Tenias que ser tú, estúpida

950 116 5
                                    

|~Capítulo treinta y uno~|

—Mamá... ¿Éstas segura de que...?

—Yuni, por favor.

Mi padre camina hasta mí rápidamente, apenas me levanto cuando él ya me está abrazando. Lo escucho llorar y siento las lágrimas una vez más a punto de salir, acaricia mi cabello y se separa para analizar mi rostro bañado en mis lágrimas. Las limpia y sonríe triste, sus ojos estan hinchados, sus mejillas están rojas, trata de hablar pero no lo logra.

—Yo también te extrañé, mucho.—digo y él solloza.

Sus manos tiemblan a medida que inspecciona mi rostro—Ay, mi pequeña yo...

Sé lo que quiere decir, posiblemente me diga que todo es su culpa y palabras cómo las de mi mamá, lo entiendo y no quisiera estar en su lugar. Ambos fueron fuertes, no me quiero imaginar que es pensar o creer que tu hijo está muerto... todos fueron fuertes, porque Yuni también lo fue.

Lo miro con ternura y niego—Papá, no tienes nada que explicar... mucho menos pedirme perdón, pero si te hace sentir mejor yo te perdono de todo corazón.

Estuvimos un ratos más abrazados, nos sentamos junto a mamá y ambos me abrazaron. No paraba de llorar era un mar de lágrimas, me habían hecho tanta falta. Ellos eran la pieza faltante en mi rompecabezas, por fin me siento completa.

Yuni se va a su cuarto y cierra la puerta detrás de ella, no dijo nada más que mi nombre y sólo me miró sin creérselo. La vi llorar, por ello salió casi corriendo para esconderse en su habitación.

Mis padres intercambian miradas preocupadas, sé lo que piensan. No va a ser fácil, ella me hizo la vida añicos desde que se hizo novia de SeokJin, cuando llegó por primera vez al instituto recuerdo su mirada asustada, casi idéntica que cuando hoy me vio. Ella sólo comenzó a mostrarse cada vez más rebelde, por razones ajenas su mirada de odio hacia mi parte nunca pasaban desapercibidas y todo empeoró cuando se "integró" a nuestro grupo.

Ahora que sé, que es mi hermana yo sinceramente no me lo puedo creer. No sé como tomármelo, mucho menos sé que es lo que ahora ella piensa de mí. Tenía que ser ella sangre de mi sangre, entiendo que no es mi obligación quererla o perdonarla, por más que sea mi familia no está bien forzar un cariño, pero de todas formas necesitaba tener una especie de charla para dejar la fiesta en paz.

—Yo... iré a hablar con ella.—informo para luego ir por donde se fue.

Tenía que hacerlo, no podía irme sin pasar palabras con ella. Me acerqué a su puerta y no negaré que me siento nerviosa, posiblemente me mande a la mierda, es capaz de nisiquiera abrirme la puerta... pero con intentarlo no pierdo nada.

Golpeo mis nudillos suavemente contra la madera de la puerta y espero su respuesta, no invadiría su privacidad y mucho menos podía arriesgarme a tener una pelea.

—Pasa.—su voz sale con un tono bajo y acuosa.

Entro y veo una habitación de color salmón, una espaciosa cama y una chica llorando en ella. Me tenso al verla en tal estado, su maquillaje se corre por sus mejillas y tiene la vista perdida. Cierro la puerta pensando en que hacer, me acerco y ella sube su mirada.

—No te me acerques...—dice frenandome en seco, me quedo donde estoy y me comienzo a sentir nerviosa.

Su tono no es brusco o tan siquiera intimidante, es más bien triste y vacío. Vuelvo a acercarme y me siento a su lado, sabía que no me haría nada, podía sentirlo en su mirada. Ella suspira, enreda sus manos en su cabello y trata de mirarme fastidiada... no sabe mentir.

ʜᴀʀᴅ ʟᴏᴠᴇ - ᴋɪᴍ ᴛᴀᴇʜʏᴜɴɢ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora