1

1.4K 103 10
                                    


Hace un año. Un año era lo que llevabas viviendo en las afueras de Hanamura luego de haber dejado a toda tu familia tu ciudad natal en busca de un camino propio; demasiadas responsabilidades que eran echadas sobre tus hombros.

Las personas del pueblo más allá de la diferencia procedencia eran muy cordiales contigo cuando ibas al centro del pueblo para abastecer tu alacena o cuando ibas para dar una de tus clásicas presentaciones; te dedicabas a la danza contemporánea, relatabas historias con los movimientos de tu cuerpo. Por supuesto que al inicio las habitantes te vieron un poco fuera de lugar debido a que era algo nuevo, pero cuando empezaron a verte más seguido y ver con atención tus presentaciones en la plaza pudieron descifrar lo que querías expresar con movimientos. Así comenzaste a ganar fama en cada presentación hasta el punto en el que cada dos días, cuando ibas a presentarte, ya tenías a un grupo de personas esperando por ti. Podías decir que hasta conocías perfectamente sus rostros de memoria.

Solías bailar historias folklóricas adaptadas a tu manera, implementando el vestuario adecuado para la presencia tanto de adultos como de jóvenes y dejando rienda suelta a lo que pasara después para al final del día, ser recomenzada con una muy generosa suma de dinero. Muchas veces los residentes y dueños de bares locales te habían ofrecido un puesto ahí pero lo rechazabas, estabas satisfecha con lo que te habías ganado.

Sonreíste un poco antes de emprender tu camino hasta las afueras de la villa; dirigiéndote a tu pequeña pero cómoda casa, llevando entre tus brazos la utilería y reproductor que siempre llevabas. Más te detuviste abruptamente cuando casi chocabas con un joven, si no fuera porque él se había apartado con rapidez seguramente todo estaría esparcido en el suelo.

– ¡Perdóneme! – Exclamaste recomponiéndote mostrando una expresión apenada.

– Ten más cuidado. – Dijo a secas el joven, echando para atrás tu cabello negro, le llegaba a los hombros y mostraba una expresión dura y molesta mientras mantenía su mirada fija sobre ti.

– ¡Hanzo! – Una tercera voz se hizo presente entre ustedes, dejando paso a la imagen de otro muchacho quizás un poco más joven que el primero, con el cabello ligeramente largo y de color verde. Miro por unos segundos a... Hanzo y luego a ti, mostrando una sonrisa radiante que te hizo sentir cómoda a diferencia de la del otro. Rápidamente se acercó a ti. – Hey, tú eres la chica de las presentaciones.

– La misma. – Respondiste a menas con una sonrisa.

– He oído de ti, los habitantes dicen que eres genial – Se inclinó levemente frente a ti uniendo sus manos –. Mi nombre es Genji, un gusto. Y mi hermano Hanzo, por supuesto – Este último solo se dedicó a mirar hacia otro lado cruzado de brazos. –. Déjalo, es un amargado.

– (Tn), me alegra saber que mis presentaciones andan en bocas de otros – Dejaste una sonrisa en tu rostro, inclinándote de igual forma que él y cuidado de que las cosas no salieran de la caja.

– ¿Y hace cuanto que estas en Hanamura?

– Poco más de un año, asumo que eres residente aquí desde hace mucho tiempo. ¿No?

– Desde que estoy en el vientre – Te giño un ojo en un gesto divertido, era muy alegre por lo que notabas. Se escuchó un carraspeo por parte de Hanzo y le dio una mirada a Genji. – Bueno, nosotros debemos irnos. Fue un placer hablar contigo (Tn), espero que volvamos a vernos pronto. ¡Te veré en una de tus presentaciones!

No dijiste nada y moviste tu mano en despedida mientras veías a ambos irse a paso apresurado. Seguiste con tu camino pocos segundos después, llegando al anochecer a tu hogar; el camino de la villa a tu hogar era algo largo pero te habías acostumbrado. Cruzaste el umbral y dejaste la caja sobre la pequeña mesa que estaba en el recibidor, quitándote los zapatos y caminando hasta el teléfono escuchando cada mensaje de voz que siempre dejaban tus familiares; por supuesto que no volverías con ellos. Borraste todos los mensajes y caminaste hasta el baño.

Para cuando te acostaste sobre tu cama en el suelo no pudiste evitar poner una sonrisa boba en tu rostro al recordar a Genji, fue muy agradable y esperabas verlo nuevamente.

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora