28. Texas y su secreto.

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Tomé mi maldito calzón del suelo y me lo puse con las manos temblándome. Las piernas me temblaban y ni hablar de lo fuerte que latía mi corazón.

Agarré mis tacones en las manos y salí de la habitación con pasos lentos, monté la camioneta y me dirigí a casa.

Le dejé un mensaje al idiota de Angelo, más le valía responderme.

Estaba que ardía en ira y vergüenza.

 Entré a casa y me encontré con Mónica sentada en el sofá y en sus brazos a Venus la cuál arrullaba.

-¿Pero que mierda te ha pasado, mujer? -me miró sorprendida-. Parece que tuviste una revolcada con un negro -frunció su nariz mientras se alejaba del sofá y me brindaba a Venus-. Se ha quedado dormida -susurró mirando a mi bebé.

-No era negro, pero que mas dah -puse los ojos en blanco y tomé a Venus en mis brazos, estaba dormidita.

-¿Te has follado a alguien que no es Chad? -abrió sus ojos en grande asombrada.

Mierda, ya había metido la pata. Yo no tenía tanta comunicación con Mónica y confesarle eso iba a ponerme de cabeza. Resoplé, realmente me valía un comino quien criticara mi vida, al final de cuentas era mi cuerpo.

-Fue todo muy confuso ¿sabes? -expliqué, no era la más confiable, pero necesitaba desahogar este peso-. Al principio creía que era Angelo, después Chad, después ambos y al final terminó siendo Angelo, al parecer.

-¿O sea que estuviste en un trío? -dijo sorprendida sin entender mis palabras. Yo estaba igual o peor de confundida que ella.

-¡No! -arrugué el gesto-. Estuve con Angelo -sentí vergüenza absoluta.

Mónica sonrió.

-¿Que tal lo hace? -alzó sus cejas. Yo fruncí el ceño, le alegraba que me hubiera jodido a otro que no fuera Chad, al final de cuentas a cualquiera le alegraría escuchar eso. Puse los ojos en blanco y negué subiendo las escaleras, necesitaba darme una ducha, Wegziehen no tenía porque verme en ese estado tan crítico.

Me tomé la pastilla del día siguiente y me di una ducha rápida, me cambié rápido cuando comenzaron a tocar mi puerta.

La abrí y ahí estaba aquel maldito. Lo hice pasar inmediatamente empujándolo sin suavidad alguna dentro de la habitación.

Sonreía de manera pícara, pero sus ojos estaban apagados.

-¿Por qué tanta urgencia en verme, mujer? -alzó sus cejas castañas.

Lo miré con ira.

-Angelo...

-Ya sé que vas a decir -sonrió interrumpiéndome y negó mientras iba hacia mi cama y se sentaba-. ¿Te gustó?

-Imbécil -dije entre dientes golpeándome la cara con mis manos. Odiaba ponerme tan fácil con el maldito alcohol.

-Que bien lo haces -rió.

Le dejé caer mi almohada a la cara con fuerza.

-Solo para dejarte claro, tú no me follaste a mí, yo te follé a ti -dejé salir fríamente mirándolo con autosuficiencia.

-Tus gemidos dicen otra cosa -susurró en lo bajito.

-¿Quién hizo venir a quién? -fruncí la nariz molesta. Me daba igual haber follado con Angelo a pesar que algo dentro de mí me gritaba que era Chad quién estaba conmigo, no obstante la rabia me invadía y dentro de mí deseaba vengarme de él, pegarle donde más le dolía, hacerle saber que al final si terminé comiéndome con lo que tanto me celaba, no obstante, eso no me hacía sentir bien, odiaba a Chad, pero aún pertenecía dentro de mi corazón. Lo iba amar hasta morirme. De igual modo, ya me había comido a Angelo y lo hecho, hecho estaba, no me arrepentía.

Caricias en Llamas 3 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora