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Abriste tus ojos al notar una ligera sacudida en tu hombro, girando tu cabeza y dando directamente con el rostro de una las criadas. Una de las mayores, quien te observaba con la miraba típica de una madre amorosa; suave y compasiva. Se levantó del suelo cuando empezaste a incorporarte en el futon, abriendo la persiana de tu ventana. Volvió a acercarse a ti:

El hombre a cargo de los soldados extranjeros la encontró en el jardín, desmayada, mi señora. – Informo ella en un tono preocupado y atento. Supiste de inmediato que se refería a Gabriel.

No fue una buena noche – Comentaste simplemente, recibiendo una mirada preocupada. No querías tocar ese tema – Ellos... ¿Ya han recibido atención medica?

Sí, también han solicitado hospedaje por unos días.

Denles todo lo que necesiten sin consultármelo – Ordenaste ahora levantándote del futon. La conversación termino ahí y la criada ayudo a limpiar tu cuerpo y vestirte con uno de tus kimonos.

Por tu cabeza no pasó nada más que un extremadamente molesto zumbido durante todo el tiempo que duraste alistándote en tu habitación hasta que saliste a los pasillos, dándote de cara con el hecho de que el crepúsculo se ponía. ¿Acaso habías estado inconsciente casi todo un día? Ignorando aquello, seguiste caminando. No tenía caso ni importancia de cualquier manera para ti en estos momentos. Ni siquiera podías saber con claridad que estaba por tus pensamientos; te encontrabas en conflicto por lo sucedido anoche con Genji. No deseabas ver su imagen ahora manchada de sangre ajena pero de igual forma tampoco podías ignorarlo; verlo corrompido.

Pasaste por el salón principal de tu hogar y diste con la imagen de Gabriel acompañado por una de tus discípulos mayores, tendría alrededor de treinta años ya y era el segundo responsable de la guardia en el lugar. Llevando su cabello largo y portando las prendas con el kamon de tu familia grabado; este hizo una inclinación apenas te vio entrar y Gabriel te mostro una pequeña sonrisa que lograba ocultar su preocupación. No le había sido nada agradable encontrarte desmayada en el jardín anoche, temía que incluso fuera una secuela de tu año en coma.

Es una gran alegría que despertara, mi señora – Saludo con una sonrisa mirando después al moreno por un momento –. Reyes-San ha estado preguntando por usted todo el día. Se negó a tomar el almuerzo sin usted incluso. – Se aseguró de que Gabriel lo entendiera lo mejor posible, ahorrándose su expresión torcida debido a la pronunciación de su lengua, sin poder saber que era lo que decía.

Levantaste una ceja junto a una sonrisa en su dirección por eso. – No iba a comer sabiendo que aún no despertabas. – Se limitó a pasar su mano por su cuello mirando a otro lado.

Tu discípulo se inclinó nuevamente con una expresión calmada – Debo retirarme, mi señora. Permiso.

Observaste de igual manera que Gabriel como se retiraba cruzando por el pasillo. Sonreíste nuevamente antes de extender tu mano a un lado, invitando a Gabriel a seguirte y así lo hizo; caminaste con él a tus espaldas por los pasillos, respondiendo a los saludos alegres de quienes se encontraban por tu camino y deteniéndote para pedirle a una de las criadas que sirviera para ambos. Esta los guio hasta una sala más pequeña con una mesa pequeña en todo el centro, teniendo una de las puertas corredizas al frente totalmente abierta, dejando ver cómo era en realidad tu basto jardín durante el día. Amplio, brillante y rebosante de vida por la multitud de plantas y flores locales que ahí crecían. Y por supuesto que no podía faltar un árbol de cerezo, estando casi al punto de florear en todo su esplendor.

Dejaste que Gabriel se sentara primero cuando los platos fueron servidos – Tome tanto como guste, señor Reyes. Provecho.

Provecho – Repitió después de ti. Mirando como pasabas de largo de los palillos y tomabas los cubiertos.
Le pareció extraño. Bueno, pensaba que siendo tu propia casa, en tu propio país te irías por lo que tu crianza y comodidad dictaba; esperaba que tomaras los palillos, no los cubiertos.

Un tanto extrañado, prosiguió a comer de su plato pero no duro así mucho tiempo cuando al ver tu rostro noto tu mirada sumamente distraída. Casi parecías en otro mundo y eso le preocupo más; una vez Ángela le había mencionado todo lo que se podía desarrollar cuando una persona salía de coma y que estos no eran de aparición inmediata.

Carraspeo para llamar tu atención – Te noto ausente (Tn), ¿Todo bien?

No realmente – Respondiste, bajando tus cubiertos y mirándolo de manera seria y atenta – La noche de ayer sucedieron cosas que no debían pasar. ¿Sabe de qué hablo, cierto? – Gabriel cerró sus labios al caer en tus palabras, sintiéndose ligeramente calmado, sabiendo que no se trataba de un tema de salud.

Lo sé... – Sus ojos bajaron a la mesa de manera culposa.

¿Por qué autorizo esa misión, Gabriel? Más aun, ¿Por qué llevo a Genji consigo? – Te inclinaste sobre la mesa un poco mientras hablabas, tratando de seguirle el paso a sus ojos que bailaban de un lugar a otro.

Debes comprender (Tn) – Dijo –. El Clan Shimada hace mucho que era una amenaza a la seguridad e integridad de Japón, de otros países incluso. Nosotros, Overwatch, tiene como deber evitar y actuar en situaciones que así lo requieran; incluso algo tan latente y peligroso como lo eran ellos. Y Genji era el guía perfecto para la misión, conoce mejor que nadie la villa Hanamura.

¿Acaso él se ofreció primero, o usted lo busco?

Él fue quien se ofreció personalmente a guiarnos una vez que fuimos autorizados. – Su respuesta fue rápida y seca acompañado del suspiro que dejaste salir. – Pidió que mientras nosotros desmantelábamos el exterior él iría por el líder.

Iría a por Hanzo Shimada – Pronunciaste su nombre en un susurro –. Gabriel, durante los tres años que estuve lejos de Hanamura desee que Genji tomara su lugar dentro de su familia, del Clan Shimada. Pero estaba equivocada, cuando fui nuevamente hasta Hanamura y vi lo mucho que había cambiado Genji supe de inmediato que diferente a ellos. No mancharía sus manos de sangre al menos de que tuviera una razón verdadera... o que su moral fuera rota.
Hiciste una pausa para sobar tu cien, ante el dolor que empezaba a formarse ahí. – Y ahora que ha sucedido... Dígame una cosa. Camino por los pasillos del palacio esa noche. ¿Qué vio en ellos?

Muchísimos cuerpos de personas de ropa blanca. – Su rostro se frunció al recordar tal escena, vio al rojo vivo como los cuerpos se hallaban cortados y desmembrados, su garganta se secó.

Esos cuerpos pertenecían a la servidumbre Shimada – Comentaste poco después – Ellos como criados no deben tocar nunca un arma, de la misma forma que ocurre aquí, en mi hogar. Para eso están los discípulos – Moviste tus manos en gestos.
– Lo que quiero decir es que ellos no cometieron ningún acto que justificara su muerte, sí, servían a una familia mafiosa pero no habría porqué tomar tal castigo. Arrebatarles la vida de una forma tan... injusta. Y sabe tan bien como yo en qué estado terminaron, Gabriel. Asesino a personas que no lo merecían.

Gabriel estiro su mano a tu rostro, pasando su dedo por debajo de tu ojo derecho y quitando la lágrima que por ahí empezaba a bajar. Coloco su mano sobre tu cabello cuando irremediablemente otras más empezaron a salir. Te sentías agobiada y temerosa por la sola imagen que se creaba en tu mente; una completamente aterradora de su ser descontrolado y cegado. Mas te aferrabas que solo fuera una muy lejana posibilidad, una latente.

Hiciste tus manos puños sobre la tela de tu ropa – Temo que se convierta en algo peor que ellos.

No puedo ayudarte en esto, (Tn) – Declaro en voz alta –; Y sé que comprendes que mi deber va por encima algunas veces de la moral ajena; no te pediré que me perdones por llevar a Genji a Hanamura. No tengo ninguna influencia sobre él más que en el campo, nada que lo haga o diga le hará ir lejos de lo que temes.
Retiro su mano de tu cabello para llevarla hasta tu mentón, mirando tus ojos inquietos de una manera seria en un intento de darte algo de fuerza –. Pero tú, llevas cuatro años conociéndolo mejor que nadie, debes hablar con él. Te escuchara.

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora