Adrien y Marinette estaban teniendo una de sus tantas discusiones de novios.
-¡Lo sabía! ¡Tú no me amas! Todos ésos besos y caricias no fueron más que un juego para ti.
-Adrien...
-¡Aún no terminó! ¡Eres una infiel, una jugadora, una... una... una mala mujer que le gusta jugar con los corazoncitos de los demás!
-Adrien...
-¡¿Qué es lo que me hace falta para que lo busques en alguien más?! ¡Soy rubio natural, multimillonario, atractivo, un héroe, educado, me mantengo en forma, soy fiel y un buen compañero! ¡¿Qué me falta?!
-¡Adrien!
-¡¿Qué?!
-Por favor, vete a otra parte que los clientes están esperando.
El chico miró hacía atrás donde varias personas hacían fila para comprar algo en la panadería de los Dupain Cheng.
-Ya veo, seguirás siendome infiel.
-¡Por favor Adrien! Sólo habló con los chicos que vienen por que quieren compra...
-¡No te quiero oír! ¡Tú ya no eres la chica de la que me enamoré! ¡Me iré a casa de mis padres!
Se fue corriendo y tanto Marinette como los clientes suspiraron con fasitio.
Era la octava vez que Adrien se dejaba llevar por sus celos en ésa semana sólo por que Marinette ayudaba a atender en la panadería.