31: Espacios cerrados

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– ¡Genji!

Tu pecho se sacudió mientras te levantabas completamente de golpe del futon, tropezándote con tus propios pies y cayendo al suelo en un golpe seco y doloroso. Respiraste de manera agitada cubriendo tu rostro en llanto, sollozando con fuerza mientras escuchabas pasos casi sordos a tu alrededor seguidos por el sonido de algo contra el suelo. Pronto tu cuerpo fue apoyado en una superficie dura y fría.

(Tn), amor. – Escuchaste la voz susurrante de Genji sobre tu oído izquierdo, sacándote otro jadeo lastimero.
Acuno tu rostro entre sus manos sintéticas y te observo por debajo de la oscuridad, teniendo como ayuda las luces Leds que emitía ciertas zonas de su cuerpo – Estoy aquí. Dime que ha sucedió.

Era tan real Genji. ¡Veía tu cuerpo muerto! ¡Otra vez! – Restregaste las lágrimas en tu rostro con las palmas de tus manos, intentando quitar aquellas grotescas imágenes de tus ojos.
Tus hombros se sacudieron en el hipo de tu cuerpo. – No las soporto, no soporto estas pesadillas tortuosas Genji, no puedo más...

– Hey, respira y mírame.

Hiciste lo que pidió y apartaste las manos de tu rostro para mirarlo. Observando por varios segundos la manera en la que su rostro compasivo y sus ojos apacibles te miraban con completa atención. Logrando arrancarte un último suspiro antes de que las lágrimas dejaran de bajar por tus mejillas. Restregaste tu rostro en la palma de su mano izquierda cerrando tus ojos e intentando calmarte.
Rozaste la superficie de tus labios contra su mano, notando la textura fría de la fibra.

– Todavía no puedo creerlo, no puedo creer que realmente estés aquí.

– Ya ha pasado bastante tiempo, (Tn). No me iré a ningún lado, estoy aquí junto a ti.

– Lo sé Genji, lo sé.

Genji tenía razón, muchísimo tiempo había pasado ya desde su regreso sorpresa a Kanto. Cuatro años. Todos tus criados se habían enterado de su relación aquella misma mañana cuando ambos fueron sorprendidos por algunos criados menores e incluido el mismísimo Hisao; quien por supuesto se había mostrado sumamente sorprendido por el hecho de que se hubiera tratado de Genji. Realmente nadie lo había podido reconocer con esa nueva apariencia y en tantos años.

Temo que al despertar todo esto fuera un sueño...

Las pocas pero feroces noches en las que las pesadillas azotaban tu mente, no daban un buen resultado en tu cuerpo durante el día.

Te afectaban a ti tanto como a Genji. No disfrutaba de verte cabecear durante el día debido a cansancio de pasar la noche en vela. Ni tampoco disfrutaba de tus gritos debido a los miedos nocturnos que, por como describías aquella pesadilla cada vez que ocurría, parecía tomar lugar nuevamente en el salón Shimada. No comprendía el porqué de que eso pasara, ambos habían hecho las paces con su hermano Hanzo e incluso compartían tiempos para visitar lugares en grupo.
Esa pesadilla no tenía por qué estarse repitiendo casi todas las noches.

Movió tu cuerpo entre sus brazos para que apoyaras todo tu peso sobre su pecho, completamente seguro de que su cuerpo ya estaría lo suficientemente cálido para ti. Apoyo su rostro sobre tu hombro, por encima de los dobles de la ropa, dejando un pausado beso sobre la piel de tu nuca descubierta al hablar:

– Cuéntame que soñaste.

Lo mismo de todas las noches – Respondiste desganada, notando su mano derecha acariciar tu brazo por encima de la ropa trazando círculos pausados
– Entraba al gran salón, había sangre por todas partes y encontraba tu cuerpo desmembrado por todo el lugar... luego recogía tu cabeza decapitada del suelo...
No quiero que eso ocurra, no lo soportaría. Ninguno lo haría.

– Nada de eso va a ocurrir (Tn), no tiene por qué pasar ahora. Lo sabes.

No recibió respuesta de tu parte, solo un ligero asentimiento con la cabeza y un suspiro. Los siguientes minutos solo se dedicó a balancear ligeramente tu cuerpo y dejar besos húmedos al costado de tu rostro y hombro, produciéndote ligeros escalofríos a contraste de la sensación cálida que desprendía su pecho. Miro al reloj sobre la pequeña mesa en la habitación y cayó en cuenta de que apenas seria la mitad de la madrugada. Sabía que difícilmente volverías a dormir por más ganas que tuvieras.

Sacudió ligeramente tus hombros para conseguir tu atención – Quizás un baño de agua caliente te haga bien, vamos.

Levantándose primero, Genji te ayudo a ponerte de pie, viendo de inmediato como tus piernas falseaban y de manera poco efectiva intentabas disimular el dolor por la caída. Había sido una caída muy fuerte por el resonar del golpe. Extendió sus brazos para cargarte e evitarte más molestia pero te negaste con una mueca desganada. Avanzaron por los pasillos silenciosos, naturalmente habría dos o tres criados caminando por ellos pero no a estas horas; tenían sus horarios y no se levantarían al menos de que fuera una emergencia y por el poco ruido que había ocurrido ninguno se había levantado. Los únicos que estarían despiertos a estas horas serían los guardias, y solo pasaría pocas veces por los pasillos del interior. Genji abrió la puerta del cuarto que baño que usabas y la cerro una vez ambos estuvieron dentro, viendo cómo te acercabas hasta la enorme bañera metías una mano en el agua que reposaba allí.

Mantuvo su mirada sobre tu cuerpo mientras retirabas las prendas, termino viendo que la aun yaciente cicatriz en tu espalda baja era cubierta por las hebras de tu cabello al ser soltado de su cinta. Termino arrodillándose junto a la bañera luego de doblar tu ropa y ponerla sobre el banco de madera que estaba ahí, quedando frente a tu rostro reposado sobre el borde pulido. Extendió una de sus manos y la paso de manera delicada entre tu cabello, notando como algunas hebras se habían vuelto blancas y brillantes, tu cabello se había llenado por canas esparcidas a una edad relativamente corta. Pero no estaba muy atrás de ti, cada vez que retiraba el armazón en su cabeza y su cabello brotaba se dejaban ver los costados de su cabello ligeramente blanco junto con la parte del frente.
Ninguno estaba libre de esas canas.

Sujeto los mechones ahora humedecidos por el vapor del agua y los aparto de tu rostro; tus ojos cansados se contrajeron junto a una sonrisa aun desganada. Lastimera y depresiva. – Lamento que debas aguantar todo esto, entenderé si llegas a cansarte de mí.

No sería capaz de hacer eso, estuviste en mis peores momentos – Una sonrisa sincera acompaño sus palabras, dejándote saber que eran tuyas igual. – Me esperaste durante varios años manteniendo tu promesa de amor, no te abandonaría por causa de unas pesadillas erróneas. No me iré de tu lado, (Tn).

Su cuerpo se inclinó hacia adelante, dejando un beso sobre tu coronilla y suspirando en tu pelo antes de bajar lo suficiente su rostro, cerrando el espacio. Moviendo tu cuerpo contra el suyo en un desesperado e inconsciente acto por busca de seguridad, de tranquilidad y por huir de todo, tu cuerpo termino saliendo parcialmente del agua. Dejando que las gotas se resbalaran de tu cuerpo hasta caer sobre el armazón blanquecino y parte del suelo.

Esperando que de alguna manera esas pesadillas cesaran de una vez por todas.

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora