Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.

33 "Editado"

Emma

Nuestros labios chocan con fuerza en cuanto Alberto me atrae hacia él. Abro mi boca en cuanto noto su contacto, y cierro los ojos cuando su sabor se propaga por todo mi cuerpo dejándome llevar. Su lengua se encuentra con la mía para intercambiar saliva y lamerse entre ellas. El beso se vuelve violento y no puedo evitar gemir dentro de su boca. Alberto abandona mis labios un momento para seguir su reguero de besos por toda la piel de mi cuello. Yo me tomo ese momento para recuperar todo el aire que él me ha robado y para hablar antes de que la poca cordura que me queda se vaya del todo de mi cabeza. 

—Vamos a la parte de atrás. —le digo sin reconocer mi propia voz tan excitada.

—Vale. —salimos los dos por nuestras respectivas puertas, rápidos, frenéticos, como si no pudiéramos estar ni un segundo separados,  y enseguida volvemos a entrar en el coche. En cuanto mi cuerpo hace contacto con la tela de los asientos, Alberto me agarra por la cintura para atraerme hacia él y se lanza para devorar y saquear mi boca sin querer dejarse nada. Nuestros labios chocan, se aprietan, se humedecen. Puedo notar hasta como se van hinchando por el roce de su barba de tres o cuatro días.

Nos deshacemos de las camisetas y de los pantalones como si nos faltara tiempo. Es un espacio pequeño, pero ahora mismo no me importa. Me da absolutamente igual estar medio doblada, golpearme la rodilla cada dos por tres con los asientos delanteros porque lo único en lo que piensa mi mente es en él y solo él.

Alberto me coloca encima de él en cuanto estamos casi desnudos. A la única que le queda alguna prenda de ropa es a mí, y es el sujetador. Noto su entrepierna como se desliza por mi hendidura con mucha facilidad gracias a lo húmeda que estoy sin necesidad de más preliminares que besarnos a manos llenas. Me mueve de delante hacia atrás mientras muerde las cimas de mis pechos que sobresalen del sujetador. Me agarro con fuerza de sus hombros por miedo a caerme aunque eso sea casi imposible por el lugar donde nos encontramos, pero es que me tiembla todo el cuerpo.

El tiempo se para, el coche desaparece y todo lo que existe ahora en mi mente somos nosotros dos y las ganas que tenía de que esto volviera a pasar. No hemos tenido tiempo para estar como estamos ahora desde antes de la discusión del sábado, y aun que no sea el lugar más romántico o más bonito, ahora mismo a mí me sobra.

Abandona mis pechos y rebusca en sus pantalones, que están tirados de cualquier manera en el suelo, la cartera y puedo adivinar que es lo que busca. Saca un preservativo y me aparto un poco para que se lo ponga con más facilidad. Puede ser que ver como rasga el papel y se estira todo el latex a lo largo de su erección sea lo más erótico que puedo llegar a ver en mi vida. En cuanto termina, no puedo esperar más y me levanto un poco sobre mis rodillas que están a cada lado de sus caderas y me dejo caer notando como todo mi cuerpo se contrae y se aprieta al notar como va entrando en mí. La sensación es una delicia y cierro los ojos buscando guardar en mi memoria este sentimiento y esta electricidad que corre por mis venas.

—Joder. —dice Alberto en un susurro mientras cierra los ojos y se muerde el labio inferior. Sus dedos se clavan en la piel de mis caderas y con fuerza me baja hasta el fondo para entrar de golpe en mí. Un jadeo se nos escapa a los dos en cuanto la noto tan dentro, tocando mi punto más sensible. Absorbo todo el placer que ahora mismo siente mi cuerpo y comienzo a moverme arriba y abajo en busca de más, de mucho más.

Alberto baja las copas de mi sujetado consiguiendo que mis pechos le den la bienvenida. Mientras me muevo encima de él, Alberto le da placer a mis pezones lamiendolos, chupandolos y mordiendolos. Mi mente se nubla en cuanto noto como los sopla después de hacer la coreografía, y agarro aún con mas fuerza los mechones de su pelo que tengo entre mis dedos con cada nuevo ataque de él a mis pechos.