16 "Editado"

4K 401 25
                                    

Emma

Estoy loca, completamente loca al aceptar su propuesta. Mi cuerpo lo desea, sabe que no está bien lo que vamos a hacer, pero quiere que suceda. Mi mente no para de repetir que esta mal, que esto está muy mal, pero solo hace falta que mire hacia el conductor para hacer callar a la vocecilla que tengo en el interior y que piensa que esto es una mala idea. Vale se nos a ido la olla, peor, se nos ha ido la cocina entera.

Llegamos a una urbanización que hace que abra los ojos de par en par. ¿Él vive aquí? Pero si puede ser mas grande el bloque de viviendas que mi propio barrio. Se baja del coche, y con un nudo en el estomago por la expectación de lo que pueda pasar, le sigo hasta la puerta principal de la urbanización. Cuando entramos todo es blanco, con puertas grandes y con una piscina olímpica en medio que te dan ganas de darte un baño. Miro todo con asombro y con un poco de envidia y, sin darme cuenta por lo absorta que estoy, casi me choco contra la espalda de Alberto que se ha parado en una puerta blanca e imponente que consigue que me encoja un poco. Abre la puerta sin decirme nada y me hace un gesto con la mano para que pase yo primero. Me quedo parada en la entrada y miro todo de arriba a abajo con la boca abierta.

—¿Ahora es cuando me dices que tenía que haberte hecho la pelota desde el principio porque estás forrado? —le digo mientras dejo que me quite el macuto y la chaqueta para que lo deje en algún lado. Sigo sin poder parar de mirar las paredes blancas inmaculadas, la entrada llena de cuadros impresionantes. Desde una puerta puedo ver el comedor con un sofá gigante en forma de L que rodea una pequeña mesa de madera impoluta, una pantalla plana que podría ser un cine privado, y en la otra puerta una cocina que me daría miedo cocinar en ella por si pudiera romper algo y ensuciarla. Sus armarios son blancos y la encimera negra que le dan un toque sofisticado y caro. 

—Esto es solo un capricho mío. Mis padres tienen una pequeña y humilde cafetería en el centro de Madrid. —me dice mientras se coloca delante de mí, y yo dejo de mirar a todos lados para observar su rostro y sobre todo sus labios. 

—Pues entonces cobras demasiado en la academia. —bromeo, y él me dedica una sonrisa canalla mientras da un paso hacia mí y coloca sus dos manos en mis caderas.

—Cobro muy poco sabiendo que tengo que discutir contigo casi todos los días. —dice divertido.

—Vaya, gracias por la parte que me toca. —y que esté tan cerca me lleva al limite de mi cordura. Apoyo mis dos manos en su pecho y noto su tensa piel y el calor que desprende en mis palmas. Sigo sin creerme como he sido capaz de aceptar su propuesta y como un hombre como él siente el mismo deseo que yo siento por él.

—De nada. —dice con voz socarrona y yo pongo los ojos en blanco.

—Tan encantador como siempre. —le digo con sarcasmo, y me alegro que no se note en mi voz lo nerviosa que estoy. Alberto acerca sus labios a los míos y, sin llegar a juntarlos, me da un beso en la comisura de mi boca. Mi corazón se salta un latido en cuanto noto su contacto.

—Puedo llegar a ser muy encantador. Pero creo que te gusta más mi lado capullo. —me dice dándome un beso ahora en la mejilla. El muy cabrón me está haciendo sufrir.

—Eso es cierto. —le digo intentando no cerrar los ojos cuando noto sus labios en mi cuello que están dejando un reguero de pequeños besos. Vuelve a subir para colocar su boca muy cerca de la mía. Noto su aliento cálido como choca contra mi rostro, y estoy deseando que acorte esa distancia que él a puesto.

—¿Y qué puedo hacer yo con esa lengua afilada que tienes? —me pregunta mientras mueve sus brazos para abarcar toda mi espalda, haciendo así que nuestros cuerpos queden completamente pegados. Yo no le contesto, solo encojo mis hombros sin saber que decir y él lo toma como una invitación para posar sus labios sobre los míos.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora