Epílogo "Editado"

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Emma

No sé como decirlo, no sé como explicar que hay un pequeña, muy pequeña, parte de mi cuerpo que se lo esperaba y que estaba aterrorizado por esto, por la posibilidad de que lo nuestro saliera a la luz y todo se desmoronara. Que después de ser varios días completamente feliz, pasara alguna cosa que acabara por arrebatarme ese sentimiento.

Los nervios mientras esperaba a que la directora terminara de hablar con Alberto me comían por dentro. La hora que estuve esperando en el pasillo a que salieran se me hizo eterna. Mi corazón estuvo a ponto de atravesar mi pecho en más de una ocasión, y el miedo atroz me impedía pensar en otra cosa que no fuera todo lo que puede acarrear esto. Me imaginaba posibles escenarios, muchas situaciones en el que era expulsada de la academia, indicando en mi expediente el por qué me echaron. Ninguna escuela volvería a cogerme, no podría continuar con mi sueño, y lo peor, seguro que decepcionaría a mi hermano y a mi abuela. Dios... mi abuela. ¿Qué pensará de mi cuando se entere?

Esperé, esperé y esperé durante sesenta minutos en los que por mi cabeza se pasearon todos los finales trágicos posibles que vendrían ahora. Ninguno de los que pensé eran lo que realmente iba a pasar.

La puerta se abrió y me puse tan rígida en mi sitio que casi podría parecer una estatua. Miré directamente a ella, y Rosa salió con un rostro muy enfadado y ni siquiera me miró ni me dijo nada cuando atravesó el pasillo para desaparecer por las escaleras. Seguí con mi mirada cada uno de sus pasos, seguramente con el miedo en cada arruga de mi cara. Un carraspeo me hizo darme la vuelta y me encontré a Alberto apoyado en el marco de la puerta mirando al suelo. Desprendía derrota, sus hombros estaban caídos y eso me dio pavor. Me daba miedo escuchar todo lo que me tenía que decir de la decisión con la directora.

Alberto me miró un segundo y vi dolor en su mirada. Nunca había visto esa expresión en su rostro, y me dieron ganas de salir corriendo hasta él para abrazarlo y quitar esos ojos tristes.

—Entra. —e hice lo que me pedía detrás de él con un nudo en el estomago que casi no me dejaba respirar.

En cuanto cerré la puerta Alberto me abrazó y enterró su rostro en mi cuello. Rodeó mi espalda con sus dos manos y me apretó tanto que me dio la sensación de que era nuestro último abrazo. Yo hice lo mismo con él, en el silencio de la habitación, lo abracé con tanta fuerza que lo único que quería era pegarlo a mi piel. Durante varios minutos estuvimos así, sin hablar, solo sintiendo el cuerpo del otro, pero mi mente no paraba, tenías muchas dudas. No entendía a que venía este abrazo y me aterrorizaba que la sensación que había tenido fuera verdad, que sea nuestro último contacto. Tenía ganas de llorar.

—¿Qué te ha dicho? —le dije en un susurro con mi rostro pegado a su pelo, para no romper el momento. Sentía que si hablaba muy alto todo se acabaría por destruir. Alberto me apretó aún más ante mi pregunta y yo se lo permití.

—Continuas en la escuela. No te van a expulsar. —me dijo con la voz amortiguada por mi cuello. Sentía su aliento cálido al hablar chocar contra mi piel. De todo lo que había esperado escuchar nada se parecía a eso. ¿Cómo puede ser que continúe después de lo que he hecho?. Me aparté un poco sin dejar de tocarle, pero suficiente para mirarlo a la cara y verme reflejada en esa mirada angustiada.

—¿Cómo?. —le pregunté sin llegar a creérmelo. Sus ojos desprendían dolor, tristeza, derrota, arrepentimiento... tanto que me pusieron los pelos de punta. No podía ser que fuera tan bonito todo, si yo me quedaba...

—He convencido a Rosa para que pase por alto lo que ha pasado y no abrirte un expediente. Seguirás como si no hubiera pasado nada. —me dijo sin un atisbo de alegría en su voz. Seguía sin entenderlo, había algo que no me cuadraba.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora