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Dos meses habían pasado con rapidez inmutable, convirtiéndose en una tortura para Genji quien prácticamente se convirtió en prisionero dentro de las paredes del castillo Shimada; siendo debidamente castigado con fuerza y obligado a completar entrenamientos de alta exigencia. Y los reproches de su hermano no tardaron en aparecer, restregándole el hecho de que su relación contigo tarde o temprano terminaría perjudicándolo y que así había sido.

Por supuesto que había intentado salir de aquellas paredes más de una vez, preocupándose y extrañando tu imagen que de a poco se desintegraba de su mente por culpa de los sermones de su familia. Recibió más de un golpe en su cuerpo por cada intento fallido de escape y eso le causaba molestia, puesto que cada vez más eran menos los esfuerzos que hacía por verte. Estaba sucumbiendo ante las ideas de los demás; de su padre, de su hermano y del consejo. Te estaba olvidando.

- Genji – La vez de su hermano se escuchó a sus espaldas. –. Padre quiere verte.

Manteniendo silencio, se levantó del suelo escuchando crujir sus piernas adoloridas por el desgaste en los entrenamientos; pasando en silencio y con el rostro decaído junto a su hermano. No era un secreto para nadie del castillo que sus ánimos cayeron en picada conforme el tiempo pasaba, incluso le daba lastima a algunos criados el solo ver la expresión vacía y decaída en su rostro que anteriormente era de alegría.

Sus rodillas tocaron el suelo e inclino su cabeza hasta casi tocar el suelo, quedando a espaldas de su padre, quien mantenía una postura derecha e imponente que el pasar de los años no había afectado aun. Más su largo cabello negro reflejaba lo contrario, siendo teñido en muchas zonas por las canas. Volvió a levantar su cabeza luego de varios segundos.

- Me has llamado. ¿En qué puedo ser útil, Padre? – Pregunto con calma y un tono neutro.

- Confió en que tu comportamiento ya ha mejorado Genji, y que podre dejar que salgas nuevamente. – Sus ojos se abrieron al escucharlo, sintiendo luego de mucho tiempo un cosquilleo en su pecho; felicidad. Una pequeña sonrisa se posó en su rostro al ver como el rostro de su padre se giraba dejándole ver una expresión apacible. – Puedes ir al pueblo si lo deseas.

- ¡Muchísimas...! – Carraspeo controlando su emoción. Inclinando una vez más su cuerpo hacia adelante. – No volveré a descuidar mis obligaciones, Padre, lo prometo.

Estaba a punto levantarse y salir corriendo por el pasillo cuando Sojiro, su padre, volvió a hablar.

Y dale un saludo de mi parte a esa chica llamada (Tn).

P-Por supuesto. – Las palabras le salieron atoradas por la sorpresa de que su padre conociera tu nombre. Quizás Hanzo lo habría mencionado en algún momento durante una conversación.

Un tanto incomodo por lo sucedido, Genji comenzó a andar por el pasillo. Aunque ese sentimiento no duro mucho ya que la calidez en su pecho volvió a surgir con tan solo la idea de ir inmediatamente hacia tu hogar, corrió esquivando a todo aquel que pasara por su camino disculpándose por casi arrollarlos con una sonrisa viva que lograba hacerlos sonreír igual; puesto que mucho fue el tiempo sin verlo así.

Cuando estuvo completamente en el pueblo, específicamente en el comienzo de las afueras, noto como un gran grupo de personas se hallaban amontonadas en el lugar; inmediatamente pensó que estarías ahí por que lo que se preparó para interrumpir mientras empezaba a caminar hacia allí. Pero mientras se acercaba y abría paso empezó a notar la presencia de un grupo de personas uniformadas junto a un vehículo negro con un logo extraño. Tú estabas entrando a ese vehículo. Se apresuró en apartar a las personas con más rapidez.

¡(Tn)! – Grito tu nombre antes de que cerraras la puerta por completo, haciendo que empezaras a buscar entre la multitud por su imagen. Finalmente el rostro de Genji se abrió paso, acercándose sin medir precaución al vehículo y siendo tenido por un hombre moreno que llevaba un arma en manos contra su pecho.

Aléjate cinco pasos, niño. – Apretó su mandíbula al escuchar sus palabras, distinguiendo el tono occidental del hombre.

Señor Reyes, espere. – Ahora fue tu voz la que se hizo presente entre ambos mientras salías abriendo la puerta. Dejándole ver a Genji como ahora portabas kimono y el cabello recogido de manera formal. Ni siquiera sabía que podías hablar inglés. – ¿Podría darme unos minutos más, por favor?

El hombre miro por un momento más a Genji y finalmente se retiró hacia atrás, quedando al lado de una mujer de piel avellana y cabello oscuro suelto. Ambos portaban un uniforme de color azul con el mismo logo sobre sus hombros. Te observo unos segundos más tratando de asimilar lo que ocurría pero no lo lograba del todo. ¿Quiénes eran esos extranjeros? ¿Y por qué te estabas marchando con ellos? ¿A dónde ibas? ¿Por qué?

- (Tn). ¿Qué está sucediendo? ¿Qué es esto? – Pregunto alarmado, tomándote por los antebrazos y buscando tu mirada, puesto que habías bajado la cabeza. – ¿(Tn)?

- Las cosas serán mejor de esta forma Genji – Dijiste a penas, retirando de a poco tu mano, sonriendo de manera forzada para impedir que las lágrimas bajaran. –. Yo realmente no esperaba que vinieras este día. ¿Sabes?

- ¡Y-Yo intente ir contigo, (Tn)! ¡Muchas veces! – Se apresuró a decir, trabando sus propias palabras.

Sintiendo su pecho oprimirse por tu acción, llevo sus manos hasta tu rostro, el cual te forzó a levantar para observar tu rostro a punto de llorar al igual que el suyo. Una idea destello en su mente al verte así, puesto que había olvidado tu expresión de dolor y era la que menos quería ver luego de tanto tiempo. Nada estaba siendo como esperaba e imagino. Por su mente surco la posibilidad que menos deseaba y que no pensaba ni siquiera aceptar. Trago saliva para poder hablar otra vez en un susurro ahogado.

- ¿Acaso tú... te marchas?

- Ambos tenemos responsabilidades con nuestras familias – Respondiste de igual manera que él. – Tú como segundo al mando junto a tu hermano y yo como líder de lo que queda de la mía.

- ¡Yo no quiero ser nada de mi familia, quiero estar contigo! – Grito alterado por tu respuesta, que solo confirmo lo que no quería.

- ¡Solo te causare problemas, Genji, mira lo que ya he causado!

Sacudiste sus manos lejos, tomando su brazo para hacer que la manga de su ropa se corriera, mostrando el perfecto moretón con la forma de una mano junto a otros más que habías notado hace pocos segundos atrás. Oprimiendo tú pecho en una culpa mayor que la del principio hace varias semanas atrás, soltaste su brazo dando pasos hacia atrás mientras observabas una lagrima bajar por su rostro descompuesto. Sabías que estarías igual o peor que él.

Y sabías que esto sería lo mejor, ambos se enfocarían en sus responsabilidades sin la presencia del otro cerca. Lo más alejado posible. Le evitarías problemas y más daño físico en el futuro, sí, le dejarías un hoyo emocional pero sería a costa de su bien. Mantuviste tu mirada en el suelo aun cuando ya habías cerrado la puerta del vehículo, forzándote para no hacerlo y terminar derramando más lágrimas. Pero que de nada sirvió al sentir la mano de aquella mujer avellana sobre la suya junto a una expresión de compasión.

Genji solo alcanzo a balbucear unas pocas palabras mientras eras escoltada más allá de las afueras; sintiendo sus piernas fallar y finalmente terminar por caer de rodillas a la tierra que empezó a humedecerse por sus lágrimas. Pocos minutos después otra figura hizo presencia al lado de la suya, completamente ajena a sus sentimientos llenos de cólera, pena y tristeza insufrible.

Una mano se posó sobre el hombro de aquel joven.

Las cosas serán mejor ahora, hermano.

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora