¿Tú me amas a mí?

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|~Capítulo veintinueve~|

Lo último que pude ver antes de que alguien me tomara del brazo era a esa señora, su cara envuelta en lágrimas y dolor mientras cada vez me alejaban más de ella, esa mujer que me transmitía calidez y tranquilidad.

El miedo me invade, no sé donde estoy y tengo mucho frío, un bombillo de luz amarilla cuelga del techo, lo único que se puede escuchar son gotas golpeando contra el suelo, las paredes dañadas y de color verde obscuro emiten un olor a putrefacción. No pasa mucho cuando comienzo a llorar, mi ropa está sucia y rota por todos lados, mi llanto es alto y no dejo de pronunciar un nombre que es cada vez más lejano.

No entendía porque estaba aquí, si no había hecho nada malo. La necesidad de querer estar con esa mujer castaña va creciendo junto a mi temor y desesperación, es cercana e importante para mí... lo puedo sentir. Quiero que alguien me proteja, estar de nuevo en ese jardín y no aquí.

Ni siquiera sé cuánto tiempo llevo sin comer, sin beber agua o cuánto he dormido. Cada vez que intentaba abrir los ojos estos se caían de nuevo, el pinchazo en mi brazo no pasaba desapercibido y mucho menos el doloroso líquido esparcirse en mi brazo.

Quien sea... ayudenme, ya no quiero estar aquí.

El sonido de llaves chocar y una cerradura abrirse me hizo correr hasta una esquina para esconderme en la oscuridad, una puerta se abre dejando ver una sombra grande con forma de persona acercarse a mi con paso pausado, había dejando de sollozar pero las lágrimas seguían cayendo como cascadas.

Me encojo en mi lugar y el hombre se pone de cuclillas frente a mi sonriendo de forma que causaba miedo, sus dientes amarillos me dieron asco y su descuidada barba estaba sucia.

—Hola pequeña...

Silencio, no respondí.

—¿Acaso no te enseñaron modales?—preguntó con voz carrasposa.

—Sí, por eso no hablo con usted. Es un extraño.—el señor miró a otro lado y se rió sobando su barbilla.

—Con que eres una maldita mocosa grosera, creo que me dirvertire un rato contigo.—ni que trajera muñecas para jugar al té.

—Mira, no me interesa si me conoces o no. Sólo dime dónde está tú estúpido padre.

—Él no es estúpido.

—Cállate y dime... ¿Dónde está tú mugriento padre?—alzó la voz, me asusté y me pegué más a la pared que estaba húmeda.

Las lágrimas amenazaban con volver a salir.

—N-no sé...—digo con voz temblorosa.

Él me tomó del pelo y me halo hacia donde se encontraba, grité muerta de miedo y comencé a temblar.

—¡Eso no es lo quiero escuchar! ¡Quiero que me digas dónde está tu maldito padre, mocosa inservible!—mis llantos eran gritos, sentí como yo me orinaba encima mientras sólo lloraba.

—¡No sé! ¡Ayuda, mami por favor! ¡Quiero mi papá!—el hombre estrelló mi cuerpo contra la pared y solté un grito de dolor—¡Mami!

Al ver que sólo lloraba me soltó de forma brusca contra el frío y duro suelo, se levantó y lanzó un suspiro tirando su cabeza hacía atrás. De repente sacó un arma y me apuntó, sólo grité y lloré aun más fuerte envuelta en el miedo.

ʜᴀʀᴅ ʟᴏᴠᴇ - ᴋɪᴍ ᴛᴀᴇʜʏᴜɴɢ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora