8. Hazme el amor

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CORINNE

-Muy entretenida la masturbada eh -precisé con sarcasmo observando fijamente a Chad.

El pelinegro rápidamente se metió su polla dentro de sus pantalones y se subió la cremallera mientras sus mejillas estaban rojas y advertía mi mirada llena de dureza.

-Chad déjanos solas -dije fríamente sin siquiera mirarlo.

Mónica tenía una sonrisa malvada impregnada en su rostro que me daban ganas de moler a cachetadas para desaparecerla, pero no iba a rebajarme a su nivel.

-Corinne -dijo él tratando de venir hacia mí, sus ojos grises no me miraban con impacto, me miraban con miedo.

-Vete a la camioneta -le dije sin siquiera mirarlo, Mónica volvió a soltar una risita burlona. 

Chad resopló hondo y difícilmente se marchó de ahí.

-Este no es el Chad que conocía, convertirse en un mandilón... -alzó sus cejas la pelinegra.

-Este es el Chad que quieras o no ya tiene una familia -la miré de arriba abajo.

Mónica sonrió cínicamente.

-No tengo nada que hablar contigo, así que me largo -masculló y trató de caminar hacia donde le había dado Chad, pero la tomé del brazo y la empujé fuertemente a la pared. Gruñó.

-Es divertido ver como tratas de joder todo entre los dos -dije ignorando como llevaba su mano a su cabeza donde había alcanzado a golpearse.

-Chad me ha pedido que lo toqué -susurró fríamente mientras se sobaba del dolor en su cabeza.

Sonreí con astucia.

-Conozco al hombre que me follo, Mónica.

Me contempló con nervios al escucharme.

-¿Crees que me follaría a un infiel y poco hombre? -Se quedó callada al escucharme y se encogió de hombros lentamente. 

-Eres muy estúpida para tener fe en él -se rió.

-La estúpida aquí eres tú que realmente noto que te falta amor propio para estar detrás de un hombre a quién no le interesas.

-¿Y vas a decir que tú si? -atajó ofendida.

-Lo conozco como la palma de mi mano. No amaría a alguien a quien no le importo, deberías tomar mi consejo.

Sabía lo mucho que le importaba a Chad, lo veía en su mirada y en sus acciones, confiaba en él y lo amaba porque siempre fue directo conmigo y sincero, pero eso no quitaba el hecho de que hacía pendejadas que llegaban a joderme y justo ahora lo había hecho, y no se iba a salvar de ello.

Miré a Mónica con precisión.

-Te voy a dar un consejo solo porque eres tan perra como yo que no quiero vernos extintas: nunca creas nada de lo que te dice un hombre al menos que te lo demuestre con acciones.

Ella se echó a reír con sarcasmo.

-¿Y Chad?

-No hay comparación alguna conmigo, él está envuelto en mis redes -acerqué mis labios a su oreja-. A Chad no le atraen las gatitas, le atraen las leonas -le susurré con maldad.

-¡Eres una hija de perra! -gritó furiosa.

-Hasta para ser perra hay que saber ladrar, y tú querida no llegas ni a gata -le guiñé un ojo.

Se quedó en silencio poniéndose furiosa, pero aún sin darse por vencida ante mí, precisó con odio:

-Chad no te ama. Y nunca lo hará.

Caricias en Llamas 3 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora