Amagi del Edén

EMPUJAR LAS FICHAS

-Alejandría -avisa Bernie.

El líder de Hilltop sonríe con su aire amable, se levanta de su asiento y sale del estudio casi alegre de haber sido interrumpido en medio de cuentas y listas de cosas que tienen y que faltan.

-Rick -saluda Jesús encontrando al grupo en la sala de espera-, me alegra que vinieras, me estaba preguntando cómo iba tu plan y si necesitarías ayuda.

-Todo ha salido bien -dice Rick con una sonrisa satisfecha-, encontramos algunos sitios donde los Susurradores agrupan Caminantes, estaban metidos en casas cerradas por fuera, así que nos deshicimos de ellos...

Rovia asiente, el deshacerse de las manadas que se volverían hordas al reunirlas es un gran avance, y no sólo eso, en sus expediciones buscando el nuevo sitio de campamento de Alpha, encontraron una estación de Salvadores invadida por los muertos, estaban amarradas allí por la gente de Negan protegiendo algo y ese algo resultó ser pólvora: Rosita quiere hacer bombas, pero en Alejandría han entrado los Salvadores muchas veces en esos meses, así que pensaron en preguntarle a Hilltop si pueden quedarse con la pólvora y hacer las bombas. Gregory, en su rincón, se queja, se niega, bocifera, pero nadie le está prestando atención, todos juegan a que no existe; grita cuando Rovia acepta sin ninguna queja y empieza a decir algo de guardar la pólvora en el ático, allí nadie nunca sube... Rovia hace pasar a los alejandrinos al salón principal donde dejan las cajas con las cargas y pide a Rosita que le enseñe el modo de hacer las bombas para irlas montando en esos días; la latina calcula que hay en la carga, entre pólvora, cajas, mechas y detonadores, suficiente para hacer no menos de once bombas. Con manos ágiles y de un modo resuelto, Rosita enseña a Paul y Wes el modo de montar una bomba, Paul mira memorizando y Wes hace anotaciones en una hoja; todos en el salón están prestando atención a la mujer cuando la puerta se abre despacio y con cuidado, y antes de que entre nadie, entra flotando al salón el sutil sonido del balbuceo de un bebé. La atención del grupo pasa por completo a la entrada por donde entra el pelinegro con una bola de mantas en los brazos, es mitad de noviembre y los fríos empiezan a hacerse sentir poco amables.

-Rick -entra diciendo el moreno y estira un brazo hacia su hermano, que va hasta a él de una zancada y lo abraza por completo.

-Rovia dijo que habías escapado -dice el sheriff.

-Estuve un rato afuera y volví -asiente.

-Me alegra-; y de verdad lo hace, se le nota en la cristalina mirada.

-Nos alegra -corrige Holli, encantadora.

Silencio: sólo el bebé se remueve entre sus telas y al sentirlo moverse el moreno se apresura a arrullarlo un poco, y todos miran, y Jesús sonríe al vera Daryl paseando suavemente murmurando algo al bebé, muy quedo, para que siga durmiendo.

Es Eric quien carraspea y manda una mirada elocuente al castaño pidiendo la presentación del niño. Paul sonríe, se ríe un poco y se apresura a levantarse yendo hacia el bebé para descubrirle el rostro y les dice a todo, Tuvimos un hijo.

Las miradas de enormes ojos vale la pena, piensa Paul.

Daryl gruñe en silenciosa queja sin dejar de arrullar al pequeño y Paul añade con menos elocuencia y más formalidad: -Se llama Hunter, lo abandonaron los Susurradores porque atraía caminantes con su llanto, supongo; lo encontré abandonado y mi hombre y yo nos lo estamos quedando.

Daryl tuerce la boca esperando la reacción del grupo; para como están los tiempos y dado que él es un Dixon, nadie sensato podría estar de acuerdo en que tenga un hijo. Merle se habría burlado a carcajadas y su madre le habría dicho que es demasiado imbécil para ser papá...

Pero Glenn sonríe, va hasta ellos y abraza a Rovia y a Daryl con su brazo bueno y el brazo metálico que Eugene ha construido para él. Los felicita, porque para como él lo ve, es el modo perfecto de hacerles saber que tienen confianza en el futuro y en que todo saldrá bien. Eugene, tímido, asegura que el nombre elegido para el infante es sin duda una perfecta paráfrasis...