—Allí —señala Jason—, hay gente...
La casa de Daryl resultó ser apenas menos que una pocilga y Jesús todavía lo está digiriendo, era un cuarto con dos colchones en el suelo y cobijas mal dobladas, una cocina vieja y un baño en la parte de afuera. Merle había dicho que era el sitio perfecto para no llamar la atención, la policía nunca se pasaba por allí y él podía hacer sus negocios sin ningún problema, y el castaño quiso golpearlo y preguntarle si creía que era el sitio que se merecía su hermano, pero entonces recordó al moreno la tarde en que le aseguró que vivir con Merle siempre fue diez veces mejor que vivir con su padre. Lo único bueno de esa casa fue que Merle tenía armas pesadas, rifles de largo alcance. Luego de dejar la casa intentaron irse con la gente por la carretera, pero la autopista estaba atascada de gente aterrada.
—Es un campamento —masculla Merle.
—Hay que ir a echar un vistazo —sugiere Jason, esperanzado.
—Vamos —ordena Merle a Daryl.
Durante cuatro días rondaron las carreteras que atravesaban las viejas casas y los caminos sin pavimentar, comieron de lo que el pelinegro había cazado y de las barras de proteínas de Paul, siempre alejándose del tumulto de gente, rodeando muy lentamente la ciudad de Atlanta para no cruzar por ella.
—Miren esto, más sobrevivientes —se presenta Merle a la gente reunida en torno a un pequeño fuego—, tienen fuego y tenemos carne, si comparten, compartimos.
—¿Quién eres? —pregunta un tipo guapo con ropa de policía. Jesús, detrás de Merle, se apresura a tomar la palabra con su mejor sonrisa y los presentó a todos, a los hermanos Dixon, a Jason y a él, Jesús.
—No me gustan los policías —masculla Merle cuando el tipo guapo les hace una señal de aprobación.
—Ni tú les gustas a los policías —le recuerda Daryl.
—¿Tienen armas? —insiste el policía, escrutándolos con la mirada, su placa lo confirma como un policía de Atlanta, su nombre es Shane: además de él, piensa Rovia, no parece que nadie de allí pueda sobrevivir a este nuevo mundo.
—No se puede vivir sin ellas hoy día —responde Merle—: Dios bendiga al que dejó que las armas fueran legales en nuestro país, ¿eh?
—¿Saben usarlas? —"Shane", Rovia intenta recordarlo, su nombre Daryl se lo había mencionado alguna vez, ¿cuándo? Mira a las otras personas, un par de hermanas rubias, un anciano que parece venir de pesca, un tipo grande y negro, una familia de inmigrantes latinos, una mujer de tez oscura, un hombre flaco y delgado, un tipo mal encarado que bebe cerveza en silencio, una mujer alta y aterradoramente delgada, un niño... Carl, ¡oh, Dios!
—Fui soldado, sí, ¿eres el líder de este grupo?
—Me hago cargo —se encoge de hombros Shane.
—Pues yo soy el que se hace cargo de los míos —asiente Merle alzando la frente. Se ha sentado cerca del fuego y bebe una cerveza.
—Bien, hacen falta hombres de armas en este campamento, si están dispuestos a ayudar, pueden quedarse, ¿iban a Atlanta?
¡Oh, Dios! Al lado de Carl hay una niña y a esa niña le esta cepillando los cabellos Carol... Tan joven y con los cabellos casi a rape, no se parece nada a la Carol que Rovia conoce. Carl y la niña parecen hambrientos y comen de mala gana de una lata de conservados que se están repartiendo entre todos.
—Aquí —gruñe la áspera voz de Daryl dejando caer cerca del fuego la liebre que colgaba en su chaleco. Suficientemente grande para que comieran un poco todos y la niña Sofía sonríe con ganas cuando el aroma de la carne asada inunda el campamento.
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Amagi del Edén
FanfictionContinuando con la saga de Fics, en el interludio antes de que exista "un nuevo orden mundial". Paul sabe que la vida ha sido mala desde que el mundo se fue al infierno y los muertos se comenzaron a levantar, y sabe que para Daryl la historia fue mu...