Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.

15 "Editado"

Emma

Miro cada dos por tres de reojo a Alberto mientras conduce. No puede ser verdad lo que está pasando, no puede ser que esté a punto de dejar a alguien que entre por la puerta abierta a mi vida y que pueda ver lo que llevo intentando ocultar durante estos meses que estoy en la escuela, pero no tengo otra opción. Necesito estar cuanto antes en mi casa, el autobús urbano que va directo desde la academia hasta casa de mi abuela tardaría una eternidad, y me jode que la mejor manera de llegar tenga que ser que Alberto me lleve.

-Ahora gira a la izquierda. -le indico con los nervios a flor de piel. ¿Qué me encontraré en mi casa? ¿Por qué se ha producido el incendio? ¿Qué pensará Alberto después de saber donde vivo y cómo es mi vida? Seguro que le daré aún más pena y eso es lo último que quiero que piensen de mí.

Cuando giramos, veo el camión de los bomberos y una ambulancia a lo lejos, y sé perfectamente en que lugar estan aparcados. Mi pierna no para de moverse de arriba a abajo con nerviosismo y Alberto coloca una mano encima de mi rodilla consiguiendo que se quede quieta.

-Tranquila. -y que me lo diga con tanta delicadeza me sorprende. Ya no es el profesor arrogante, autoritario y siempre enfadado que veo en la escuela. Ahora hace caso de todo lo que yo le diga sin poner ninguna pega y sin soltar alguna bordería. Sabe que ha pasado algo importante para mí, y una sensación de calidez se arremolina en mi estomago al ver que él también está un poco preocupado y que me quiere ayudar.

-Es aquí. -le digo para que aparque. Agradezco que él no me diga nada, que no pregunte por lo que está pasando. No tengo ganas ahora mismo de hablar y menos cuando ni yo sé ni la mitad de lo que ha pasado. Sólo quiero encontrar a mi abuela y saber que está bien.

Salimos del coche en silencio, y sin esperar a Alberto, salgo corriendo hacia la puerta de la casa con el corazón en un puño al imaginarme cualquier situación por la que se ha podido producir el incendio. En la calle veo a mi abuela en una silla de ruedas con una mascarilla para el oxigeno en la boca y a mi hermano acuclillado a su lado mientras le coge una mano. Por detrás de ellos un bombero detrás de otro salen con cosas calcinadas en sus manos, y el miedo se apodera de mi cuerpo a la vez que un nudo en la garganta que casi no me deja ni respirar con normalidad.

-¿Qué ha pasado? -les pregunto a Pablo y a mi abuela casi gritando. Verla a ella con una maquina de oxigeno me pone los pelos de punta. Hace que recuerde el día que la vi completamente inmóvil en el baño, el día que le dio la trombosis cerebral.

-No ha pasado nada. Que nos hemos despistado. ¿Verdad abuela? -dice bromeando mi hermano aunque me mira como diciéndome que me tranquilice para que mi abuela no se ponga más nerviosa.

-Sí. -dice con la voz amortiguada por la mascarilla. Mi hermano mira detrás de mí y sé a quien a visto. No creía que se acercaría a mi casa, creía que se quedaría en el coche esperando o que se habría ido ya.

-Hola, yo soy Pablo. El hermano de Emma. -dice mientras se levanta y le tiende la mano a Alberto.

-Él es Alberto, un amigo. -me apresuro a decir yo antes de que él se presente como mi profesor.

-Encantado. -dice mi hermano.

-Lo mismo digo. -le responde él.

-Y ella es Rafaela, mi abuela. -le digo señalándola.

-Es un placer. -le dice Alberto educadamente y con una sonrisa en sus labios que no había visto nunca. Calida, humana, de esas en las que enseña todos sus dientes inmaculados y que te dan ganas de que te sonría así siempre.

-Eres un buen mozo. -le suelta mi abuela sin cortarse un pelo consiguiendo que yo abra mucho los ojos y él se ríe encantado. Mi hermano me mira y hace un gesto con la cabeza para que lo siga. Aun que me da miedo dejar a mi abuela con Alberto por lo que le pueda decir, me resigno a seguir a mi hermano hacia el otro lado del jardín donde no nos pueden oír. Necesito saber realmente lo que ha pasado para que mi mente deje de imaginarse cosas peores.