25. Este no eres tú

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CORINNE

Al amanecer todo seguía igual e incluso peor. El teléfono no dejaba de sonar y tuve la esperanza que fuese Chad llamando para charlar, pero era Wegziehen. No respondí ninguna llamada hasta que Venus se hartó y empezó lanzar patitidas a mi estomago como gritándome "responde que el ruido no me deja dormir".

-¿Qué pasó? -respondí con voz adormilada, me sentía cansada, triste. Wegziehen se había marchado desde la mañana a sus negocios y yo seguía encamada a pesar que pasaban de las 9 de la mañana.

-¿Podrías venir a mi oficina, corazón? -susurró directo.

Gruñí y me moví sobre la cama agarrando a Venus con un brazo para acomodarla sobre mí.

-Wegziehen... -comencé a buscar una buena excusa. 

-Es algo urgente, nena -masculló.

-No me siento bien. 

-Vamos -me animó un poco disgustado-. No puedes estar todo el día encamada. No te hará bien.

-No tengo ganas de nada Wegziehen, así de simple -susurré devastada.

-Bueno, lo que tengo que decirte es sobre Chad, así que más te vale venir -masculló y colgó sin decir más, yo me quedé tiesa cuando mencionó el nombre de Chad y rápidamente me senté sobre la cama.

Todo se había jodido, Chad no había vuelto a casa y no respondía ninguna de mis llamadas. Yo solo esperaba el momento inesperado en que viniera por los niños y se lo quisiese llevar por las malas, él amaba a sus hijos y claramente yo para él era el enemigo y no me dejaría quedarme con los niños. Yo no le iba permitir llevarse a los niños, pero guardaba la esperanza que regresara y tuviéramos la oportunidad de arreglar las cosas.

Venus a mi lado comenzó a despertarse y a pedir comida, la cargué en mis brazos y comencé a hacerle mimos. Sus ojitos oscuros buscaron a su padre por la habitación, pero no lo encontró.

-¿Papito? -preguntó triste.

-Pronto vendrá, bebé -le susurré apretándola a mi pecho. Gruñó contra mi pecho molesta y trató de apartarse, pero no se lo permití. No quería verla molesta conmigo, de una manera sentía que me lo reprochaba, que por mi culpa Chad no estaba con ella.

-Colain -escuché la vocecita débil de Franciscus y volví mi mirada a la puerta donde la garrapatita se asomaba levemente con miedo.

-¿Qué pasó mi amor? -susurré y lo llamé para que viniera con nosotras a la cama. Vino corriendo con Eugenio en sus brazos y me miró con miedo.

-Abuelita Susan dice que bajes, que tiene que irse a trabajar -se encogió de hombros y asentí dejando a Venus sobre la cama.

Me arreglé rápidamente y después tomé a los niños en mis brazos y bajé hasta donde Susan. No me daba buena espina, pero hasta ahora ella era la única que podía ayudarme a resolver mis cosas con Chad.

En el instante en que me metí a la cocina, Susan me contempló con fijeza.

-¡Hasta que te levantas! -levantó la voz-. Si no hubiera sido por mí Franciscus estuviera sin comer, ¿Qué te crees Corinne? -me reprochó mirándome con mala cara.

Apreté a Franciscus a mí y bajé la mirada un poco apenada porque posiblemente era cierto, pero la garrapatita era demasiado inteligente que podía desayunar sin la ayuda de nadie, sin embargo, en ese momento no me sentía con ganas de pelear y le di la razón.

-No tiene porque gritar, Susan -repliqué-. ¿Qué está haciendo aquí? -le pregunté.

-Wegziehen me pidió que viniera a vigilarte.

Caricias en Llamas 3 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora