50. Me estoy ahogando y nadie puede salvarme

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"Supongo que al final, toda la vida se convierte en un acto de dejar ir, pero lo que duele más, es no tomarse el tiempo para decir adiós"

CHAD

—Vístete —susurré a Corinne quién rápidamente se ruborizó al darse cuenta que todavía seguía arriba de mí. Se había quedado por un momento en shock ante mis palabras, y como que reaccionó a último momento recordando donde estaba: aplastando su coño en mi pene.

Regresó su mirada a nuestra conexión y lentamente se sacó mi polla de ella que oh joder la muy perra loca quería seguir en acción, pero el puto de Joaquín había venido a cagarla toda.

Aunque...

—¡Joaquín vete al diablo! —le grité y Corinne abrió los ojos en grande cuando volví a tomar su culo y acomodarla sobre mí.

—¡Chad! —escupió avergonzada con sus ojos abiertos en grande—. ¿Qué haces? —escupió queriendo salir de mis manos, pero no se lo permití.

Tomé mi gran amigo que solo suplicaba más como niño en feria, y lo guie a la apretada entrada de Corinne que torció el gesto al sentirme y mordió su labio inferior conteniendo el ardor del placer.

—Para.... el doctor.... —tiritó poniendo los ojos en blanco al sentir la punta suave y viscosa sobre su entrada.

—Por mí que me coma las bolas el doctor —susurré juguetón y moví lentamente mi polla sobre ella quien dejó salir un jadeo suave al sentirme.

Caminó sus dedos a mis hombros y se agarró fuerte, dejando claro que todavía me necesitaba.

—Joaquín escuchará... espera... —balbuceó como loca al frotarme lentamente en su entrada que pulsaba por sentirme hasta dentro.

—Que escuche lo que quiera el perro, al menos tendrá un poco de diversión auditiva en sus orejas de viejo pajero.

Sin más, incliné mis caderas hacia arriba y le metí toda mi polla.

—¡Chad! —jadeó sobre mi boca cuando la embestí llené de mi hombría, apretó sus dedos en mis hombros al sentirme y meneó sus caderas con suavidad empalándose sobre mí y sambutiéndose hasta el último centímetro.

—¡Mmm! —Mordí mi labio al sentirme dentro de ella y cogí su culo con fuerza comenzando a arremeter dentro de su caliente interior.

—¡Ah! —Corinne jadeó como loca al sentir como la penetraba con fuerza— Sigue... no pares —balbuceó con los ojos en blanco con cada metida que le daba.

 —No pensaba parar —gruñí sobre sus labios rojos y la besé con fuerza mientras ella ladeaba sus caderas en círculos sobre mí, follándose arriba de mí. Sus paredes apretadas sobaban mi polla que latía con fuerza, queriendo reventar dentro de ella con cada sacudidad que ella le daba al moverse sobre mí.

—¡CHAD! —Escuché a Joaquín gritar y después comenzó a golpear la puerta con fuerza— ¡Salgan ya! ¡Dejen sus porquerías un lado!

—Deja de molestar —grité de vuelta y Corinne dejó salir una risa. Le dejé caer una nalgada y ella jadeó ansiosa sin dejar de moverse sobre mí con fuerza, saciandose de mi pene que rugía en su interior.

—Paciente Parker, no me haga llamar a seguridad —susurró alarmado el doctor.

—Usted no hará eso ¿o le recuerdo que casi hiere a Chad cuando lo sedó? —discutió el baboso de Joaquín con el doctor. Y comenzaron una pelea que Corinne y yo ignoramos mientras seguimos follando. 

Recordaba el asqueroso episodio cuando me sacaron a rastras de la habitación de Corinne y nunca había tenido tanta razón: quería que Corinne me matara. No podía seguir viviendo con la idea de que le hice daño, aunque estaba drogado y había perdido toda capacidad de razonamiento, igual me culpaba. No me importaba qué, quería que Corinne me disparara ese día y me matase. Haberle gritado todas esas mierdas habían sido para provocarla y hacer crecer el rencor en su corazón, y lo conseguí, algo que me dolió, pero no me importó, si tenía que lastimarla para que ella me hiciera daño, entonces no tenía opción.

Caricias en Llamas 3 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora