20 "Editado"

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Emma

—Hola. —le digo a mi compañera Nora cuando entro en nuestra habitación de la escuela el domingo.

—Hola. —me saluda ella como contestación, pero sin desviar sus ojos de la pantalla del ordenador. 

Nuestra relación nunca ha sido de buenas amigas ni nada de eso. He intentado llevarme bien con ella porque es mi compañera de cuarto, pero no voy a contarle nada relacionado con mi vida privada. Su sonrisa, su mirada cuando me pregunta algo o cuando me cuenta sus cosas, no me dan confianza. No me fío ni un pelo, pero aún así necesito llevarme bien con ella para que, la semana pasada que tenía que cuidar a mi abuela, me cubriera y no dijera nada a ningún profesor. Preferí contarle que me veía con un chico a que mi abuela tenía alzheimer. Lo he dicho muchas veces, no quiero dar ninguna pena en este mundo de hipócritas y de gente superficial. Puede ser que lo cogieran para poder dañarme porque soy más débil o como un argumento para hacerme la vida imposible. Por eso prefiero que nadie sepa nada de mi vida fuera de este lugar y que Nora piense que tengo un lío con un chico que no es de la escuela.

Deshago mi macuto para echar en la cesta de la ropa sucia todo lo que he usado y así mañana poner una lavadora. Guardo todo lo demás en mi armario, y cuando he terminado es cuando decido ponerme el pijama e irme a dormir.

—¿No vas a cenar? —me pregunta Nora echándome una mirada de arriba a abajo.

—No. Aún tengo el estomago lleno de la comida. —le digo mientras cojo los apuntes, y me tumbo en la cama encima de la colcha.

—A vale. —y vuelve a mirar su ordenador. Está más rara que de costumbre y eso no me gusta. ¿Irá a chivarse de lo de la semana pasada?.— ¿Qué tal con el chico ese? —me pregunta después de cinco minutos de silencio. 

—¿Qué chico?. —y me pongo nerviosa porque el primer nombre que me viene a la cabeza es Alberto y todo lo que hemos hecho este fin de semana. ¿Me ha descubierto?.

—Ese con el que dormiste la semana pasada. —me aclara y me mira interrogativa.

—Ah si. Pues muy bien. —miento mientras observo mis apuntes solo para que no vea mi rostro y se de cuenta de que todo lo que estoy diciendo es una mentira.— Ya se ha ido a su ciudad.

—¿Esta semana también te vas a escapar?

—No. —y levanto mis ojos para encontrarme con los suyos, para ver esa mirada que no me gusta y que algo dentro de mí me dice que no es de fiar.— Muchas gracias por cubrirme. —y esta vez se lo estoy diciendo muy en serio. 

—No hay de que. —y gira su rostro otra vez a su portátil para apagarlo.— Yo me voy a cenar con Cristina. Hasta luego.

—Hasta luego. —le respondo, y ella sale por la puerta con un último movimiento de cabeza.

En el silencio y la soledad de la habitación, mi mente empieza a llenarse de imágenes y recuerdos de todo este fin de semana. No puedo creer lo que he hecho y lo realmente bien que me siento después de hacerlo. Han sido unos días increíbles, tanto que me parecen hasta irreales.  Alberto se ha portado genial conmigo, sin pasarse de la raya claro está porque lo nuestro era solo físico, pero aún así, ver esa faceta suya, ese lado suyo tan humano y tan cercano han causado estragos en mi manera de verlo como es. Me tenía acostumbrada a su mal humor constante, y verlo tan relajado, tan como es él realmente, me ha gustado más de lo que debería. 

Siento una sensación de felicidad que no me cabe en el pecho, pero a la vez un sentimiento amargo al saber que esto se ha terminado y que no puede pasar nunca más. No es lo que quiero, pero es lo que debo. No sé si por su parte pensará igual que yo, pero lo que sí que sé es que no queremos arriesgar todo lo que tenemos por un simple capricho, porque eso es lo que somos, algo eventual y que sabemos que no tiene futuro.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora