49. La verdad incómoda

19.2K 1.8K 2.9K
                                    

Capítulo por regalo de navidad, disfrutenlo mucho. Les adoro demasiado y espero hayan pasado una excelente noche buena y hayan recibido los regalos que pidieron. Mil besos.

....

CORINNE

Las palabras de Joaquín me dejaron en shock y lágrimas acidas se formaron en mis ojos, le miré impactada, miles de pensamientos insanos inundaron mi cabeza, cada pensamiento más peor que el otro, por un momento perdí la fuerza y Joaquín me miró expectante mientras mis pensamientos gritaban: «¿qué es real y que no?»

Abrí la boca para emitir algo, pero no pude formular nada más cuando la puerta de mi habitación se abrió de un golpe violento y frente a nuestros ojos apareció Chad.

Vestía con ropa normal: camiseta blanca que se pegaba a sus gruesos músculos y jeans, pero sus pantalones lucían desabrochados, como si se los hubiera puesto a último minuto...

Mi mirada se conectó contra la gris de la suya, y un peso violento inundó mi interior cuando observé que sus ojos lucían inexpresivos, quiero decir, lucían como la mirada de alguien que quiere matarse. 

Abrí mis ojos en grande al verlo, queriendo controlar el latir furioso de mi pecho. Chad en un segundo corrió hacia mí, con un aura oscuro invadiendo su rostro.

Sus ojos metálicos contemplaron los míos de manera precisa, observé que llevaba heridas y rasguños en su rostro, responsabilidad de mis manos al tratar de quitarlo de mí cuando estaba drogado, y abusó de mí...

Chad se colocó delante de mí y cogió mi mano sin pedir autorización. Me di cuenta que llevaba un arma y la puso en mi mano, me llené de terror creyendo por un momento que me dispararía como la otra vez, pero lo que hizo a continuación me llenó de dolor puro: colocó el arma en mi mano y sin temblar, entonó firme:

—Mátame.

Miré el arma que me ofrecía y como la acomodaba para que el punto de salida apuntase a su pecho, directamente sobre su corazón. La piel de mis brazos se me erizó por completo.

—Mátame Corinne —volvió a repetir. Apretó mis dedos en el arma, alentándome a tirar del gatillo.

Lucía... en shock. 

—¿Qu-qué? —escupí herida, regresé a ver por un momento a Joaquín que se había quedado en silencio ante la aparición de Chad y lucía impactado por lo que me pedía el pelinegro.

—Mátame... no volveré a pedírtelo —repitió sin apartar sus ojos grises de mi rostro que temblaba ante su petición.

Por un momento algo en mí me gritó que tomara venganza, que él me había disparado una vez, que...

—Basta —susurré temblando y quise quitar mi mano del arma que él me obligaba a sostener, pero Chad apretó sus dedos, deteniendo mis actos. Jadee ante la fuerza en que me sometió a quedarme quieta con mis dedos en el arma que me ofrecía.

Mi pecho latió con más fuerza, avisando que la escena no tendría buen final.

—¡Hazlo! —levantó la voz, firme y sin arrepentimiento alguno, dejándome ver aquel lado que solo pocas veces me dejó ver: vulnerabilidad—. ¡Hazlo, puta madre! —sentenció.

—¡No quiero! —jadeé asustada y quise empujarlo, pero mi cuerpo dolía como la mierda—. Para... por favor —chillé, pero Chad apretaba con fuerza mis dedos en el arma.

—¡Benjamín basta! —gritó Joaquín—. ¡Estás asustándola! —murmuró queriendo alejarlo de mí, pero sabía que peor sería el resultado.

Caricias en Llamas 3 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora