7 "Editado"

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Emma

—¿Por qué no me cogías el teléfono? —le digo de muy malas maneras a mi hermano que acaba de atravesar la puerta de la habitación del hospital. No le doy tiempo ni a que diga "hola". Estoy sentada en la silla que está al lado de la cama en donde se encuentra mi abuela dormida sin dejar de mover mis piernas de arriba a abajo nerviosamente por el susto inicial.

—Estaba durmiendo. —y se acerca rápidamente a ella para cogerle una mano que aún tiene morada.

—Vaya mierda de escusa. —le digo enfadada. No puedo evitar decirlo así porque estoy muy cabreada con él, con los médicos y con el mundo en general. Enfadada con mi hermano porque él me intentó convencer de que lo que le estaba pasando a mi abuela era normal; cabreadísima con los médicos porque no supieron lo que le estaba pasando cuando son los profesionales y me dieron un diagnostico equivocado; y con el mundo en general porque la vida es una mierda.

—A mí no me hables así. —me advierte. Otra vez utiliza el tono de hermano mayor cuando no tiene ni razón, y eso me cabrea aún más.

—Si no me hubieras comido la cabeza por teléfono con que no le pasaba nada podíamos haber evitado que le diera esto. —le digo con rabia. Todo podía haberse solucionado si se lo hubieran pillado a tiempo. Si mi hermano hubiera estado con ella desde que terminó de trabajar y hubiera llamado al médico en ese momento.

—¿Qué le ha pasado? —me pregunta pasando olímpicamente de mi última respuesta y mirando a la abuela mientras acaricia su brazo delgado.

—Una trombosis cerebral. —le digo mordiéndome la lengua para no perder la paciencia o para no echarme a llorar.

—¿Y cómo está ahora?

—Durmiendo. —le respondo con sarcasmo.

—No me toques los cojones Emma. —y que utilice ese tono cuando él ha sido el culpable me saca de mis casillas.

—¿Ahora sí que te interesa? —le digo para hacerle daño, pero es que el dolor que siento yo dentro y el miedo me parecen insoportables. Mi pierna sigue moviendose frenéticamente de arriba a abajo indicándome que los nervios están a punto de comerme por dentro.

—¿Desde cuando no me ha interesado la abuela? —y ahora es él el que me habla cabreado por mi actitud.

—Podías haber estado con ella mientras yo llegaba de la academia. —le reprocho y noto como poco a poco estamos subiendo el tono de voz.

—Salgamos al pasillo.- me ordena apretando los dientes, y lo hago para no despertar a mi abuela. En cuanto me ponga otra escusa estallaré y toda la frustración de las últimas tres semanas saldrá al aire diciendo cualquier cosa hiriente que se me ocurra.

Juntos abandonamos la habitación y Pablo deja la puerta entornada detrás de él. Tengo ganas de gritar, de insultar y de pegar a alguien, de salir corriendo y no volver nunca, de no haber entrado en la academia y que todo no hubiera cambiado tanto.

—Me parece muy fuerte que no hayas aparecido en toda la noche. —le digo rechinando los dientes una vez cierro la puerta detrás de mí.

—¡Estaba durmiendo! —dice exasperado.

—Y el móvil apagado, ¿a qué si?.

—El móvil lo tenia en silencio.

—Otra mierda de escusa. —le digo con rabia. Tengo ganas de llorar porque las imágenes de mi abuela tirada en el suelo como si estuviera muerta no abandonan mi mente ni un segundo.

—Tengo otra vida, ¿sabes?. Una vida a parte que también tengo que cuidar. Por ti y por la abuela he tenido que dejar de vivir prácticamente con mi pareja cuatro días a la semana. Por un maldito día que no me he pasado a verla o a veros no puedes ponerme como la peor persona del mundo. No hace falta que intentes hacerme sentir culpable porque ya me siento así por no haber estado a tu lado, pero no me eches toda la mierda de lo que ha pasado porque sabes que no es así. —Su enfado es notable y va aumentando con cada frase que me dice.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora