23 "Editado"

3.7K 325 46
                                    

Alberto

Espero impaciente en el coche a que Emma aparezca y doble la esquina mas lejana de la manzana en donde se encuentra la academia. No pueden vernos salir juntos o que ella se monta en mi coche porque sino daremos a entender cosas que no queremos que sepan.

He tenido que separarme de ella para que vuelva a su habitación y haga una pequeña maleta para pasar el fin de semana en mi casa. Otra vez, tenerla más de cuarenta y ocho horas para mí sin limites, sin tener que evitar mirarla todo lo que me gustaría por si alguien me descubriera haciéndolo. Besarla cada vez que me apetezca y tocarla en lugares donde mis manos quieren perderse. Casi tres días donde podré estar en su compañía sin miedo a que puedan descubrirnos, y las ganas de que esas horas empiecen me están poniendo muy ansioso.

Siendo un mal hablado, me duelen las pelotas por nuestro encuentro en mi despacho, y deseo llevarla corriendo a mi casa para terminar la faena que hemos dejado a medias en la escuela y volver a empezarla una y otra vez sin descanso. Quiero perderme entre sus labios, entre los mechones de su pelo negro y suave que cuando está despeinada le hacen parecer más salvaje y más sexy.

Tamborileo con mis dedos sobre el volante de mi coche con nerviosismo. No puede ser que esté tardando tanto tiempo, o a lo mejor es a mi que los minutos se me pasan muy lentamente. El estomago me empieza a burbujear en cuanto la veo aparecer mirando hacia un lado y hacia el otro para cerciorarse de que no haya nadie conocido por alrededor que nos pueda descubrir. Con cada paso que da en mi dirección, la expectación y el deseo crecen en mi interior. No son pasos seguros, va con un poco de miedo, pero verla caminar con sus piernas largas es una delicia.

Abre la puerta del copiloto y me recompongo para parecer mas tranquilo y no tan afectado por su presencia como me siento por dentro.

—Hola. —me dice con un poco de timidez y sin mirarme. Coloca su macuto encima de sus piernas y cierra la puerta.

—Hola. —y pongo en marcha el coche. Durante cinco minutos de trayecto no decimos nada, pero decido romper el silencio porque necesito que me hable.— ¿Tienes ganas de llegar?. —le pregunto con voz seductora queriendo ver su reacción.

—Yo ya me he quedado satisfecha. El que tiene que tener más ganas eres tú. —me suelta con seguridad y con una sonrisa de medio lado. Sus palabras hacen que suelte una carcajada por lo mucho que me sorprenden. Me esperaba cualquier otra respuesta menos esa, pero como siempre Emma tiene algo que decir totalmente diferente a lo que se espera.

—El coche no corre lo suficiente como me gustaría. —y le guiño un ojo que obtiene como respuesta que ella los ponga en blanco pero con una sonrisa adornando sus labios.

El resto del recorrido lo pasamos en silencio, pero mi deseo por ella va aumentando con cada nueva calle que atravesamos. Me estoy arriesgando mucho con ella. Poniendo en peligro mi carrera, la suya y mi persona. He estado a punto de decirle lo que mi mente piensa y que mi boca no es capaz de decir en voz alta por miedo a que se haga mas real. Cuando le he dicho "Que solo seamos tu y yo" en mi despacho han aparecido todas las imágenes de hace ocho meses en donde el dolor, la humillación y la realidad me golpeaban tan fuerte que me quedaba sin respiración. No podía permitir que me pasara lo mismo, que ella tuviera ese mismo poder que una vez también tuvo Merida. No quiero que me vuelvan a hacer daño, no quiero volver a parecer débil delante de alguien y mucho menos perder en un juego en el que no tengo ninguna experiencia ya que Merida fue la primera a la que le abrí mi corazón. Ese corazón que está sujeto en mi cuerpo por tiritas y gasas después de haber sido pisoteado, destrozado y casi escupido a mis pies por ella. Esa parte de mi cuerpo que tengo protegido con la armadura más dura de la tierra pero que Emma está consiguiendo romper poco a poco solo con su presencia.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora