Quiero Empezar La Aventura

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Febrero, 1989, Río de Janeiro

"Ejem... ¿Villa?"

"¿Sí?"

"¿Qué hacemos ahora?"

En lugar de una respuesta, Juan Pablo se quedó callado. Simón y él estaban parados en el centro de Río de Janeiro, la gigantesca metrópolis brasileña que resultó ser el destino de la oferta de la cual les había hablado la empleada del aeropuerto. El hombro le dolía a Simón por la correa de la bolsa de deporte de Villamil, que había llevado bastante tiempo en su pobre hombro derecho. Era aún más pesada que al principio porque, cuando habían salido del control de seguridad, Simón notó que no traía ninguna cosa consigo; ni bóxers, ni un cepillo de dientes, ni suficientes calcetines, ni nada. Así que decidió comprar todas las cosas que podía encontrar que le parecieran útiles en las tiendas de duty-free que había en el aeropuerto.

Simón seguía sin darse cuenta de lo que acababa de pasar. No sabía por qué había comprado dos boletos a Brasil con Villa, ni por qué había embarcado el avión que lo trajo hasta aquí. Y mucho menos sabía cómo había sobrevivido 7 horas sentado al lado del chico más hermoso del mundo en un avión y después en un autobús sin morirse. Sí, no sé qué rayos estoy haciendo aquí.

De repente, escuchó como Juan Pablo a su lado se aclaró la garganta. "Creo... creo que deberíamos haberlo planeado antes." Ahora sí se giró para verle a su amigo a la cara, demostrándole su inocente y desamparada expresión facial. "Creo que ahora no hay vuelta atrás," añadió y se encogió de hombros. "Vamos a pasarlo bien en Río, sin importar qué."

Con esta frase, una sonrisa genuina se acomodó en la boca rosada de Villa, así también alegrando a Simón. Un simple y nervioso "Okay," dejó los labios de él, mientras un sonrojo profundo se extendió en sus mejillas suaves. Es verdad. Qué otra cosa nos sobra hacer ahora aparte de disfrutar esta ciudad y así cumplir algunas de las metas en la lista de Juan Pablo. Y verlo en traje de baño... Su cabello un poquito mojado y algunas gotas del agua del mar en su pecho... casi como en Loverboy, pero todavía más sexy...

"¿Simón? ¡Simón! No es necesario que te caiga la baba al ver esta ciudad. Sé que es bella," rió Villamil, mostrando sus dientes blancos y adorables.

"Ay, perdón..." murmuró el chico de lentes, sonrojándose aún más hasta parecerse a un tomate maduro. Demasiado maduro.

"Okay, entonces... ¿dónde nos alojamos?" preguntó el futbolista, señalando con sus manos alrededor de sí mismo y enfatizando el tamaño increíble de esta ciudad. Ahora la mirada de Simón por primera vez se alejó de la cara angelical de Villamil y se enfocó en los rascacielos altos que tocaban las nubes blancas, pareciéndose al algodón de azúcar. Había palmeras de un verde profundo en una fila al lado de las calles, cuyas copas parecieron estar ensartadas como perlas de un collar. Cada edificio, a pesar de su modernidad, todavía conservaba un toque brasileño, manifestado por balcones adornados, paredes exteriores de varios colores y marquesinas coloridas sobre las entradas de tiendas de cualquier tipo.

"Por Dios, no sabía que Río de Janeiro fuera tan bonita..." suspiró Simón, asombrado. Había asistido a clases de portugués en el colegio y su profesora siempre le había contado sobre su ciudad natal, pero el chico inteligente nunca se hubiera imaginado algo así. Según su conocimiento de geografía, Río no sólo se constituía en un centro vibrante, sino también numerosos parques nacionales, barrios culturales y playas infinitas. Simón se moría de ganas de visitar absolutamente todo lo que esta ciudad costera ofrecía para hacer el resto de la vida de Villa único e incomparable.

Con una mirada decidida metió su mano dentro de la bolsa de deporte y sacó la cámara polaroid. ¡Clic! Con un movimiento rápido capturó el momento maravilloso que mostraba a Juan Pablo admirando la ciudad con su cabeza inclinada hacia atrás. Las puntas de su oscuro cabello rozaban su nuca, sus ojos con el mismo color que las palmeras al fondo mostraban un asombro puro. Seguía llevando su sudadera negra y sus vaqueros, pero lucía increíblemente magnífico. Era una de las imágenes más bellas que había visto en su vida. Y no me sorprendería si alguien quisiera contratar a Villa como modelo durante este viaje.

Antes De Los VeinteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora