14 "Editado"

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Alberto

Me quedo quieto donde estoy mientras la veo subir al autobús. Ella no me ha visto, no se ha percatado de mi presencia, y unos celos infantiles aparecen en mi cuerpo. ¿A donde va? ¿Que hace? ¿Y con quien ha quedado?

Sin pensármelo mucho voy a su habitación en busca de respuestas, y la mejor que me las puede dar es su compañera de cuarto. Agradezco que no haya nadie por los pasillos que pueda preguntarse que qué hago a estas horas por aquí, y avanzo con precaución hasta llegar a su puerta. Llenándome de paciencia, toco con mis nudillos en la madera y un escueto "adelante" me invita a pasar.

Abro la puerta y me encuentro con su compañera tumbada en la cama mientras mira algo en su portátil. En cuanto repara en mí, abre mucho los ojos, deja su ordenador a un lado de la cama y se levanta corriendo.

—Buenas noches señor Arias. ¿En qué le puedo ayudar?. —me pregunta, yo miro por toda la habitación y me encuentro la otra cama totalmente hecha, inmaculada. Cómo si no se hubiera tocado en varios días.

—¿Dónde está la señorita San Martin? —le pregunto intentando serenarme para que no note lo enfadado que estoy.

—Estará por ahí. Aún no es el toque de queda. —me dice mientras vuelve a sentarse en su cama, y cruza sus piernas una encima de la otra que solo están tapadas por un pantalón de pijama corto. Cierro la puerta detrás de mí. Necesito respuestas y no quiero que nadie se entere que he estado aquí. Todo el mundo podría pensar mal si me pillan en la habitación de una alumna a estas horas de la noche. La señorita Perez sonríe en cuanto la puerta se cierra.

—Acabo de verla en la calle. Se estaba subiendo a un autobús. ¿Aún quiere seguir mintiéndome? —y me cruzo de brazos mientras me apoyo en el escritorio que está al lado de la puerta con seguridad, dando a entender que domino la situación. Su compañera abre mucho los ojos y baja su cabeza para mirarse sus pies desnudos.

—Está bien. Lo único que sé es que no iba a dormir aquí en toda la semana porque había quedado con un chico. —mi enfado aumenta considerablemente, y me muerdo la lengua para no soltar cualquier barbaridad por mi boca. Los celos recorren todo mi cuerpo con tanta rapidez que podría competir con la velocidad a la que va mi corazón en estos momentos. ¿Un chico? ¿Se ha acostado conmigo teniendo novio?.

—¿Cómo dices? —le pregunto cuando creo que no va a salir fuego por mi boca por lo enfadado que estoy.

—Sí, pero yo no soy ninguna chivata. No le diga que se lo he dicho. —y se levanta para colocarse delante de mí mientras me mira con una fingida súplica en sus ojos. Seguro que está disfrutando de poder contárselo a un profesor y delatar a su amiga.

—¿Y su compañera no sabe que eso es una falta muy grave y que se le puede expulsar?

—A ella le da igual todo eso. Cuando la conocí me dio a entender que ella estaba aquí porque le había hecho un favor a uno de arriba. —y vuelve a dedicarme una sonrisa que parece que no trae nada bueno. La miro sin comprender sus palabras.

—¿A uno de arriba? —ella da un paso hacia a mí.

—Sí. Ella dice que entró a la escuela gracias a una beca, pero de la manera en que lo dijo me pareció que quería decir que se acostó con uno de los peces gordos de la academia para poder entrar. —abro mucho los ojos cuando termina de hablar. No puede ser verdad lo que me está contando.

—¿Usted sabe que esa acusación es muy fuerte? —le pregunto deseando que se retracte y me diga que todo lo que ha dicho es mentira.

—Es lo que me dijo ella. —y levanta sus manos como si fuera inocente. No puede ser, no me imagino a Emma como una persona así. La señorita Perez vuelve a dar un paso hacia a mí y de pronto la tengo muy cerca. Me incorporo y dejo de estar apoyado en la madera del escritorio cuando noto que mi espacio personal está siendo atacado.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora