Quiero Tocarte

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Enero, 1989, Bogotá

Y pasó otro día sin ser el novio de Juan Pablo Villamil, pensó Simón al despertarse a causa del ruido ensordecedor de su despertador. Sinceramente dudó que fuera normal pensar en una persona cada vez que uno se despertase, cada vez antes de quedarse dormido; simplemente cada puto segundo del día, siete días de la semana. Hoy, Simón ya sabía que la foto de Villa jugando al fútbol con cual se... pues... había divertido ayer se quedará pegado en un rincón de su cerebro. Siempre una parte de su cabeza estaba reservado para algún recuerdo o alguna imagen de él.

Echando un suspiro, se levantó y se dirigió al baño. Después de ducharse, secó su cuerpo con una toalla, y quería ir a su armario para escoger su ropa, pero se detuvo. Vio su reflejo en el espejo y se miró fijamente. ¿Cree Villa que soy guapo?

Lentamente dejó caer la toalla y se observó completamente desnudo en el espejo. Era flaco y tampoco tenía músculos para compensar su delgadez. Tocó su piel en su pecho suavemente y dejó su mano bajar hasta sus muslos. No sabía por qué, pero su cuerpo simplemente no quería desarrollar músculos a pesar del deporte que hacía. Simón corría en el equipo del atletismo del colegio, la verdad que era muy rápido, pero no se podía ver que hacía mucho deporte mirando su constitución física. Para ser latino era relativamente blanco y pálido, mientras su cabello, al contrario, tenía un color de un negro profundo. Sus mechones brotaban de su cabeza y solía dejarlos como estaban después de secarlos; sólo los peinaba con sus dedos a un lado para que no le molestaran cayéndose en su frente constantemente. Sus ojos tenían el mismo color que sus cejas y pestañas también. A sí mismo, parecía como alguien más del montón, que no tenía nada especial en su apariencia que atrajera otra mirada interesada. Además, con ese físico francamente aburrido y su falta de popularidad en el colegio, era una persona que nadie jamás consideraría atractivo. Ciertamente no lo hacía Juan Pablo Villamil.

Simón no quiso verse más en este espejo, su aspecto le deprimió. No creyó que alguna persona le hubiera llamado guapo alguna vez.

Se dirigió a su habitación y se vistió, pero de repente tuvo que sentarse en su cama. Villa.

Villa le había llamado guapo una vez. Simón pudo acordarse exactamente de esa situación.

En el grado ocho el profesor de deporte eligió a Juan Pablo y su amigo Marco para ser capitanes de los dos equipos de fútbol de esa clase de deporte. Claro que los dos escogieron a los chicos de su grupo de amigos al principio, pero, cuando esos ya estaban distribuidos, Marco empezó a elegir los chicos claramente menos atléticos que Simón de la clase que sin embargo eran más populares que él, aunque no contribuyeran al rendimiento deportivo del equipo.

Y entonces pasó.

Villamil le miró a Simón y dijo, "Simón, vente a mi equipo." Estupefacto, el chico de los lentes se quedó inmóvil antes de andar rápidamente al lado de Juan Pablo. Se acordó de que Marco echó una mirada inquisitiva a Villamil, preguntándole por qué había escogido al nerd para su equipo. El resto del partido Simón experimentó en una nube de intoxicación porque no podía creer qué acababa de pasar. Al comienzo del partido Juan Pablo le gritó a Simón para ganar su atención, "¡Hey! ¡Simón!"

Simón no lo notó inmediatamente, que provocó a Villamil intentarlo otra vez, "¡Guapo! ¡Óyeme!" Simón se volteó y no pudo creer que Villa quisiera hablar con él.

"Tú eres muy rápido, así que es mejor que juegues como alero, ¿vale?"

"¿Qué?" Simón no entendió lo que Juan Pablo le quería decir con su vocabulario de futbolista.

"Ya sabes, delantero exterior, es mejor si juegas como extremo," replicó antes de volver a su posición en la defensiva.

Simón era muy inteligente, pero no entendía nada de lo que Villamil le había dicho. Después de que el partido había comenzado, notó que debería jugar en el lado derecho, aceptando los pases de los jugadores en el centro del campo.

Antes De Los VeinteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora