26 "Editado"

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Alberto

Mi cuerpo se queda completamente congelado en cuanto reparo en la persona que tengo en frente de mí. Merida está detrás de la puerta devolviéndome un reflejo del pasado. Con el mismo pelo rojo suelto que siempre llevaba, con esa tez blanca con la que siempre me he imaginado acariciándola y con esos ojos marrones que no sé por qué ahora están llorosos.

—Merida. —le saludo sin llegar a creerme lo que están viendo mis ojos.

—Hola Alberto. —me devuelve el saludo, pero no hay ninguna sonrisa por su parte, solo un labio tembloroso que amenaza con hacer aparecer nuevas lagrimas en su rostro.

—¿Cómo has entrado?. —le pregunto sin saber como ha pasado de la puerta de la calle.

—Cuando he llegado justo entraba un vecino. —me explica con la voz tomada por las lágrimas que están amenazando a punto de salir de sus ojos.

—¿Estás bien? —le pregunto dando un paso hacia ella preocupado.

—No, no lo estoy. —dice en un susurro.

Sin esperármelo, rompe a llorar y se lanza contra mí, haciendo que sus labios choquen con los míos en un beso húmedo por sus lagrimas. Mi cuerpo se pone rígido al instante en que noto su contacto, y abro mucho los ojos ante su repentino ataque. Mi mente viaja al pasado y al momento muy parecido a éste en el que apareció también en mi casa llorando porque el hijo de puta de Erik no supo cuidarla bien. Pero éste momento es diferente, es muy diferente. Sus labios ya no me saben igual, ya no se acelera mi corazón ante su cercanía y en mi cabeza hay una persona totalmente diferente a ella.

No me muevo, no le devuelvo el beso y mucho menos le respondo. Mi cuerpo se ha quedado completamente quieto ante su cercanía, y sentir esos labios sobre los míos me hace entender que ya no los siento tan familiares como antes, que ya no son los labios que tanto deseaba besar. Como si una bombilla se encendiera en mi cabeza, me doy cuenta de lo mucho que me había encerrado en el tema de Merida cuando tenía la respuesta delante de mis ojos y entre mis brazos hace solo un momento. Llevaba mucho tiempo sin pensar en ella, sin dolerme sus recuerdos, y el motivo tiene nombre y apellidos. 

Coloco mis manos en sus hombros para hacerla parar ya que no estoy sintiendo nada y a la vez me da la sensación de que estoy muy fuera de lugar, pero no me da tiempo a hacerlo, porque un empujón en mi hombro derecho hace que me desequilibre y Merida y yo nos separemos.

Veo como el pelo negro y la espalda de Emma salen por la puerta de mi casa con pasos enfadados, y caigo en la cuenta de lo que ha podido ver. Le echo una mirada furiosa a Merida, y dándome igual que ella esté mirando todo con ojos asombrados y que se quede sola, salgo detrás de Emma como si me fuera la vida en ello.

—¡¡Emma!! —chillo, pero no se da la vuelta. Corro detrás de ella para alcanzarla, y cuando la tengo a un solo paso, le agarro del codo con fuerza y le obligo a que se de la vuelta.— Para por favor.

—¡¡No me toques!! —me grita con rabia, y se suelta de mi agarre de un movimiento rápido quedándome con la mano en el aire. Mi corazón se salta un latido al ver su reacción. Le he hecho daño y eso es lo último que quería que pasara.

—Espera por favor, déjame explicarme. —y sé que estoy suplicando, pero ahora mismo me importa una mierda.

—¡¡No me da la gana!! —la furia con la que me mira está impregnada en cada palabra que sale de su boca, y me da hasta miedo el odio que desprenden sus ojos hacia mí. No veo lagrimas, no veo dolor, solo ira. Una rabia que sé que si pudiera me quemaría con solo una mirada. No, no, no. No se puede ir así.

—No es lo que parece. —y me siento tan patético por utilizar esa frase que tanto se ha oído que suena hasta desesperado, pero es que ahora mismo no sé que decir o que hacer para que se quede a mi lado y pueda explicarle todo lo que ha sucedido. Emma da un suspiro mientras cierra los ojos, como si se estuviera preparando para lo próximo que me va a decir y le doliera. 

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora