34: Perdón

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Una mano ajena cubrió tu hombro, por encima de la camisa de mangas largas que llevabas ese día. El tacto era áspero y cálido, pero no miraste para saber de quien se trataba. No sentías curiosidad de saberlo.


Una voz con acento familiar y pesada se escuchó a tu lado:

¿Cómo te sientes?

No lo sé– Murmuraste apenas–, no sé realmente cómo quiero sentirme.

Algunos mechones de tu cabello cubrieron por momentos tu rostro, cubriendo tus ojos vacíos y sin brillo aun estando frente al sol ligero del lugar.

Hacía más de dos días que estabas en ese estado y ya todos los compañeros de Genji estaban preocupados. Saber que la esposa de uno de sus compañeros no tenía más que una expresión muerta era mucho en lo cual pensar. Sobre todo con lo que había pasado dos días atrás también, pues luego de que Genji te encontrara frente al espejo con el cuerpo marcado dio aviso a Ángela. Esta termino sacando su equipo de emergencia e inyecto algo en tu cuerpo; sorprendiéndose a sí misma y a Genji al decirle lo baja que se encontraba tu presión. Comento que mucho no habría faltado para que terminaras desmayada yendo a algo peor.


Me han dicho que no has comido nada en el desayuno.

No tuve apetito.


Genji termino gritándole a Ángela, en un arrebato de histeria por tan solo verte más tarde sedada aquel día hasta quedar dormida. Pero no recibió más respuesta que los brazos de su hermano conteniéndolo a la fuerza; tan mal estaba que parecía haber olvidado que su fuerza podía sobrepasar la suya. Luego termino disculpándose para echándose a llorar lejos.


Pasaste tu brazo por tus hombros apoyándote a los lados de la ventana donde estabas sentada.

¿Era yo?– Pregunto serio– ¿Fue a mí a quien viste en tu sueño, cierto?

Fue tu espada lo que vi.

Sabes que nada de eso podría volver a repetirse. No ahora ni luego– Sus palabras parecieron trabarse por un momento.

Lo sé. He intentado abandonar ese sueño basado en tus palabras y en las de Genji – Giraste para ver su rostro serio y la pizca de compasión en sus ojos oscuros; inquietos –. Pero no se van, las pesadillas persisten.


Apartaste tu mirada para ver atreves de la ventana, mirando sin demasiado entusiasmo el azulado y brillante paisaje que se mostraba frente a ti desde que habían llegado. Te apenaba no poder disfrutarlo al máximo por estar hundiéndote en tu malestar.

Genji estuvo vagando por muchos años– Dijiste despacio–, buscando como calmar su mente y alma. Por su propio bien y el nuestro... Y cuando finalmente logra superar esa prueba y vuelve junto a mí... comienza esto.

Un apretón sobre tu hombro hizo que lo observaras de nuevo; esta vez tenía los ojos cristalizados y no dejaron de observarte aun cuando se levantó de su asiento para terminar arrodillándose sobre la alfombra que estaba al pie de la ventana. Te observo por un momento antes de apoyar su cabeza sobre tu regazo.

Yo... yo he causado todo esto– Escuchaste un gemido ahogado– Soy el único responsable de que todo esto ocurriera. ¡Estuve mal desde un principio!

Hanzo...


Aparto su rostro de tu ropa, dejando ver como unas lágrimas comenzaban a caer.

Siempre he sido el detonante de todas las cosas malas que han ocurrido en sus vidas, en su relación incluso. Cuando Genji te conoció en Hanamura se volvió aún más dichoso de lo que era antes y... luego entre yo. Diciendo que debías alejarte de él porque lo distraías, ¡Pero qué imbécil! Solo empeore todo ya que él se descarriló y provoco que el consejo lo despojara; logrando ponerme la idea de asesinarlo y tú...

Pusiste tu mano sobre los labios de Hanzo, haciéndolo callar y pudiendo sentir como tu mano se humedecía por su llanto.

Basta.

Apoyaste tu rostro sobre la cabeza de Hanzo alzada sobre tu regazo, pasando luego tus manos sobre sus hombros, abrazándolo de manera suave y débil. Realmente no había mucha fuerza en tus brazos y su piel se erizo ante lo fría que estaba la tuya. Sujeto tus muñecas de manera firme mientras suspiraba de manera lenta, calmándose de a poco al mirar el reflejo del espejo que estaba al costado junto a la ventana.

Hizo una mueca de impotencia al ver la manera en la que tus labios mostraban una sonrisa ligera. Escucho un suspiro provenir de ti antes de que tu voz hiciera eco.

Han sido suficiente años de culpa. Detente. Tienes mi perdón Hanzo... Yo te perdono.

Noto como girabas tu cabeza lo suficiente sobre la suya para dejar un beso sobre su cien. Sus labios temblaron en una sonrisa mientras sentía sus ojos volver a humedecerse.




¿(Tn)?

Genji asomo su rostro entre el espacio de la puerta abierta.

Silencio, no la despiertes.

Reconoció la voz baja de Hanzo en el lugar, sorprendiéndose un poco al verlo sentado en la silla junto a la cama, contigo recostada en esta. Cuando dio pasos dentro del lugar noto que te encontrabas dormida, de inmediato pensó en que habías terminado tomando aquellas pastillas y su rostro se tornó algo decaído.

Hanzo se levantó metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón con una sonrisa que extraño a Genji.

¿Sucedió algo?– Hablo en un tono bajo.

Algo bueno. Te alegrara saber que (Tn) quiso comer algo – Se le hizo una sonrisa en su rostro al oír a su hermano–... Y, pudo dormir sin tomar las pastillas y tampoco ha tenido alguna pesadilla en lo que lleva.

Genji termino llevándose ambas manos a su nuca, sonriendo de oreja a oreja ante esa noticia notando como su pecho se llenaba de aire que deseaba dejar salir en un grito. Pero se contuvo caminando hasta el azabache para abrazarlo siendo correspondido.

Eso es estupendo Hanzo, es maravilloso– Se separó luego de algunos segundos, detallando como su rostro estaba marcado por el paso seco de lágrimas–. ¿Estabas llorando?

Oh, sí es que también paso otra cosa– Paso un dedo por el rabillo de su ojo por impulso formándose una sonrisa más suave en su rostro– (Tn), ella me ha perdonado.

¿De verdad?– Recibió un asentimiento y no dudo en abrazarlo otra vez– Santísimo... este día no podría ser mejor.


A Genji casi se le sale una lágrima de la felicidad que sentía en su pecho. Todo lo que le había dicho Hanzo era estupendo. El hecho de que comieras y pudieras dormir sin pasillas reflejaba que comenzarías a recuperarte. Y que lo hubieras perdonado significaba aún más para Hanzo, en todos esos años que pasaron desde Hanamura no pudo alcanzar la paz al mirar su reflejo sobre tus ojos.

Sentía la culpa al solo mirarte, imaginando que aun mantendrías rencores más ya no sería así.

Ambos dejaron de abrazarse entre pequeñas risas al oír una ajena, girando sus rostro y detallando como aun estando dormida sonreías. Parecías estar disfrutando de un sueño sin pesadillas. Genji suspiro antes de palmear la espalda del contrario con suavidad.

Vayamos afuera, dejemos que duerma.

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora