13 "Editado"

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Emma

Salgo huyendo del despacho de Alberto porque sé que si me hubiera quedado un segundo más habría vuelto a caer en la tentación. Otra vez habría caído en su juego porque mi cuerpo no es capaz de no reaccionar cuando esta él, sobre todo teniéndolo tan cerca y oliendo tan bien.

Voy corriendo a mi habitación rememorando nuestra conversación una y otra vez. ¿Habría vuelto a besarme? ¿Me estaría diciendo enserio lo último que me ha dicho o quería hacerme rabiar y ver mi reacción? No puedo permitir que se burle de mí, que crea que controla la situación, y debo evitar que vuelva a acercarse a mí de esa manera. ¿No le preocupa que hayamos roto casi todas las reglas en una sola noche? ¿No le preocupa que nos puedan echar a los dos si se enteran de esto? Parece que él se lo toma todo a broma cuando está muy mal lo que hemos hecho, aunque en ese momento fuera lo más excitante que me ha pasado en años.

No voy ni a comer, recojo todas mis cosas que necesito para ir a mi casa, y sin despedirme de mi compañera ni de nadie, salgo de la escuela para coger un autobús que me llevará a un lugar lejos de toda esta historia, lejos de esta situación que me da dolor de cabeza y que amenaza con hacerme perder mi sueño.

***

—Hola abuela. ¿Cómo estas hoy? —le pregunto mientras entro al comedor y me desperezco por el camino con los brazos en alto.

—Hola mi niña. Pues hoy mejor, he salido a dar una vuelta. —me dice mientras intenta bajarle voz a la tele, pero como lo está haciendo con la mano que sufrió todas las consecuencias de la trombosis, le cuesta.

—¿Has dado una vuelta tú sola? —le pregunto incrédula y preocupada.

—Sí. He ido a la casa de enfrente y he vuelto varias veces. —me dice cómo si fuera normal dentro de su situación.

—Abuela, no puedes salir de casa tú sola. —le recuerdo mientras me siento a su lado y le quito el mando de su mano y bajo el volumen.

—Pero estoy bien. No puedo estar todo el día metida en casa. Me voy a llenar de telarañas. —y me río por su ultima frase.

—Es verdad, pero si quieres salir puedes decírmelo y nos podemos ir más lejos.

—Estabas durmiendo. Se te veía tan a gusto que no quería molestarte. —me dice con su sonrisa cariñosa que siempre le caracteriza.

—La verdad es que necesitaba estas horas para dormir. —doy un suspiro mientras pienso en el sueño que he tenido. Alberto contándole a todos, profesores y alumnos, todo lo que hicimos en ese pequeño vestuario que utilizan los profesores cuando terminan las clases. Todos se reían, todos me llamaban puta y al final terminaban expulsándome de la escuela. Vale no era un sueño, era una maldita pesadilla.— Voy a hacer la comida que hoy vienen Pablo y Claudia a comer.

—¿Quien es Claudia? —me pregunta mi abuela y yo la miro preocupada. ¿Desde cuando no se acuerda de la novia de su nieto?.

—La novia de Pablo yaya. —le explico como si no pasara nada.

—¿Y por que vienen a comer? ¿No trabajan?

—Hoy es domingo, nadie trabaja un domingo.

—Es verdad. —dice mientras gira su rostro para mirar a la pantalla de la tele y afirma con la cabeza. Me duele verla así, ver como ésta enfermedad poco a poco la está comiendo por dentro, como ésta enfermedad está borrando sus recuerdos. Pero no podemos hacer nada, no hay cura, y desde hace mucho tiempo he tenido que aprender a sobrellevar el dolor que siempre me acompaña cada día.

Entro en la cocina con ganas de llorar por la perdida de memoria de mi abuela. Poco a poco ha dejado de acordarse de cosas sencillas, de que día y hora es, de cosas mínimas como lo que ha hecho en el mismo día, y saber que eso va a ir a peor me crea mucha ansiedad. No sé si estaré preparada cuando llegue el momento en el que ya no se acuerde de nada.

Baila Conmigo (1° Trilogía Conmigo) COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora