Quiero Celebrar Mi Vida

610 67 73
                                    

Febrero, 1989, Río de Janeiro

Villa había olvidado su última pantufla en la playa. Pero eso no le importaba un carajo porque el carnaval de Río empezaría mañana.

"No tengo disfraz, Simón," se quejó mientras Giovanna le envolvía en alguna tela estampada con pequeñas jirafas y lentejuelas. Ella estaba tremendamente estresada porque todavía quedaban algunos disfraces para terminar que eran imprescindibles en un espectáculo de samba.

"Giovanna ya te prometió que puedes usar los que sobran," le recordó con el ceño fruncido porque no podía distinguir si una de las telas que estaba ordenando permanecía en el estante para telas rojas o naranjas.

"Pero me dijiste que ella también mencionó que ni siquiera está segura si un disfraz sobrará," objetó para luego soltar un corto gemido de dolor cuando Giovanna sujetó la tela demasiado apretada alrededor de su torso.

"La tela aprieta mucho, Gio," Simón le avisó a la brasileña en el idioma adecuado. Ya que habían vivido en su casa desde hace casi una semana, le había dado un apodo. Okay, Villa lo inventó.

"Gracias." Villamil exhaló agradecidamente. Después de ver miles de prendas de la costurera, tenía un disfraz exacto en mente que quería llevar en el carnaval. Antes en su vida, era una necesidad traer puesto un disfraz que no llamara la atención de una forma negativa, que estuviera a la moda y fuera bien visto, simplemente porque así lo hacían los chicos populares. Aunque en realidad verdad hubiera actuado muy diferente a sus 'amigos', había de cumplir con algunos requisitos para formar parte de los chicos más populares del colegio. Y esos involucraban que se vistiera de una manera designada.

*             *             *

"Simón," llamó Juan Pablo tumbado en su cama. Afuera de su pequeña habitación destellaba el atardecer, pero los amigos ya se habían puesto a descansar. Mañana tendría lugar el gran Carnaval y Villa quería estar completamente descansado para festejar hasta que el sol saliera.

"¿Sí?" El azabache alzó su mirada de las palabras portuguesas del libro que Giovanna le había prestado. Tengo que admitir que la reputación de nerd no es de casualidad.

"No quiero algún disfraz que sobre, quiero el disfraz más llamativo y lustroso que hay," declaró firmemente. Abandonó la posición anterior con los brazos cruzados detrás de su cabeza y se apoyó en un codo, preparándose para una respuesta bromista. "Quiero un traje como los bailarines de samba."

"No sé si sea posible, Villa," contestó Simón y depositó el libro en el suelo al lado de la litera. Agarró el borde de la cama de Juan Pablo y levantó su cuerpo con sus brazos hasta estar a la altura de su amigo. Lamentablemente, Simón sufrió una pequeña muerte interna al ver la expresión intranquila en su cara, y sus grandes ojos verdes. "Tu diversión en el Carnaval no depende de tu disfraz," le recordó cariñosamente.

"Okay..." murmuró como respuesta. Simón aspiró calmarle, pero no logró hacer inexistente su decepción. Pero quiero que esté feliz.

"Hey, Villa," susurró. Contrólate, Simón, contrólate. No, no se controló. En su lugar suavemente acarició el rostro de su amigo con una mano y le habló. "No te desesperes por algo tan insignificante." Juan Pablo le miró atentamente, no impidió que hiciera lo que al final podría ser un gran error.

El vello fino sobre sus mejillas se movía de un lado al otro, era caliente y agradable, mientras Simón pasó cada parte de la piel que cubrió su mano por esa cara angelical. El mayor tragó saliva, ¿qué estoy haciendo? Pero Villa no dejó de mirarle, no le hizo frenar su afección. "Tu disfraz no importa porque igualmente serás el más guapo de todos," agregó en voz baja.

Antes De Los VeinteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora