17 "Editado"

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Alberto

Miro hacia el techo con los brazos cruzados detrás de mi cabeza mientras mi mente va a mil por hora. Se nos ha vuelto a ir de las manos, pero ahora sí que lo he hecho queriendo, ha sido bastante intencionado por parte de los dos y eso, muy a mi pesar, me encanta. Esta semana e intentado evitar cualquier contacto con ella, cualquier conversación, e incluso intenté no acercarme a no ser que sea algo de la escuela, pero no he podido. Saber que le importaba un pimiento su plaza en la academia por un chico me sacaba de mis casillas, pero ahora... ahora que sé el por qué lo hacía realmente, me crea ternura y un poco de compasión por ella. Su compañera de habitación no es de fiar y debería decírselo ya que ella me llenó la cabeza de mentiras para dejarla en mal lugar.

Sé que lo que hemos hecho es lo peor que podríamos hacer, que las consecuencias pueden ser nefastas para los dos, pero es que su cuerpo me llama para acercarme como hace mucho tiempo que no me pasaba. Sólo Mérida podía hacerme sentir así, deseoso de saber lo que está haciendo, inquieto cuando no la tengo cerca, pero ahora todo eso ha cambiado y lo he descubierto cuando le he dicho a Emma que a ella sí que la soportaba un poquito, como una vez en su día también se lo dije a Mérida. Caer en la cuenta de eso ha sido un golpe de realidad, una palmada en la frente para hacerme ver que lo que me pasa con Emma es que ha empezado a llamarme demasiado la atención, y aunque no lo reconoceré nunca en voz alta, me recuerda un poco a Mérida.

Giro mi rostro hacia la derecha y miro su espalda. Emma está boca abajo, tapada con la manta que le cubre un poco más de la cintura, y con su pelo negro un poco despeinado y esparcido por toda mi almohada. La observo y veo lo tranquila que está, como si yo fuera el único al que se le están comiendo los nervios por dentro por toda esta situación que estamos creando.

Debajo de su pelo, en su espalda, veo el tatuaje pintado con tinta negra sobre su piel que he visto otros días pero que estaba oculto detrás de su ropa. Muerto por la curiosidad, aparto algunos mechones para descubrir lo que hay debajo. Me quedo absorto mientras repaso con mi dedo todo el dibujo. Es una flor de loto en la cima para después bajar por su columna vertebral con una serigrafía haciendo varios infinitos y acabando en un punto. Me llama mucho la atención lo que puede significar, y lo repaso varias veces mientras disfruto del contacto de su piel.

—¿Qué haces? —me pregunta. Me sorprende que no tenga la voz somnolienta porque creía que se había dormido. Estaba tan despierta como yo, pero mi motivo es que no podía dejar de pensar en todo lo que hemos hecho ni qué significa esta presión que ahora mismo siento en el pecho.

—Me gusta tu tatuaje. —y me parece que es la primera vez que le estoy hablando totalmente sincero.

—Me lo hice hace mucho tiempo. —me explica sin levantar su cara de la almohada.

—¿Qué significa? —le pregunto sin dejar de acariciarle el dibujo. Guarda silencio y luego da un suspiro.

—La flor significa pureza y tranquilidad, supongo que con ella intentaba marcar en mi piel una manera de que mi mente se tranquilizara después de que nos enteráramos de que mi abuela tenía Alzheimer. Tenía que estar tranquila por mi abuela, no podía poner un grito en el cielo cada vez que se le olvidara algo porque eso sería peor para ella. Tenía que ser fuerte por las dos.

—¿Y lo demás?

—Cada infinito significa una persona. Hay tres, mi hermano, mi abuela y yo. —miro otra vez su tatuaje y le encuentro sentido a todo lo que me está diciendo.— ¿Pero por qué te cuento yo a ti todo esto? —me dice mientras se tapa aún más, se gira y se apoya en el cabecero para mirarme después. Veo un poco de vergüenza en sus ojos, pero noto como intenta ocultarlo detrás de una cara seria.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora