9 "Editado"

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Alberto

En cuanto Emma cierra la puerta detrás de ella la sensación de que me he vuelto a pasar de la raya aparece en mi cuerpo. A lo mejor no debería ser tan duro, puede que ella tenga razón y le he machacado desde que entró en la escuela, pero es que hacerla rabiar es una de las cosas mas interesante que me pasan día a día. Su manera de intentar dejarme en mi lugar hace unos segundos me ha gustado, pero cuando la bese anoche... me deja peor conciencia todavía. Está prohibido tener cualquier relación con cualquier alumno dentro y fuera de la escuela, y yo, por un arrebato, he podido tirar mi carrera por el retrete.

Ese beso no me lo he quitado de la cabeza en todo el día por la forma en que reaccionó. Cuando se separó me dio la sensación de que aún estaba mas enfadada. Como si no tuviera ningún derecho a besarla, como si le hubiera jodido la vida, y puede que tenga razón. Fue un beso lleno de rabia, de frustración y de ira por parte de los dos. Llevábamos tantos problemas dentro de nosotros que los lanzamos al aire y nos dijimos más que a un perro. Nuestra discusión subió tanto de tono que, como si fuera un impulso, me tire a sus labios para callarla, para cerrarle la boca y que dejara de insultarme.

Estoy acostumbrado a que todo salga como yo quiero, a que se haga lo que yo diga sin que me pongan ninguna pega, pero hacía tanto tiempo que nadie me contradecía que encuentro nuestras discusiones entretenidas. Todo el mundo amable, todo el mundo velando porque todo esté bien para mí. A lo mejor es porque lo exijo, pero solo dos personas me contradicen, Emma y... Merida.

Pensar en ella me crea un nudo en el estomago. No me ha dicho nada en toda la semana, y después de mandarle ese mensaje el día de su cumpleaños me esperaba una contestación por su parte, pero se ve que se ha dado por vencida conmigo. ¿Pero que más da? Ella eligió, a mi parecer eligió muy mal, y yo ya no puedo hacer nada más por ella. No puedo quedar y hacer como que no pasó ni pasa nada. No puedo fingir que no me molesta en lo mas mínimo que esté con otro. No puedo mirar hacia otro lado cuando el dolor me coma por dentro cuando la vuelva a ver.

***

Unos golpes en la puerta me interrumpen en medio de un trago que le estoy dando a una cerveza. ¿Quién será a estas horas? Dejo el bote en la mesa del comedor y me dirijo a la entrada. Me sorprendo al ver a mis amigos Luis y Tomas en cuanto abro.

—Hola tío. Traemos cervezas. —dice Tomas mientras levanta los botes y entra en mi casa como si la vivienda fuera suya.

—¿Qué hacéis aquí? —les pregunto mientras veo a mis amigos pasar de mi cara de sorpresa.

—Hemos venido a ver el partido contigo. —me contesta Luis.

—Gracias por avisar de que vendríais. —les digo con sarcasmo mientras cierro la puerta y les sigo hasta el comedor.

—¿Tenias planes? —me pregunta Luis mientras se sienta en el sofá al lado de Tomas.

—No, pero ¿habéis pensado que a lo mejor quería ver solo el partido?. —y voy a la cocina para coger palomitas o cualquier guarrería que nos gusta ver con el futbol. Cuando vuelvo los dos se callan, terminando cualquier conversación que no quieren que sepa.— ¿Ocurre algo?

—¿Cuanto tiempo hace que no mojas?.- me pregunta Tomas como siempre hace, directo al grano. Abro mucho los ojos por sus palabras. ¿Pero qué es lo que me ha preguntado? Se supone que los tíos no nos contamos estas cosas.

—La semana pasada. Ahora callaros que el partido está a punto de empezar. —le contesto para quitarme la pregunta de encima. Dejo toda la comida encima de la mesa y me siento en una de las esquinas del sofá.

—No me lo creo.

—Pues tú mismo. —digo para finalizar esta conversación. En la tele empieza la retransmisión del partido y veo como los jugadores de los dos equipos van saliendo al campo.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora