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Los presentes no pudieron evitar sonreír con una expresión curiosa en sus rostros, escuchando desde sus lugares como Genji y tú hablaban en su propio idioma de manera entusiasta en ocasiones. Aunque por momentos parecía tornarse seria y cruda por las expresiones en sus rostros; eso inquietaba a Ángela y a Gabriel un poco, puesto que sabían lo inestable que aún era la actitud de Genji en ocasiones. Rogaban que escucharas sus advertencias e ignoraras por completo el tema de lo sucedido en Hanamura para que no fuera a tonos mayores, por más difícil que fuera hacerlo.

El siguiente día a la aparición de Genji tu cuerpo se había sucumbido en una culpa mayor; viéndote innegablemente como la provocadora de la perdida casi completa de su cuerpo. ¿Y cómo no hacerlo? ¿Acaso era posible ignorar tal sentimiento de culpa? Por supuesto que no. Pero la insistencia de Genji jamás se doblego, aun con una voz teñida en resentimiento te aseguraba que frente a todo el culpable de su desgracia fue Hanzo; por seguir tan a pecho sin importar u reflexionar las órdenes del consejo. Poniéndose a sí mismo ahora como un líder extremista puesto que por más deshonor que hubiera el Harakiri era una práctica sanguinaria y tan mal vista como prohibida. No podía señalarte como una culpa cuando frente a todos intentaste salvar su vida de tal destino atroz. Junto su frente con la tuya más de una vez cuando la bruma volvió a rodearte haciéndote entrar en llanto; entendía lo muy difícil que era para ti aceptar su nuevo aspecto. Aunque ese mismo tema le inquietara de igual forma.

En su propio intento de no hacerte recaer una vez más Genji empezó a hablarte de sus relaciones dentro del cuartel, explicando cómo eran todos aquí. Llegando a sacarte más de una sonrisa e incluso llevándote a la zona donde entrenaba solo o acompañado, demostrándote como había adaptado sus propias técnicas a las que le fueron enseñadas por mano de Gabriel. También explico que tuvieron que ensamblar otra espada para él, puesto que la suya había quedado en Hanamura. Finalmente terminaron en el balcón de su habitación, donde tomando un cojín del sofá cercano y lo puso sobre su regazo, palmeando el suelo luego para hacer señas para que recostara tu cabeza en el cojín. No pasaste ni cinco segundos así cuando tu cabello fue liberado de la cola haciendo que se esparciera por todo tu rostro y parte del suelo. Suspiraste resignada.

Terminare cortándomelo.

Haces eso y tendremos problemas serios tú y yo. – Advirtió serio, tomando mechones y trenzándolos. – Además a la hija de la capitana Ana también le gusta tu cabello, por lo que me han contado. Se sentiría mal si lo cortaras.

Pharah es una niña encantadora e inteligente – Sonreíste al recordar a la niña. Mirando de reojo la expresión calmada de Genji mientras seguía trenzando.

¿Qué harás al volver a Kanto? – Pregunto, rompiendo el silencio de minutos que se había formado.

Retomar el control del palacio y seguir instruyendo. Los habitantes son muy considerados y pacientes. – Sabias que ellos esperarían tu regreso, Ángela te llego a comentar que siempre mantuvieron a los habitantes de Kanto al corriente de tu estado enviándoles cartas y recibiendo uno que otro regalo junto a la carta de respuesta.

Sabes que no me refiero a ello (Tn) – Aclaro, en un tono calmado para tu expresión fruncida, solo ahí te permitió incorporarte sobre tus rodillas, mirándolo inquieta. Sabias a que quería llegar. – ¿Qué harás con tu apellido? ¿Dejaras que termine en ti o... concederás herederos?

No lo sé – Apenas se escuchó tu voz luego de un corto silencio. Luego de otra pausa hablaste. – Realmente no tengo cabeza para pensar en herederos, además... el Clan Uesugi ya ha existido por muchísimos años. Lo seguirá haciendo incluso en los libros. No afectara demasiado mi decisión.

Lo lamento... – Suspiro bajando su mirada, sintiéndose un poco mal por lo que representaba su transformación entre ustedes. Casi todo su cuerpo estaba convertido en metal, no había esperanza de concebir una familia entre ambos. Notaste la caída de su humor.

Dame un shuriken – Hizo lo que le pediste extrañado y movió su brazo derecho, haciendo que una tapa metálica se levantara en la zona del ante brazo y en su mano metálica apareciera una de las hojas.

La tomaste entre tu mano y sacaste el brazo de la manga de la única camisa de seda que tenías entre toda la ropa que Ángela te había entregado. Terminaste cortando una fina tira a lo largo de la tela, extrayéndola y dejándola a un lado. Genji frunció más su ceño por tu acción, dándose cuenta que al menos llevabas una guarda camisa abajo; pero admitía que le agradaba la vista puesto que pudo notar un pequeño lunar en tu hombro descubierto. Mas su adoración no duro mucho cuando vio que tomase un mecho de tu cabello poniendo el filo del arma bajo este. Tomo tu muñeca para detenerte.

¿Pero qué haces? – Pregunto alarmado por tus intensiones.

Confía en mí – Sonreíste un poco, intentando tranquilizarlo.

¡P-pero tu cabello...!

Antes de que pudiera decir más terminaste de mover tu mano, cortando un grupo de hebras de tu cien que cayeron en tu mano. Juras haber como el color de la piel de Genji se iba de a poco de su rostro, dejándolo más pálido de costumbre. Aprovechaste su estado de shock y tomaste las hebras y las juntaste, amarrándolas luego con el trozo de tela blanca. Atándolo y extendiéndolo hacia él, sacándolo de su estado o al menos el intento. Ya que la expresión descolocada solo se agravo y tomo lo que le ofrecías con manos temblorosas.

Las cosas no han salido como hemos deseado jamás, Genji – Dijiste, cerrando sus manos sobre tu obsequio. Tocando luego su rostro y parte del metal bajo su mandíbula. – Comprendo y comparto tu decepción por todo esto pero aun así no niego mis sentimientos hacia ti, ni todas las fantasías a futuro que tuve y sigo teniendo mientras he estado a tu lado. Esto es prueba de que no cambiare mis sentimientos; incluso cuando tú no lo veas de esa forma por creer que lo hare debido a tu aspecto.

(Tn)..., sabes lo que significa esto – Su voz extinguió un poco más mientras miraba de manera fija tus manos sobre las suyas. Sin poder creerlo aun.

Por supuesto que sí. – Sonreíste.

Lo habías mencionado muchas veces antes, pero el cabello era un aspecto sumamente importante, pero en este caso era un obsequio íntimo. Naturalmente era una costumbre propia de los hombres entregar tal cosa como lo era un mechón de su cabello, puesto que representaba su estatus absoluto a vista de otros. Mas eso no era un impedimento para ti, después de todo significaba lo mismo en tu caso como líder del Clan. Te desvelabas en pura confianza ahora ante Genji.

Terminaste sonriendo de oreja a oreja al ver el sonrojo en su rostro y como dejaba fríos besos sobre tu rostro después de guardar tú obsequio en alguna parte de su habitación y volver al balcón; sujetando tu rostro para juntar sus frentes. Eso te hizo derramar una lágrima manteniendo tus ojos cerrados.

Volviste a sentir el calor de su cuerpo tocando el tuyo, seguido por el áspero roce de sus labios contra los tuyos y su mano izquierda rodeando tu espalda por entre la tela en una muestra necesitada mutua de contacto para disipar el miedo de que todo fuera un engaño o una fantasía creada de sus mentes corrompidas.

Ojos PardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora