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Giraste sobre tus talones golpeando con el bokken la pierna de uno de los discípulos, dando entender que su turno había terminado, luego empezaste a mover tus manos explicándole de qué manera debía moverse para mejorar, mirando por unos momentos al balcón donde se encontraban los hermanos acompañados por el consejo. Frunciendo el ceño al notar como Genji y Hanzo empezaban a hablar a un tono elevado luego de que uno de los ancianos hablara. Supiste que se trataba de ti cuando Genji te observo con los ojos abiertos y una mueca llena de impotencia, seguido por Hanzo quien solo mostro neutralidad. Y termino retirándose del lugar después.

Sacudiste a un lado el bokken y lo colocaste en la tira sujeta a tu cintura. Volviendo tu mirada a los discípulos, quienes esperaban tu orden, terminaste indicando que practicaran de a dos en dos. Indicando que volverías dentro de un rato a seguir supervisando.

Dejaste las sandalias a pie de la entrada y avanzaste por los pasillos, buscando con la mirada la imagen de Genji y llegando a preguntarle a cualquier criado que se te cruzara en frente, mas ninguno te daba una respuesta clara de su paradero. Terminaste revolviendo tu rostro con frustración, sabías que algo iba mal con Genji luego de ver su rostro. Uno de los criados se acercó a ti con paso rápido, inclinándose para hablar.

- El consejo requiere su presencia en el gran salón.

- Enseguida voy.

Agradeciéndole al ciado comenzaste a caminar por el pasillo central, saliendo del edificio y terminando entrando a otro edificio más grande, justo donde te habías presentado frente a todos como nueva cabeza de tu clan. Subiste por las escaleras hasta terminar en el comienzo a pie de dos farolas enormes que permanecían encendidas, el olor de incienso pico en tu nariz, terminaste sentándote sobre tus rodillas en medio de la sala teniendo a todo el consejo de la familia Shimada distribuidos a los costados en lugares individuales. Notaste la ausencia de Hanzo, naturalmente un líder estaría junto a consejo en cada sesión.

- ¿Para qué me han llamado? – Preguntaste sin ánimos – He dejado mi entrenamiento.

- Tardará lo que tenga que tardar. Se trata de un tema muy serio. – Hablo primero uno de los hombres a tu izquierda. Esperaste a que volviera hablar pero otro se adelantó.

- Sabemos por tus palabras que toda tu familia ha muerto y que eres la única Uesugi con vida ahora, sin descendencia u pareja – Asentiste seria al escucharlo, preguntándote a que quería llegar con eso. – Por obviedad tendría que haber más descendientes para que el Clan Uesugi y sus conocimientos no perezcan contigo.

- ¿Señor? – Preguntaste dudosa ante sus palabras. Temiendo a lo que sabrías que quería llegar.

- Estaríamos encantados de que ambos clanes, Uesugi y Shimada, se unieran en matrimonio. Hanzo está dispuesto acceder.

Tu boca se abrió ligeramente mirando los rostros tranquilos de cada uno de los presentes para finalmente observar al suelo, procesando todo aquello que acaban de decir. Querían que te casaras con Hanzo. Sí, comprendías lo que significaba que fueras la última de un importante y muy mencionado Clan; al tú morir todo eso se perdería en la posibilidad de que no concedieras un heredero de tu sangre. Y lo importante que sería la unión de ambos clanes, lo poderoso que sería algo de tal magnitud uniendo las técnicas únicas de tu familia y los contactos de los Shimada. Pero llegaba al caso.

- No puedo acceder a algo como su propuesta. – Dijiste alto y claro, volviendo a mirar a cada uno. Ahora sus rostros estaban ligeramente sorprendidos.

- Pero usted... – Levantaste tu mano para hacer callar a uno de los consejeros sin apartar tu mirada dispersa del frente.

- Conozco perfectamente los riesgos sobre mi vida y de lo que significa ser el único miembro con vida. También se lo poderosa e importante que llegaría a ser una unión entre ambos clanes – Hiciste una pausa, mirando por segundos el kamon de tu clan grabado en la manga de tu ropa. –, pero debo decir que no. No estoy dispuesta a casarme con Hanzo cuando mi corazón pertenece a Genji.

- Pero Hanzo es el líder del clan Shimada, el hijo prodigio de Shimada Sojiro, Genji solo ha traído deshonor. Lo sigue haciendo aún incluso.

- Mi palabra seguirá en pie, señores. – Diste una ligera y rápida inclinación, moviendo tu cuerpo para levantarte e irte.

- ¡No puede hacer esto, arriesga todo el conocimiento de su familia por no aceptar!

- ¡No se atreva a levantarme la voz! – Terminaste por ponerte de pie, frunciendo tu ceño y mirando severa al anciano que hablo. Dando dos pasos al frente moviste tu mano de manera despectiva. – Podrán ser el consejo Shimada ¡Pero no poseen ningún poder en mí! Ninguno de ustedes. Y como líder del Clan Uesugi, yo sabré que le conviene o no a mi sangre.

La habitación se rodeó de un silencio muerto cuando terminaste de hablar, manteniendo tu expresión aun cuando el hombre a un costado de ti se inclinó pidiéndote disculpas por su ofensa. Pusiste ambas manos dentro de las mangas de tu ropa en una posición erguida.

- Dejare pasar esto, pero no permitiré que se repita nuevamente. – Inclinaste tu cuerpo una vez más sin mucho esfuerzo. – Permiso.

Saliste de la sala de juntas dejando al consejo con una mala cara a tus espaldas. Caminaste de regreso al patio de entrenamiento y una vez ahí reanudaste tu entrenamiento, corrigiendo con severidad a los discípulos como efecto de tu ahora mal humor. Para los que vieron tu rostro al llegar no les fue difícil saber en qué estado se encontraría tu humor ahora, pero no podían quejarse de tu trato, realmente era la primera vez que ibas más allá de tu ya estructura disciplinada. Terminaste golpeando con el bokken las pantorrillas de muchos solo por un pequeño error que cometiesen.

Para el final del día y cuando llego la hora de la cena te esforzaste por comer parte del plato de comida que puso frente a ti, sintiendo el nudo formarse en tu garganta ante la única presencia de Hanzo, quien no hizo su clásico esfuerzo de charla esta vez durante gran parte del poco tiempo que estuviste. Eso solo hizo más presencia de recuerdo a la junto con el consejo, SU consejo. Te preguntaste donde estaba Genji más de una vez.

Cuando abriste la puerta de tu habitación dejaste salir un suspiro, sintiendo el agotamiento en tu cuerpo. Pero el silencio no duro mucho ya que jadeaste al ver la imagen de Genji a pocos pasos del futon donde dormías. Te acercaste a paso rápido a él.

- Estaba preocupada – Te sentaste de igual manera en el suelo frente a él y a pocos centímetros. Observando su rostro fruncido y oscurecido. – ¿Dónde estuviste todo el día?

- El consejo quiere que te cases con Hanzo. – Contesto ignorando por completo tu pregunta, mirándote con seriedad y poniendo una mano sobre tu mejilla dejándote sentir el tacto áspero de sus manos.

- Lo sé, me lo han informado esta tarde.

- ¿Entonces lo harás? ¿Aceptaras?

- Por supuesto que no, Genji – Respondiste de inmediato, notando como su rostro se había transformado a uno decaído. Pusiste tu mano de igual forma que él en su rostro. Su expresión ya no estaba fruncida y eso te tranquilizo. –. Estoy dispuesta a pasar mis conocimientos familiares a la familia Shimada y mantener la sangre Uesugi corriendo por matrimonio incluso, pero no junto a Hanzo.

No lo habías mencionado pero apenas había un día desde tu reconciliación con Genji, sintiendo la comodidad entre ustedes volver a creer. Durante los entrenamientos ya no se cruzaban con miradas acidas ni en las comidas los rodeaba un aura molesta y pesada. Rápidamente habían vuelvo a sentirse en compañía del otro como hace tres años. Notaste como dejaba un beso contra la mano en su rostro y suspiraba con pesadez.

- El consejo no permitirá la alianza de los clases por matrimonio si es conmigo (Tn) – Hablo despacio, mirándote con tristeza. –. Para todos ellos son el hijo mal trecho de mi padre. Cortaron y destiñeron mi cabello por ello. Hanzo es el preferido, el noble que sabe manejar el arco y espada y que además tiene una actitud estoica frente a todo, el líder perfecto.

- ¡Hanzo no me importa, por amor a Dios, al que amo eres tú! – Exclamaste tomando ahora con ambas manos el rostro descolocado de Genji por tus palabras.

Sonreíste al notar como se sonrojaba por debajo de la luz de la vela encendida. Dándole nuevamente aquella imagen joven de antes. Mostro una sonrisa pequeña y coloco su cabeza sobre tu hombro, inclinándose y abrazándote por la cintura.

- No tenías que ser tan directa – Reíste de manera corta, apoyando tu cabeza de igual forma en su hombro. –. También te amo, (Tn).

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora