6 "Editado"

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Alberto

Corregir exámenes es lo que menos me gusta de mi trabajo. A mi lo que me apasiona es bailar, compartir mi experiencia y lo que sé con los alumnos para que aprendan a expresar sentimientos y contar una historia solo con el movimiento del cuerpo, pero una asignatura que me dieron para este curso había sido música. Tenia que aceptarla sí o sí porque las horas de trabajo con solo la clase de bailes latinos no eran suficiente para cubrir toda mi jornada laboral. Llevábamos tres semanas y media de clases y no veía ilusión en ninguno de mis alumnos, nada que me indique que están aprovechando la oportunidad que se les está brindando, o a lo mejor soy yo que tampoco le pongo las mismas ganas que años atrás.

Un examen detrás de otro veo lo bien preparados que van a esta escuela, como llevan tiempo dedicándose exclusivamente al baile, todos menos una. Una que en cuanto lleguen los exámenes finales va a conseguir que demos por finalizada su estancia aquí por no llegar a ese 5 de puntuación que pedimos. Sé que lo intenta, veo su determinación en cada una de mis clases, pero no lo suficiente para llegar al nivel. Con la hoja de sus respuestas delante, veo cuanto ha estudiado y memorizado para hacer el examen. Todo está escrito completamente como están en las hojas y apuntes que yo he ido dando a lo largo de las clases. Se lo ha estudiado palabra por palabra como una coreografia, pero sigue sin llegar a sentir lo que ha estudiado ni lo que está bailando.

Doy un suspiro largo cuando decido ponerle la nota final al examen. Sé que no le gustará, pero me da exactamente igual. Es una alumna mas, y esto puede ayudarle a que sepa que se tiene que poner más las pilas si quiere terminar el curso aprobando y que esta academia no es tan fácil como parece.

***

—Buenos días alumnos. —digo mientras miro mi reloj de muñeca para ver que la manecilla de los minutos ha llegado a la hora exacta y así poder cerrar la puerta. Me giro dando por comenzada la clase y me dirijo a mi mesa para sacar los exámenes y repartirlos.— Quiero decir que para ser una prueba inicial de evaluación no está tan mal como me esperaba. Bueno, en algunos casos.- esto último lo digo cuando le dejo el examen encima de la mesa de la señorita San Martin. La miro para que sepa que lo he dicho especialmente por ella. Me devuelve la mirada sin comprender mis palabras, y coge la hoja que he dejado de malas maneras encima de su mesa.

—¿¡Un 6!? —dice ella un poco alto.

—¿No está contenta con su nota? —le pregunto con arrogancia mientras me detengo en frente de ella. Veo en sus ojos enfado y como se ha convertido su boca en una fina línea, como si se estuviera conteniendo en decirme cualquier barbaridad.

—No la veo justa. —me dice finalmente y en ese momento me doy cuenta de las ganas que tenia de que me chillara, de que me pusiera en mi lugar y me contestara con sus argumentos como ya hizo en mi despacho sin amedrentarse ante mis duras palabras. Eso hace acordarme cuando Merida me dejó con la boca abierta en aquel bar con su lengua afilada. Ese recuerdo hace que sienta un pinchazo en el estomago.

—Le recomiendo que lea bien lo que usted a escrito. —le digo para intentar picarla.

—Sé lo que he escrito. —me dice mientras me mira fijamente a los ojos sin ningún miedo por mi tono hosco.

—Pues vuelva a leerlo. —le digo tajante y me doy la vuelta para continuar repartiendo los exámenes que me quedan y dejándole con la palabra en la boca.

Termino de repartir y vuelvo a colocarme delante de todos los alumnos con los brazos cruzados, mirando uno a uno sus reacciones y esperando a que terminen de mirar sus exámenes. Me quedo un poco mas de tiempo mirando a la señorita San Martin y veo como pasa las hojas rápidamente mientras comprueba y comprueba todo lo que escribió, se coloca una mano en la frente y apoya el codo en la mesa, dejando todo el peso de su cabeza en el brazo. Tengo que ser un cabrón, porque estoy disfrutando de su reacción a mis palabras de antes y a mi nota. Cuando levanta la mirada y ve que la estoy observando no giro mi rostro, continuo haciéndolo y una pequeña sonrisa está a punto de escapárseme de la boca. No debería reírme, pero los cambios en su rostro son muy cómicos. Sus ojos desprenden fuego en cuanto repara en mí y yo no me amilano haciéndola rabiar hasta que desvía su mirada otra vez a sus hojas.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora