8

498 72 1
                                    



Los días para ti se hicieron más rápidos que de costumbre, llegando a pasar un mes incluso sin poder creerlo. Los días consecuentes a la muerte de tu familia entera no pudiste evitar caer en una depresión; sintiendo cólera por no poder ir siquiera a Kanto para orar por ellos o asegurarte al menos de que tuvieran un funeral digno. Deseabas ir, pero también temías por tu vida y por quienes deseaban terminarla. No podías pensar en un responsable en específico puesto que desconocías la cantidad de encuentros que habría tenido tu madre en tu ausencia. ¿Cómo saber quién había sido en tanto tiempo? Te resultaba imposible a no ser que fueras hasta el palacio y buscaras algún tipo de manifiesto, pero tampoco harías eso.

Estabas en un punto muerto.

Cuando finalmente saliste de tu agujero con ayuda de la presencia de Genji terminaste colgando en tapiz con el Kamon de tu familia en tu habitación a sabiendas de que nadie más que él llegaría a verlo en pocas ocasiones que entraba ahí; seria tu forma de luto y un recordatorio propio de lo que ahora eras. La ultima de tu familia. 

Los siguientes días a eso empezaste a ensayar nuevamente, alejando los pensamientos mal sanos de tu mente y preparándote para volver a bailar en público. Aunque una que otra ocasión tomabas la naginata y practicabas con ella en privado, asegurándote que todas las puertas y ventanas estuvieran cerradas antes de empezar puesto que aun sentías una mirada puesta en ti algunas noches.

Habías prometido frente a tu padre nunca manchar la su hoja con sangre ajena, ni siquiera de algún enemigo en caso de que se dieran uno, y mantendrías tu palabra en alto. Por sobre todo, incluso tu vida. Aun después de su muerte mantenías un gran aprecio por tu padre, reconociéndolo como un hombre benevolente y virtuoso que mantuvo en camino recto a todo el clan durante su tiempo de vida; dejándote como enseñanza multitud de cosas.

Inevitablemente sonreíste al ver los gestos de Genji al trenzar tu cabello, manteniendo su lengua ligeramente afuera mientras fruncía su ceño. Lo admitías de frente, Genji era alguien extraordinario, de carisma propio y alegría. Y aunque tuviste que poner horarios para que viniera a visitarte durante tu retiro temporal para asegurarte de no causarle inconvenientes con su familia (Lo cual negó repetidas veces apenas lo comentaste); apreciabas su sola presencia en tu hogar solitario en estos tiempos de desdicha.

Deberíamos ir por helado – Comentaste, aun con tu cabeza recostada sobre el regazo de Genji, quien hasta ahora se había entretenido haciendo intentos fallidos de trenzas en tu cabello.

Está bien, luego volveré a intentarlo. – Respondió con una mueca puesto que realmente estaba entretenido. Te incorporaste cuando alejo sus manos luego de dejarlo como estaba, aunque ahora iba suelto.

La caminata hasta la villa fue silenciosa y agradable, notando por el rabillo de tu ojo como Genji estiraba varias veces su mano para tomar la tuya, aunque siempre terminaba echándose para atrás y mirando a otro lado sonrojado. Provocándote una sonrisa pequeña cada vez que lo hacía. Cuando estuvieron cerca de la tienda le indicaste a Genji que se sentara en el banco que estaba al frente, siendo esta ve tu turno de ir. La última vez había sido él quien te invito. Te acercaste a la barra siendo atendida de inmediato por el dueño y volviste a salir de la tienda con dos copas a cada mano.

Frunciste el ceño al no ver a Genji donde debería estar.

- ¿A dónde pudo haber ido? – Preguntaste en un susurro, viendo a los lados y sin tener señal de él. Eso te descoloco un poco, puesto que no era natural que se fuera sin más y sin avisar.

Decidiste sentarte en el banco a esperar que Genji volviera, pero conforme el tiempo pasaba su copa empezaba a derretirse y tu preocupación subía. Temiendo porque algo le hubiera sucedido, pero tampoco tendría mucho sentido puesto que estaba en su propio pueblo, todos debían conocerlo como para evitar que alguno le hiciera algo. Al menos de que se tratase de un problema más grave; como su familia. ¿Ocurriría algo malo con ellos acaso? Levantaste tu mirada de tu helado a medio comer y notando como empezaba a anochecer, ese fue tu aviso para volver a tu hogar sintiéndote mal y teniendo que dejar la copa desperdiciada de Genji en la basura. No estabas molesta con él, entendías que algo realmente malo tuvo que haber sucedido para que te dejara así.

Cuando estuviste a pocos metros de tu hogar distinguiste la figura de una persona a pie de esta, apresuraste el paso creyendo que se trataría de Genji pero cuando estuviste lo suficientemente cerca tu animo volvió a decaer; reconociendo la figura de Hanzo y su característico cabello negro.

- Te advertí que te mantuvieras lejos de mi hermano. – Escuchaste su voz apenas estuviste a varios pasos de él. Notando como su mirada se mantenía oscurecida y fruncida.

- ¿Qué sucedió con Genji? ¿Dónde está? – Hiciste un esfuerzo por mantenerte firme ante su expresión, dando dos pasos hacia adelante.

- Él está donde debe, en su hogar; cumpliendo con sus obligaciones. – Respondió, acercándose a ti lo suficiente. – Le has causado muchos problemas a mi hermano, tu sola presencia es un problema aquí. Genji ha descuidado muchas de sus responsabilidades por estar contigo.

Tragaste saliva, notando como apretabas tus propias manos entre sí. Sabías que tarde o temprano algo como esto ocurría por lo que no dijiste nada mirando al suelo. Diste un salto cuando notaste la fría mano de Hanzo por debajo de tu mandíbula, apretando ligeramente tu cuello y provocando que lo miraras a los ojos; se te haría difícil olvidar tu expresión molesta y aun así contenida.

- Si realmente te importa Genji, no te vuelvas a acercar; lo distraes de su verdadero objetivo dentro de la familia.

Un nudo se formó en tu garganta, haciendo que la culpa subiera de a poco mientras escuchabas los pasos silenciosos de Hanzo alejándose. Por supuesto que nada estaría en calma mucho tiempo, tarde o temprano las obligaciones de Genji harían aparición; puesto que a pesar de que no quisiera formar parte de su clan, así como tú no quisiste serlo de la tuya en su momento, no lo dejarían ir.

Terminaste deslizándote contra la pared de tu habitación manteniendo la mirada en el tapiz del kamon de tu familia, dándole vueltas a las palabras de Hanzo. Tenía responsabilidades, las cuales no podría descuidar por ti, eso solo le causaría problemas únicamente a él. Terminaste exhalando el aire contenido en tus pulmones con un débil jadeo recubierto por el dolor, levantándote y empezando a recoger todo.

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora