31 "Editado"

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Emma

Observo como Alberto se pone rígido mientras la mira y se queda totalmente quieto en su sitio. Mi estomago da un vuelco y se convierte en un nudo apretado que me sube hasta la garganta casi sin dejarme respirar. ¿Otra vez está aquí? ¿Qué es lo que quiere ahora? ¿No decía que no la iba a volver a ver más? ¿Por qué está aquí?. Preguntas, miedos, inseguridades y más preguntas aparecen por mi mente como una cascada para torturarme.

—Perdonarme un segundo. —dice Alberto a los alumnos en general antes de atravesar la puerta y cerrarla detrás de él. En la clase empiezan los murmullos y los cuchicheos entre ellos. Muchos se preguntan quien es ella y muchos otros aseguran rumores sin tener ni idea de su vida consiguiendo que me cabree aún más.

—Esa es su novia. Los vi el otro día que ella venía a por el profesor la semana pasada. —dice una muchacha que tengo delante a otra que tiene al lado. Me repatea mucho que la gente mienta y se haga la entendida de un tema que no tiene ni puta idea. ¿Pero por qué se inventan cosas? Me dan ganas de decirle que está muy equivocada, que deje de hablar de la vida de los demás y que se centre en la suya propia porque en la del profesor no está aportando nada.

Con cada segundo que pasa y sé que Alberto está ahí fuera con ella, mis nervios aumentan y mi humor empeora. Miro la puerta deseando que él vuelva a entrar a clase habiéndole dado puerta a esa tal Merida. ¿Por qué ha vuelto a aparecer si se supone que no iba a volver a verla más?. Noto como el cabreo va arrasando con toda la alegría y felicidad con la que me había despertado esta mañana y dejando en su lugar un pequeño dolor que va creciendo con forme los recuerdos de la semana pasada aparecen por mi mente como si de una película se tratase.

Dos minutos después, que me ha parecido que han sido eternos, Alberto vuelve a aparecer cerrando la puerta detrás de él y consiguiendo que todos los alumnos guarden silencio y dejen de especular sobre su posible vida. Camina hacia la mesa y se frota el rostro con las dos manos en señal de frustración dando a entender que está más cabreado que cuando ha salido.

—Bien. Continuemos. —dice a los alumnos en general.

Durante una hora sigue explicando como si no hubiera pasado nada, pero yo ya no tengo el mismo interés que antes. No paro de preguntarme el motivo por el que ha venido Merida y tengo un poco de miedo a lo próximo que me dirá Alberto, porque seguramente una explicación me tendrá que dar. El problema es que no sé si quiero saberlo o no.

En cuanto Alberto da por finalizada la clase, todos los demás alumnos empiezan a recoger sus pertenencias. Yo lo hago más despacio, deseando que todos o la mayoría de mis compañeros hayan salido, esperando a que quedemos los últimos en la clase y así quedarme rezagada para hacerle una pregunta al profesor sobre lo último que hemos dado.

—Señor Arias. ¿Puedo preguntarle una duda que tengo? —y abro una hoja cualquiera de los apuntes que nos ha dado al principio para hacer más verídicas mis palabras ante las miradas de mis compañeros.

—Las dudas y preguntas se resuelven en la clase. —me dice mientras recoge los papeles de su mesa sin llegar a levantar su cabeza para mirarme. No sé si está interpretando un papel al igual que yo o me lo está diciendo completamente enserio.

—Lo sé, pero es solo un minuto. —y por fin levanta su rostro para encontrarse con mis ojos. Le echa un vistazo a la clase vacía y se incorpora para ir a la puerta y cerrarla después de que todos los alumnos hayan salido.

—¿De verdad es una pregunta de algún tema de la clase? —me dice volviendo a la mesa pasando por mi lado y dándome un beso en la mejilla. Intento no apartarme ante su contacto, aunque esté muy enfadada y con los celos comiéndome por dentro, tengo que dejar que se explique y me cuente el por qué ha venido su amiguita.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora