34 "Editado"

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Alberto

¿Cuál es la mejor definición para la palabra felicidad? ¿Qué te regalen tu libro favorito? ¿Qué tu equipo de cualquier deporte gane en la mayor competición de su categoría? ¿Tener tu trabajo soñado? ¿Tu casa soñada? ¿Tu coche favorito? ¿Una tarde de lluvia debajo de la manta en el sofá de tu casa? ¿Una cerveza fría en un caluroso día de verano? ¿Una quedada con todos los amigos? No tengo ni idea, pero lo único que sé es que esa palabra cobra sentido cuando tengo a Emma entre mis brazos.

Mi pecho se hincha y se llena de sentimientos al tenerla abrazada contra mí. Lleno de sensaciones de tanta magnitud que creo que me va a explotar. Tantas cosas me gustaría decirle, que en mi garganta se atascan todas esas palabras, deseosas por salir y darle a entender lo importante que es ella en mi vida.

Me despierto en cuanto mi mente se da cuenta de que ya no tengo su espalda pegada a mi pecho, como si en sueños mi cuerpo la echara de menos. Abro los ojos en la oscuridad de la habitación y lo único que puedo ver es la poca luz que entra por la ventana gracias a la que desprenden las farolas de la calle. Miro en todas direcciones pero no la encuentro, lo único que veo es la luz que asoma por debajo de la puerta que proviene del pasillo. ¿Qué hora es?.

Me froto la cara con las manos intentando despejar mi mente y que se disipe un poco el sueño que aún tengo. Me giro hacia la izquierda y cojo mi móvil que está en la mesita de noche y abro mucho los ojos al ver lo temprano que es. En ese momento se abre la puerta despacio, y en sigilo aparece Emma con su jersey azul y sus pantalones vaqueros negros.

—Buenos días. —me dice en un susurro al verme ya despierto con una sonrisa dulce en su cara. La luz del pasillo alumbra toda la habitación en cuanto está la puerta completamente abierta.

—Buenos días. —le saludo en el mismo tono de voz que ella mientras observo lo guapa que está por las mañanas.— ¿No es muy temprano para levantarse?.

—Son las seis y media. —me dice como si fuera lo más normal del mundo.

—Por eso. Hasta las ocho no empiezan las clases.

—Pero yo tengo que estar ahí antes de que empiecen a llegar los profesores y me descubran. —me recuerda y es cuando caigo en la cuenta de que es verdad. No había pensado en la realidad de la manera en la que es para nosotros.

—Tienes razón. —y me siento en el borde de la cama para empezar a vestirme.

—¿Me estas dando la razón?. —me pregunta divertida y con un poco de incredulidad en sus palabras.

—Pero no te acostumbres. —le digo girando mi rostro para mirarla a los ojos y ver esa sonrisa de felicidad que adorna sus labios y que es muy parecida a la mía.

Emma se sube encima de la cama, dándole igual si lleva puestas las zapatillas, se arrodilla detrás de mí y me abraza por la espalda desnuda. Sentirla así consigue calmarme a niveles que no sabía que se podía conseguir.

—He dormido muy bien. —me dice con su mejilla pegada a mi hombro. No me muevo, no hago ninguna intención de vestirme para no separarme de ella.

—Yo también.

—Te voy a echar de menos todo el día. —me dice con la boca pequeñita como si le diera vergüenza admitirlo.

—No más que yo. —le respondo mientras acaricio sus brazos que están rodeando mi pecho.

—Pronto vendrá mi hermano de trabajar. Tu puedes irte ya si quieres por si tienes que ir a tu casa a por algo. Cuando Pablo llegue puedo coger el autobús urbano. —dice mientras se separa de mí para volver a bajarse de la cama. Siento frío en donde han estado antes sus manos. Me levanto para terminar de vestirme.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora