, también han venido para ayudar a despertar a Kellan, a traerlo de vuelta, a traerlo a casa conmigo.

Los dioses son magníficos y perfectos.

Les rodea un aura de una inmensa fuerza, se ven grandiosos, pero también puedo notar cómo les rodea ese aura de destrucción.

No soy tonta, han hecho cosas malas, muy malas y a los humanos.

Han jugado con nuestras vidas, y eso no se puede olvidar, no lo olvidaría ni en un millón de años.

También conozco la parte de Kellan, y si él se apartó de ellos, yo no pienso acercarme.

Las diosas son igual de hermosas, van vestidas con túnicas blancas.

Entre Luces y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora