Te Quiero

310 53 115
                                    

Marzo, 1989, San Francisco

El coche del verde luminoso llegó a San Francisco con un Villamil de buen humor, que había atado un gigantesco sombrero de mujer con una pañoleta – también de mujer – por su cabeza y decoraba su rostro con unas gafas de sol imponentes. Lógicamente, las gafas de sol también solían ser llevadas por mujeres. Pero el futbolista no había tenido otra opción aparte de estar satisfecho con los accesorios femeninos. Resultó que solamente una mujer había dejado parte de su armario dentro del coche robado, ningún hombre.

Las luces de la ciudad brillaban en frente del atardecer; algunas reflejándose en la San Francisco Bay y encima de ellos posaba impresionantemente la Golden Gate Bridge. Cuando por fin pasaron por las señales azules que anunciaron su llegada a la ciudad famosa, Villamil echó un grito de felicidad en medio de la carretera.

"¡Aquí estamos, puta leucemia!" Su risa llena de alegría acompañaba el grito en el aire que lentamente empezó a oler de noche. "¡¿Ves a donde llegamos a pesar de ti?! ¡A San Francisco, carajo!"

Juan Pablo tuvo que sujetar su sombrero con una mano a pesar de la pañoleta por el fuerte viento en contra. Lo único que se veía de su cara era su sonrisa ancha, que hasta las gigantescas gafas del sol no podían tapar.

Se sentía como si se debiera a sí mismo hacer este viaje y cumplir su lista. Se lo debía al Juan Pablo de hace dos meses, cuya preocupación más grande eran los resultados de su equipo de fútbol. ¿Qué hubiera esperado este Juan Pablo de su vida? Hubiera querido ser futbolista profesional o viajar el mundo; experimentar cosas nuevas, celebrar y enamorarse. Pero nunca hubiera querido que su vida fuera aburrida.

"Siento mucho frenar tu entusiasmo, pero ¿tienes alguna idea de dónde podemos dormir?" preguntó Simón. Había conducido por más de cinco horas y le gustaría descansar un poco.

"¿Dormir?" Villa rió mientras desató la pañoleta de su cabeza. "¡Hoy no vamos a dormir!" declaró y levantó la pañoleta al aire para que también todos los otros coches vieran sus ganas de celebrar.

"¿No vamos a dormir?" De repente, todo el sueño de Simón desapareció. Claro que lo ignoró si Villa lo quería.

"No. No podremos descansar porque yo no quiero." No le dio atención a su amigo, sino observó la ciudad a su lado. "¿Cómo crees que podremos dormir si probablemente necesitaremos compartir una cama en un motel barato?"

Simón tragó saliva. "¿No puedes dormir con otra persona en la misma cama? ¿Necesitas más espacio?"

"¡Qué inocente eres, Simón!" exclamó Juan Pablo y rió. Se quitó las gafas de sol y miró al otro chico. El coche se detuvo en un semáforo, dándole a Simón la oportunidad de devolverle la mirada. "No puedo dormir en la misma cama que tú porque quiero hacer todo en esa cama contigo, aparte de dormir."

Simón parpadeó dos veces. ¿Esto significa lo que pienso que significa? No había razón para verbalizar sus pensamientos después de escuchar las palabras siguientes de Villamil.

"Quiero que no lleguemos a dormir porque tendremos sexo largo, duro e inolvidable."

Simón simplemente no estaba capaz de producir un orden de palabras con sentido que pudiera responder.

"¿No dirás nada? ¿Acaso no estás de acuerdo con mis planes?" Villa sonó ofendido de no obtener una respuesta positiva, así que Simón se la dio.

"Claro que quiero tener sexo contigo, Villa," dijo Simón completamente serio. Juan Pablo volteó su cabeza con incredulidad.

"¿Qué?"

Antes De Los VeinteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora