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Caminaste de manera lenta por los pasillos vacíos, escuchando el suelo de madera crujir algunas veces bajo tus pies a la vez que frotabas tus manos entre sí por dentro de las mangas de tu ropa. Te hallabas nerviosa, tratando de hacer o idear alguna palabra coherente para decir a Genji. Pero no podías pensar en nada más allá que la última versión de su imagen que viste la noche pasada; corrupta. Y por supuesto que también intentabas mantenerte firme en las cosas anteriores, sus acciones, su bondad y lo hermoso que llegaba a ser más allá y estabas más que segura de todas aquellas cualidades entonces... ¿Por qué debía afectarte tanto? ¿Por qué tu moral habría de estar tan torcida lejos de la suya ahora? ¿Por qué la ponías a ella antes que a lo que realmente significaba Genji para ti? ¿Por qué no podías ignorar todo aquello?

Pasaste una mano por un costado de tu cabeza, notando un persistente dolor ahí que ni siquiera pensabas comentar. No deseabas tener encima a alguno de los doctores o a los criados, o incluso a Gabriel preguntándote por tu salud cada cinco minutos. No tenías atención para dicho tema ahora y estabas segura de que tarde o temprano desaparecería.

Detuviste tus pasos para mirar en dirección al jardín, notando una sombra con destellos de luz roja en su espalda. Inhalaste tan profundo como pudiste y dejaste salir todo el aire avanzando hacia él con un paso lento y poco decidido. Te detuviste a su lado, observándolo de reojo y notando como mantenía la mirada fija en el árbol de cerezo aun sin florecer. Sin mover mucho tu mano, levantaste tus dedos para rozar los suyos y dar un respingón por lo frío que se encontraban. Tu rostro se frunció.

Tu mano esta helada. Deberías cubrirlo. – Te atreviste a comentar. Manteniendo tu voz por debajo de lo necesario. Sabías que de cualquier manera te escucharía.

Perderé mi brazo pronto de cualquier modo. No tiene caso que busque mantenerlo abrigado. – Respondió seco.

¿Perderlo? – Preguntaste de inmediato, preocupándote. – ¿Perderlo de qué forma?

La circulación está fallando, la sangre no corre como debería. Por eso esta tan frío. Ángela ha dicho que puede hacer que vuelva a circular pero tarde o temprano empeorara de nuevo – El armazón de su pecho se agrando al inhalar de manera lenta y ruidosa.
– De ser así no tiene caso seguir manteniéndolo; cuando vuelva le pediré que lo retire y ponga una prótesis. Será lo mejor.

Pero... solo quedara una pequeña parte de tu pecho.

Lo sé. El maldito de mi hermano hizo bien su trabajo – Giro su rostro mostrándote una sonrisa amarga, doliente –. Aun cuando fui revivido sigue matándote de a poco, parte por parte; me parece una perdida que no pudiera devolverle el favor. Su consejo confeso que se había marchado horas antes; se acobardo de ser el líder perfecto que tanto deseo y todo el mundo espero.

Tragaste saliva de manera torpe, recordando una vez aquel sentimiento que te impedía decirle a alguno de los hermanos sobre el otro ahora. Mas esta vez tenías menos razón para hacerlo; la principal era Hanzo. De comentarle tu corto y complicado encuentro con él a Genji sabías que lo incitaría más a ir por su cabeza y tomaría algo contra ti. No deseabas que manchara más sus manos, ya era suficiente.

Tomaste su mano fría entra las tuyas, observándolo con un rostro angustiado – ¿Realmente deseas asesinarlo? ¿Tanto necesitas saldarlo?

Sus ojos recorrieron tu rostro de un lado a otro, mirándote de una manera molesta pero manteniendo un tono neutro– ¿Qué deseas que haga? He perdido prácticamente toda mi humanidad. Mírame (Tn), mira lo que tienes en frente. La mano que sostienes está muriendo incluso, poco faltara para que me vuelva metal y tubos en absoluto. ¿Y tú? Pasaras de mí, miraras a alguien más de la misma manera que a mí alguna vez.

No pienses solo en eso. ¿Acaso crees que mucho me importara tu aspecto hoy o mañana? – Mostraste una débil sonrisa, llevando tu mano a su rostro – Mientras pueda seguir escuchando tu voz, sabré siempre que serás tú, con o sin mascara. No podría dejar de amarte, jamás.

Deja de ser así – Susurro, devolviéndote el tacto con ambas manos y sacudiendo levemente tu cabeza. Dejándote escuchar un tono errante.
– Deja de ser tan misericordiosa y bondadosa todo el tiempo. Abre tus ojos como yo lo hice mucho antes de perderme a mí mismo (Tn), aprende lo que yo hice al ver como mi propio hermano atravesaba mi cuerpo con una espada y como antes de eso el consejo mostraba su cara más retorcida sobre mí. No hay nada por lo qué ser alguien bueno o siquiera ver las cosas positivas.

Tu sonrisa se agrando más mientras cerrabas tus ojos – Hace muchísimo que los he abierto Genji, aunque no me fue necesario experimentarlo de la misma manera que tú. Solo me ha bastado ver como todos los que conozco se corrompen por una u otra razón.

Sujetaste la empuñadura de su sable compañera y la sacaste de la vaina, poniéndola con la hoja entre sus cuerpos a la misma altura de sus rostros; de manera en la que el rostro de cada uno se reflejaba. Su rostro se frunció, detallando como sus pupilas se hallaban de un color rojizo. Observo la única parte de tu rostro que la hoja del sable no lo llegaba a cubrir parcialmente, detallando tu rostro fruncido con una sonrisa pequeña y amarga. Apreciando como tu pupila aún se mantenía con el brillo característico de siempre.

Sin mediar palabra, caminaste a zancadas hasta pasar por el jardín trasero. Estando segura de que Genji estaría siguiéndote el paso, llevando el arma empuñada aun en mano; guiaste a Genji hasta unas columnas de madera oscura que enseñaban en comienzo a una escalera de piedra subiendo una pendiente bastante larga como para dificultar ver que había en la cima. Moviste tu cabeza indicando que empezara a caminar junto a ti hasta arriba a un paso rápido.

Mientras subían el espesor de los arboles aumentaba, logrando hacer que solo algunos rayos del brillo lunar pasaran a través de las hojas en las copas de los árboles. Su rostro dejo su expresión fruncida cuando al llegar al final de la escalera en la cima noto como multitud de tumbas se alzaban apenas poner pie ahí; al final del patio, por detrás de las tumbas, se alzaba una estructura pequeña. Como una caseta, con puertas corredizas y hecho de madera rojiza. Te seguía hasta allá mirando a su alrededor leyendo las escrituras en las lapidas, dándose cuenta de que habían en total veintiocho tumbas puestas el año pasado; los últimos. Pero había más de veintiocho, no, habían muchas más; todas en un perfecto estado que le permitía ver las fechas que rezaban desde muchísimos años antes. ¿Acaso todos y cada uno de los Uesugi se hallaban sepultados aquí? La pregunta en su cabeza se contestaba sola.

Detuviste tu caminar frente a las puertas de la caseta, entregándole su sable y poniendo tus manos sobre las puertas corredizas, vio como tu pecho subía al respirar. Girando tu rostro lo suficiente tú rostro para que viera tu expresión dura. – Hace cuatro años me preguntaste sobre mi padre, y te dije que había muerto, pero no cómo sucedió. Pregúntamelo ahora, Genji.

Recordaba lo suficiente tu expresión aquel día que le mostraste el retrato de tu padre; triste y melancólica con solo preguntar qué sucedió con él. Y ahora que miraba tu rostro tocando nuevamente ese tema notaba que estabas dispuesta a contarle todo ahora. Las válvulas en las zonas metálicas de su cuerpo liberaron presión y pregunto.

¿Cómo murió Daiki Uesugi?


Tengo que hacerles una pregunta seria, criaturas. Y quiero que la intenten responder con la mayor sinceridad posible desde el punto critico. ¿Qué piensan de Rayita Uesugi? ¿Qué puntos buenos y malos tiene a su parecer?

He querido preguntar eso desde hace tiempo ; v ;

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora