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Otra de tus tardes de danza resulto normal, como siempre, aunque esta vez viste un rostro nuevo entre la multitud. Sonreíste en dirección a Genji cuando este agito su mano entre la multitud que aplaudía y clamaban tu nombre a coro. Hiciste una reverencia a todos y te retiraste de la improvisada tarima que lograste hacer con ayuda de los habitantes después de algunos meses.

– Ya note que las palabras de los demás no hacen justicia a tus bailes. – Escuchaste la voz de Genji a tus espaldas y te giraste para ver como mantenía una sonrisa radiante en su rostro la cual se te contagio.

– Muchísimas gracias Genji. – Dejaste salir una risa corta cuando al verlo nuevamente había tomado una máscara de la caja a su lado poniéndosela.

– ¿Me veo fantástico, cierto? – Movió exageradamente tu cabeza fingiendo mover su cabello largo mientras posaba de manera rara. Sacándote una sonrisa más grande mientras tomabas un velo de la caja y se lo ponías también.

– Perfección. – Hiciste una seña de aprobación con tu mano siguiéndole el juego y ambos empezaron a reír a la par. Para cuando finalmente dejaron de hacerlo Genji volvió a hablar.

– ¿Harás algo ahora? – Pregunto risueño a lo que negaste, no solías hacer nada después de las presentaciones más que ir a tu hogar y dormir hasta la mañana siguiente. Su entusiasmo se reflejó más con tu respuesta. – Acompáñame a ir por dos tazones de ramen, yo invito.

– De acuerdo – Diste un ligero asentimiento con tu cabeza. – Déjame terminar de recoger las cosas.

– Te ayudare.

Genji te ayudo a terminar de recoger las cosas que habías traído y luego se ofreció a llevar la caja, aunque esta o pesaba nada, comenzando a caminar hacia el local que él había comentado. Naturalmente preferías otra clase de alimentos además del ramen pero al llegar aquí debiste adaptarte a la comida de la villa. Cuando ambos entraron al local Genji dejo la caja a un lado de la barra y te invito a sentarte mientras hacía el pedido. Para cuando volvió se sentó junto a ti frete trayendo consigo dos latas de soda.

– Así que (Tn) – Dijo dando un pequeño sorbo al igual que tu –, cuéntame sobre ti. ¿De dónde provienes?

– ¿Además de ser bailarina? – Preguntaste, a lo que él asintió despacio y mirándote con atención. – Bueno, me mude a Hanamura para huir de mi familia.

– ¿Por qué huiste de ellos? – Su rostro se frunció en preocupación ante la manera en la que lo dijiste; con la cabeza baja y una mueca en tus labios.

– Querían que me hiciera cargo del negocio familiar – Contestaste –, y yo no deseaba eso. Quería bailar y por eso vine hacia aquí; sabía que ellos no me encontraría aquí, Hanamura es muy aislada.

– Entonces tenemos algo en común; mi familia también quiere que herede el negocio, cosa que obviamente tampoco quiero hacer – Imito tu expresión aburrida pasando pocos segundos después a una sonrisa cerrada. –, pero sé que mi hermano Hanzo lo hará mejor que yo. Confió en él. Tengo el sueño de convertirme en el mejor jugador de árcade del mundo.

– ¿Y si él se puede hacer cargo por qué no te vas? – Preguntaste con calma. Rasco su nuca y soltó un suspiro negando con la cabeza.

– Mi familia es muy persistente, me encontraría en semanas sin importar a donde vaya. – Notaste su ánimo decaer un poco por lo que apoyaste tu mano sobre la suya dando un ligero apretón.

– Estoy segura tu familia lo entenderá un día.

– Quien sabe, estoy seguro que aun teniendo ochenta y cuatro años, que es cuando me dejaran salir; podre ser un campeón. – Carcajeo de manera corta antes de giñarte un ojo. – Pero soy feliz de saber que al menos alguien igual a mí sí cumplió su sueño.

Ambos dejaron de hablar cuando sus latos fueron puestos sobre la barra, observaste a Genji tomar con agilidad los palillos y llevarse los fideos a la boca sin problemas u ruido; por tu parte dudaste un poco empezando a moverlos tímidamente siendo observada ahora por Genji. Quien supo de inmediato que te sucedía y en un acto atrevió te quito los palillos y elevo una porción a la altura de tu boca. Lo miraste con el ceño fruncido por la sorpresa y mirando por un momento a los lados. Realmente no lo creías necesario pero caíste ante su mirada fija y suplicante obligándote a ti misma a inclinarte al frente para abrir tu boca e ingerir de los palillos, estando bajo su atenta mirada llena de alegría. Masticaste con rapidez y te volviste a inclinar sobre la barra cubriendo con una mano tu rostro rojo por la vergüenza.

– Creo que puedo comer sola, Genji. – Tartamudeaste estirando tu mano y tomando torpemente los palillos de vuelta.

– No me arrepiento de nada – Te sonrió ante de volver a su propio plato, dándote una última mirada de reojo junto a un giño y moviendo sus palillos con destreza. Presumiéndote su habilidad en cara pero harías algo mejor.

Dejando los palillos de lado tomaste el bol con ambas manos y le devolviste la mirada antes de levantarlo y comer de esta forma; reíste entre dientes cuando su rostro se descoloco. Normalmente nadie comería ramen de forma tan tosca y brusca como lo habías hecho por el simple hecho de que era mal visto en las crianzas japonesas, mas sin embargo le pareció divertido e imito tu acción. Ambos rieron a la par mientras eran observados desde lejos por los otros comensales; algunos divertidos y otros disgustados por sus modales. Cuando finalmente ambos terminaron y Genji pago tomando la caja nuevamente bajo su brazo comenzaron a caminar hacia el pequeño puente que marcaba el comienzo de las afueras de la villa.

– Gracias por todo lo de hoy Genji, realmente fue muy divertido este día – Confesaste tomando la caja que te extendía.

– Para mí también lo fue; si quieres podemos ir a comprar helado luego de tu próxima presentación. – Sonreíste sonrojada ante su comentario, viendo como estaba de igual forma que tú. Asentiste con entusiasmo de más y luego notaste como se inclinó un poco sobre ti, dejando un ligero beso en tu frente, dejándote embobada. – ¡Hasta pasado mañana, (Tn)!

Cerraste tu boca entreabierta viendo como rápidamente su figura se marchaba entre las pocas personas que quedaban por la calle. Golpeaste ligeramente tu mejilla obligándote a bajar la expresión tonta en tu rostro y empezaste a caminar hacia tu hogar soltando pequeñas risas a medias de camino; ese chico realmente era un encanto.

Para cuando estuviste bañada y pasaste por la puerta abierta de la cocina sentiste un escalofrío subir por tu espalda. Te sentías observada. Cerraste la puerta y te convenciste a ti misma que solo era la emoción restante del día de hoy lo que había provocado eso.

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora